𝐗𝐕 : El temor en sus ojosㅤㅤ

11 3 0
                                    

Su regreso a la mansión fue anunciado por el rechinar de las grandes puertas al abrirse con lentitud, siendo recibidos por el ambiente de abandono tan propio de ese gran salón ya desolado

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Su regreso a la mansión fue anunciado por el rechinar de las grandes puertas al abrirse con lentitud, siendo recibidos por el ambiente de abandono tan propio de ese gran salón ya desolado.

Era una sensación a la que ambos estaban ya sumamente acostumbrados, y pese a ello la inquietud que sentía permanecía presente en él siendo causada por cada sombra que las luces tenues de las pocas velas encendidas no alcanzaban en su totalidad.

Sus ojos se encontraron por la brevedad de apenas segundos, gracias a la complicidad que compartían por la situación que momentos atrás habían experimentado.

Adams no era capaz de comprender del todo que estaba pasando dentro de su pecho abrumado por un latir agitado, mucho menos podría interpretar lo que aquella vacía mirada teñida en gris le parecía susurrar.

Ambos regresaron su mirada al frente, siendo Adams el primero en mostrar intenciones de marcharse, dándose la vuelta para dirigirse hacia los primeros escalones, deteniéndose en seco cuando el tenso silencio de la habitación se vio interrumpido por la voz de Edwards.

── No te preocupes demasiado por esa invitada. ── su frívola mirada ahora estaba clavada en su cajetilla de cigarros de la cual ya se estaba llevando uno a los labios. ── Pronto nos encargaremos de ella, dudó que pueda llegar demasiado lejos.

Tales palabras habían causado una confusa molestia en él siendo visible en la fastidiada expresión en su rostro que no podría ser expresada de igual manera en palabras que no fuesen un ataque verbal totalmente directo.

Sin esperar respuesta alguna de su parte, Edwards se limitó a observar de reojo por un par de segundos adicionales que en su mente se sintieron como un escrutinio a sus pensamientos, antes de darle la espalda para perderse en aquellos pasillos hundidos en oscuridad, misma que le llamaba a seguirle.

Observó un instante hacia el segundo piso cubierto por la oscuridad, desde el mismo sentía como en él se clavaban un par de orbes carentes de un genuino brillo. La distancia apenas le permitía verle con claridad, sin embargo sabía perfectamente que aquel rostro le sonreía con burla.

Terminó por darle la espalda, guiando sus pasos por la dirección que momentos atrás Edwards había seguido.

El mismo pasillo se asemejaba a los demás, con asfixiantes paredes repletas en retratos de rostros antiguos que no eran alcanzados por las pocas luces que atravesaban los ventanales cerrados tras gruesas cortinas.
Por aquellos largos caminos se sentía guiado por el potente aroma que el cigarro desprendía, un olor que le resultaba nauseabundo, cosa que Edwards conocía por lo que, cuando la distancia entre ambos era mínima terminó por apagarlo contra la yema de sus dedos expuestos debido a la falta de sus propios guantes.

Adams quiso decir algo al respecto sobre esa acción, pero las quemaduras a lo largo de sus palmas eran evidencia clara de que, como siempre sucedía, no le iba a escuchar, por lo que en su lugar se atrevió a decir:

𝐂𝐋𝐔𝐁  𝐃𝐄𝐋  𝐒𝐈𝐋𝐄𝐍𝐂𝐈𝐎Where stories live. Discover now