—Realmente no tengo otra opción.

—Ha amenazado con seguir matando.— dice el maestro.

—¡Ah! Supongo que eso no está bien para ustedes.

—Quiero hacerlo. Quiero conocerla. Si no lo hago, sé que me arrepentiré.

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Vivianne Roseau.

—Se lo que dirás. No te preocupes, no ire. Más sin embargo espero me mantengas al tanto sobre todo aquello que suceda en mi ausencia ¿si?— pronuncie cuando al salir Damon se acerco determinado.

—Eres inteligente.— remarca él.

—Lo se, aprendí de cierto chico con ojos azules.

—¿A si?— se acerco un poco.

—Por supuesto.— miro mis labios.

—¿Qué otra cosa aprendiste de el?— parecía casi orgulloso de si mismo. Colocando sus manos en mi cintura descanso su frente en la mía cerrando los ojos.

—Que el drama es innecesario a menos que yo sea la protagonista.— reí un poco. —Pero eso no lo aplico muy bien.

Me aleje y deposite un pequeño beso en su mejilla, mirando como Stefan salia seguido de Elena.—No hagas nada loco, tienes que verme mañana.

Recogí mi bolso del suelo y le di un pequeño guiño al mayor, alejándome pensé en cada pequeño detalle que podría llevar la estructura que seria nuestro espacio en el desfile. 

—¡Anne!, te estaba buscando, he buscado muchos materiales para que empecemos, aunque no sabía si llegarías pronto, aun asi no iniciaría sin ti... Espera, lo estoy haciendo de nuevo.— Caroline me interceptó en los pasillos, mire cada objeto que acumulaba en sus brazos, lo que más destellaba eran las tijeras rosadas con brillos que siempre utilizábamos para los eventos como este. 

—No te preocupes, ¿empezamos?, por cierto busque los vestuarios, la señora Adams se ofreció a hacerlos para nosotras. Aunque tendríamos que ir a su taller hoy mismo.— al pensar en ella su fuerte perfume llego a mi.

—¡Oh!, gracias, justamente estaba pensando en eso.

Empecé a recortar decoraciones en el pasto verde de la escuela, el sol brillaba de la manera más hermosa y cada uno de los estudiantes pasaba por nuestro lado sonriendo, ocupados en las decisiones de las carrozas que realizarían, a lo lejos vi a James y Matt. Por lo que sabia (gracias a Caroline) ambos se habían acercado aun más desde el incidente de la madre de Matt. De alguna manera casi me encontré agradecida con él, ya que Matt había sido claro con sus sentimientos las veces que conversamos.

El tiempo realizando cada pequeño corte se hizo rapido conforme pasaba la tarde. Al recoger nuestras cosas y emprender recorrido hacia el taller de la señora Adams visualice varias veces mi teléfono, esperando la llamada de Damon. Mientras conducía, Care escogía colores desde su propia paleta, no me extrañaba que tuviera pedazos pequeños de telas.

—¿Qué es eso?— me acerque hacia el volante viendo la figura en el fondo de la calle por donde pasábamos.

—¿Qué?— la rubia a mi lado presto atención. —Frena.

Cuando en mi campo de visión entro de forma clara la mujer parada en mitad de la carretera frene en seco, la constancia de esto mismo fue la queja de Caroline acerca de su cabello. La mujer se acerco hacia nosotras y en ese momento supe que nada iría bien. Con rapidez llame a Damon mientras retrocedía, escuchando los reclamos confusos de Caroline.

—¿Anne?

—Damon, estoy a las afueras del pueblo, cerca a la casa de la señora Gibbons, en camino al taller de Marjorie Adams. Ven rapido.— Cuando intente pisar el acelerador para ir en sentido contrario la mujer apareció al lado de mi ventana deteniéndome.

El teléfono cayo de mis manos. Caroline miro a la mujer, asustada.

—Sera rapido, nena.— miro a Caroline. —Se linda y olvídate de todo, duerme un rato ¿si?— utilizo la compulsión en ella.

—¿Isobel?

—Eres lista, debí adivinarlo.— tomo con fuerza mi cuello. —Escucha, hable con tu amiga, gran intento llevar a su novio y al hermano vampiro obligado, no quiero ser extensa. Ellos saben que hacer antes de que comience con las represarías.

Ambas escuchamos las amenazas ahogadas por el altavoz de mi celular, Isobel me miro con la furia destellando en su iris. —Buen intento.— ejerció un poco de fuerza, mi quejido se encontró ahogado. Cerré con fuerza los ojos, el dolor cada vez era más palpable. Entonces lo deje de sentir. Respire con profundidad, desatando mi cinturón de seguridad y abriendo con rapidez la puerta del auto, caí tosiendo con dificultad, dejando que las lagrimas empaparan el cemento bajo mi manos.

—Lento, respira lento, linda.— escuche la voz suave de Damon quien me sostuvo entre sus brazos. —Lo haces increíble.— repetía, dejando caricias en mi cuerpo, de forma delicada.

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Damon Salvatore.

—Es bueno verte, Isobel.— Mire como entraba al apartamento

—¿Cómo me encontraste?— parecía algo asustada.

—Busqué en todas las ejecuciones hipotecarias de bancos del vecindario y encontré la más cara.

—Oh, debería haberlo sabido. Tú eres quien me enseñó eso. ¿Qué estás haciendo realmente aquí?— me miro con recelo

—Bueno, causaste un gran revuelo, llegaste a la ciudad. Viste a todos excepto al hombre que te hizo. Estoy un poco herido.— actúe de forma desinteresada.

—Lo siento mucho. ¿Trajiste el dispositivo?

—¿Qué estás haciendo con John Gilbert?

—Salimos varias veces cuando éramos jóvenes. Estaba un poco enamorado de mí.

—Estoy seguro. Ahora bien, este pequeño invento ¿Qué quieres con él?

—Oh, ¿yo personalmente? No quiero nada con eso. Sólo estoy haciendo lo que me dicen. Sabes Damon, estamos del mismo lado.

—¿Ah, sí? ¿De qué lado es ese?

—El de Katherine. Quiere que John Gilbert tenga el dispositivo y creo que sabes que no está contenta cuando no consigue lo que quiere.

—Tengo un nuevo lado, ¿Por qué le haces el trabajo sucio?— levante mis cejas, casi odiando el limite de lo que podía o no realizar por culpa de Stefan "No la mates".

—No mates al mensajero.— ¿Cómo no hacerlo?, el mensajero había cruzado mi limite. —Ambos sabemos que no puedes controlar a Katherine. Ella hace lo que quiere.

—Yo también.

—Oh, ¿en serio Damon? ¿Tú lo haces?— se acerco a mi. —¿Qué debemos hacer ahora?

Al intentar besarme, envie su cuerpo contra el suelo, sujetando su garganta, recordé a la chica que robaba mis suspiros, cada palabra que proclamo con victoria Isobel en ella desencadeno en mi el sentimiento más puro de odio.

—¿Cómo se siente? No me gusto lo que hiciste.— pronuncie. —Ahora que tengo tu atención, escucha. No entras en mi pueblo; amenazando a las personas que me importan. ¿Vas tras Elena? No me importa, pero a mi hermano si.— reí un poco. — Tomaste una decisión equivocada cuando tocaste a mi chica. Déjala en paz o te haré pedazos porque creo en matar al mensajero. ¿Sabes por qué? Porque envía un mensaje. ¿Katherine quiere algo de mí? Dile a esa pequeña perra que venga a buscarlo ella misma. Agradece Isobel, porque te hare vivir un infierno si vuelves a mirar en su dirección.

𝑳𝒆𝒕𝒕𝒆𝒓𝒔 𝒇𝒐𝒓 𝒉𝒊𝒎 | damon salvatoreWhere stories live. Discover now