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a sala del castillo de Rocadragón estaba iluminada por antorchas, sus llamas danzando en las paredes de piedra. Los nobles y cortesanos se reunían en un círculo, sus miradas entrelazadas como hilos de un destino tejido por los dioses antiguos. En el centro de la estancia, Rhaenyra Targaryen, la princesa de la sangre de los dragones, se sentaba en un trono de ébano tallado con garras de dragón. A su lado, Aegon II, su medio hermano y rival, la observaba con ojos fríos y calculadores.

Pero había otro en la sala, uno que no pertenecía a la nobleza ni a los linajes ancestrales. Harry, su hijo bastardo, había llegado a Rocadragón después de años de vagar por los Siete Reinos.

Ella lo había abandonado cuando era apenas un bebé, temerosa de las consecuencias de dar a luz a un hijo ilegítimo. Rhaenyra había sido joven y asustada, atrapada entre el amor y el deber, entre su corazón y su linaje.

Ahora, al ver a Harry frente a ella, Rhaenyra sentía un arrepentimiento profundo. Sus ojos verdes, tan parecidos a los de el, la miraban con una mezcla de curiosidad y desconfianza. Harry había crecido en la oscuridad, sin saber quiénes eran sus padres, sin conocer su verdadera herencia. Pero ahora, en esta sala llena de intrigas y secretos, todo estaba a punto de cambiar.

- Madre - La voz de Harry resonó en la sala, y Rhaenyra sintió un nudo en la garganta -He venido a reclamar mi lugar en la Casa Targaryen.

Los murmullos se extendieron entre los presentes. Aegon II sonrió con malicia, mientras los nobles se miraban unos a otros. Rhaenyra se levantó del trono y se acercó a Harry. Sus manos temblaban mientras tocaba su rostro, sus cabellos oscuros y sus ojos llenos de preguntas.

-Eres mi hijo -Las palabras salieron de sus labios como un susurro -Mi sangre. Mi responsabilidad.

Harry asintió, sin apartar la mirada de la suya.

-He vivido toda mi vida sin saber quién soy. Pero ahora lo sé. Soy un Targaryen, como tú.

Rhaenyra lo abrazó con fuerza, sintiendo las lágrimas en sus mejillas.

-Perdóname, Harry. Perdóname por haberte abandonado.

-No hay nada que perdonar, madre- Harry la miró con determinación. -Pero ahora, quiero saber más. Quiero conocer mi historia, mi legado.

Rhaenyra asintió.

-Te contaré todo. Sobre los dragones, sobre la guerra que se avecina, sobre el trono de hierro que nos pertenece.

Y así, madre e hijo se enfrentaron al pasado y al futuro. En la sala iluminada por antorchas, los hilos del destino se entrelazaron una vez más. Harry, el dragón bastardo, estaba listo para reclamar su lugar en la historia de los Siete Reinos. Y Rhaenyra, la princesa de fuego y sangre, estaba dispuesta a protegerlo con su vida.

El trono de hierro esperaba, y la danza de los dragones estaba por comenzar.

El trono de hierro esperaba, y la danza de los dragones estaba por comenzar

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1094 palabras, espero y les guste.

Algo Helarry

Algo Helarry

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 𝐄𝐋 𝐃𝐎𝐋𝐎𝐑 𝐃𝐄 𝐔𝐍𝐀 𝑴𝑬𝑵𝑻𝑰𝑹𝑨Where stories live. Discover now