— Ale, ¿no qué no querías que te provoque? — Preguntó con una sonrisa juguetona el joven hombre, teniendo que alejar la mano de su prometido de su entrepierna.

— Ya sabes como soy chulito, y sabes que tu cuerpo me enloquece, al grado de ponérmela muy dura — Comentó con una gran sonrisa el hombre, acercando a su chico a él para que sienta su gran bulto.

— Por eso me encantas, mi amor, pero yo solo quiero dormir a tu lado y que me des muchos mimos — Contesto con un ligero vosteso, mientras procedia a acurrucarse en su pecho y le daba un beso en su barbilla.

— Siempre sabes como convencerme para que evite dejarte con un chamaco mio en tu vientre — Dijo con una sonrisa pícara Vargas, procediendo a darle mimos a su pareja, acompañado de varios besos esparcidos en su rostro.

No obstante, la pareja pareció no darse cuenta de que en el calendario que estaba sobre una de las mesas de noche al lado izquierdo de la cama, tenía encerrado en un círculo rojo, el día catorce de febrero. Y dicha fecha estaba a tan solo dos días de llegar.

Pero quizás, y solo quizás, uno de ellos pudo haberse dado cuenta.

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En cuanto los días pasaron, la dinámica de la pareja no cambio en lo más mínimo, pues las pequeñas les daban un gran trabajo, pero nada de lo que ellos no se pudieran hacer cargo.

Aunque, cuando el día llegó, hubo una gran sorpresa no antes prevista, pues temprano esa mañana hubo mal tiempo, lo que propicio que en poco tiempo la lluvia torrencial comenzara, acompañado de un fuerte viento, solo que sin relámpagos, lo que era bastante bueno, pero no para Alejandro, quien se había levantado temprano para organizar el elaborado plan que había hecho para pasar el día con su prometido. Y terminó por ver como su plan era estropeado por las inclemencias del tiempo.

Maldiciendo en su mente, el hombre fue a la sala, encendiendo el televisor y sentándose en el cómodo sofá.

En cuanto el televisor encendió, él lo puso en el canal de las noticias, en donde estaban dando un boletín informativo sobre el mal tiempo que sacudía la zona del pacífico, producto del paso de un poderoso ciclón de categoría cuatro, que dejaba a su paso fuertes lluvias por algunos días. Y lamentablemente el día catorce de febrero sería uno donde el mal tiempo afectaría la zona de Las Almas.

— Maldito tiempo de mierda — Dijo furioso el hombre, logrando escuchar el tono de llamada de su teléfono celular que estaba en la mesa de la cocina.

Al levantarse e ir a la cocina, Ale miro el reloj de la pared, percatandose que eran las siete y media de la mañana, hora en que se supone que debería haber despertado a su Rudy para ir a desayunar en compañia de sus dos princesas. En cambio, solo tuvo que dejar que ellos duerman, mientras el mal tiempo se iba desarrollando.

— Se supone que hoy sería un magnífico día, ahora estaremos encerrados en la casa — Se quejo, pero siguió caminando hasta llegar a la cocina y tomar su celular para contestar la llamada.

“Señor Vargas, le hablo del restaurante Del Mar para preguntarle si desea cambiar su reservacion para otro día”.

“Yo avisaría con tiempo, mientras tanto, denle mi reservacion a quien sea”.

“Entendido señor. Tenga buen día”.

La llamada fue breve, pero ese era chiste, después de todo, Ale no tenía el humor para hacer llamadas largas, las cuales solo lo estresaban.

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