Extra I

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Capítulo extra I:
Aquel que domó el viento.

Fénix era un experto volando, nunca dejaba de impresionar a Caelus. Fénix podía agarrar altura rápidamente, dar un sinfín de piruetas en una sola vuelta, girar a la derecha o izquierda bruscamente y remontar sin problemas, caer en picada y elevarse en el momento exacto. Sus aterrizajes eran limpios y gráciles, sus giros en el aire eran emocionantes de presenciar, y ¡Oh! Cuando mezclaba piruetas con la danza... quien lo mirase quedaba completamente embelesado.

Nadie volaba como Fénix, de ahí se había ganado ese nombre.

Caelus no aspiraba a llegar a ese nivel, sabía que le era imposible. El pobre skytzal no era muy bueno bailando, y le gustaba más la practicidad a la hora de volar. Si podía mantenerse en el aire y aterrizar limpiamente, ya era bastante bueno. En cuanto a las piruetas...

— Creí que no estabas interesado. —Fénix rió suavemente. Frente a él estaba Caelus, expresión un poco avergonzada por haber ido sobre sus palabras.

— No se me dan bien... ya lo he intentado, pero... —Caelus exhaló y lo miró con decisión.— Creo que sería muy útil para esquivar krills. Te he visto hacerlo antes y pienso que a mí también me podría ayudar. Sería más eficiente que solo alejarse de su rango de alcance o esconderse detrás de un muro.

Fénix adquirió una postura pensativa, asintiendo a las palabras de Caelus.

— Ciertamente. Esquivar krills es mucho más fácil haciendo piruetas.

Fénix lo miró de soslayo y le regaló una sonrisa ladina.

— ¿No quieres aprender a bailar también?

— No.

El experto en vuelo rió ante la testarudez de Caelus, el skytzal definitivamente no quería tener nada que ver con la danza. Tal vez en algún futuro pueda convencerlo.

Los dos salieron del campamento base, en el camino Fénix iba explicándole algunas teorías y técnicas sobre los giros rápidos y el momento correcto para hacerlo, qué tipo de giro hacer según la situación y cuándo es mejor abandonar la idea y esconderse. Caelus escuchaba con mucha atención.

Sus pisadas se hundían en la arena y levantaba una pequeña nube de polvo a sus espaldas mientras avanzaban hacia las ruinas en el centro del campo de batalla. En esos momentos, los tres krills que ocasionalmente aparecían por las cercanías no se encontraban, así que era una buena oportunidad para practicar esas piruetas aprovechando la altura de las estructuras abandonadas. Subieron rápidamente por unas piedras de un muro caído, y pronto estaban de pie en una pared sólida y estable.

— Muy bien, mi joven pupilo. Ya te he explicado en nociones básicas lo que tienes que hacer. Primero domina los giros sin perder altura, luego intenta las piruetas. Después podemos probar con un krill... o dos. —Fénix le guiñó un ojo juguetonamente y Caelus rió.

— Vale, primero girar y mantener altura. Aquí vamos.

Caelus se lanzó al aire de un salto con plena confianza en sus alas. Las abrió tras caer unos segundos, las batió con fuerza, alzó el vuelo y rápidamente tomó altura. El aire acariciaba su rostro y revolvía su cabello, sacudiendo sus ropas y agitando su cola mientras ascendía. Está sensación lo llenaba de felicidad, era una forma de saborear la libertad tan especial. Desde el accidente con sus garras meses atrás, volar era de esas pocas cosas que le hacían sentir dicha de ser quien era.

— ¡Muy bien, cuervo! ¡Ahora intenta descender en espiral! ¡Giro cerrado! —escuchó la voz de Fénix instruyendo desde su posición en lo alto del muro.

“Bien, no suena tan difícil. Has hecho giros cerrados con anterioridad, Caelus." Pensó el skytzal, llenándose de brío.

1... 2... 3... 4... ¡5 giros en total antes de pisar tierra! Caelus exhaló con una sonrisa formándose en sus labios, en cuanto volteó a buscar la mirada de Fénix, este saltó del muro y planeó con naturalidad hacia donde el skytzal estaba.

— No esperaba menos de mi mejor estudiante.

Caelus rió sintiendo orgullo en su corazón.

— Soy tu único estudiante.

— Y el mejor.

Fénix rió también, y con una simple seña indicó que volvieran a subir a lo alto del muro.

— Muy bien, mi querido cuervo-

— Sabes que soy más zorro que cuervo ¿No? —Caelus rió suavemente.

— Lo sé, pero Rossél ya te dice pequeño zorro. No podemos usar el mismo apodo ¿Sabes?

Caelus negó con la cabeza, una sonrisa divertida en su expresión.

— Alza el vuelo una vez más ¿Vale? Está vez intentarás hacer tantos giros cerrados como puedas. La clave está en ahorrar tu energía y dejarte llevar por el viento y la gravedad. La física es tu amiga, Caelus, solo tienes que saber cuándo agitar tus alas ¿Entendido?

Caelus asintió, y una vez más se lanzó al aire.

Todo el día estuvo practicando bajo la supervisión e instrucciones de Fénix. Para cuándo la noche llegó, alguien del campamento se acercó a buscarlos, pues ya era hora de cenar. Los tres caminaron juntos hacia la base, comentando sobre los avances de Caelus y rememorando algunas de las anécdotas más famosas de Fénix y sus técnicas de vuelo.

Antes de unirse a los demás en el campamento, Fénix haló suavemente a Caelus por el codo, reteniéndolo unos momentos.

— Lo hiciste genial. Asegúrate de descansar bien está noche y mañana también, continuaremos la lección pasado mañana.

— ¿Seguro? ¿No es mejor continuar mañana?

Fénix negó con la cabeza.

— No te has dado cuenta, supongo. Tiendes a sobreesforzarte, Cae. Tus alas cargan tu peso al volar y no dudas en confiar en ellas, eso está bien, pero también estaría bien que cuides más de ti mismo. —la mirada de Fénix se volvió un poco preocupada.— Noté que bajaste de peso... ¿Te sientes bien? ¿Hay algo de lo que quieras hablar?

Fénix era muy perspicaz. Su carácter relajado y juguetón siempre enmascaraba al prodigio que había detrás de la máscara. Sagaz y con una comprensión muy vasta de las cosas. Caelus no podría mentirle... pero tampoco podría decirle la verdad.

El skytzal forzó una sonrisa.

— Estoy bien. Es sólo que a veces olvido comer. Es todo.

Esto, por supuesto, no mermó la preocupación en Fénix. Sin embargo, él no presionaría a Caelus, solo asintió triste y, tras un suspiro, le dió una mirada compasiva.

— Sabes que puedes hablar conmigo si lo necesitas ¿De acuerdo?

Caelus asintió y juntos caminaron hacia donde estaba todo el campamento reunido, listos para cenar.

Caelus quedó sumido en sus pensamientos por un rato. Le entristecía no ser honesto con Fénix, pero también creía que aquello que causaba aciago en su corazón no era realmente la gran cosa, y no quería molestar a Fénix con ello. Sacudió su cabeza apartando esos pensamientos, mañana sería un nuevo día.

Brujo de Alas NegrasWhere stories live. Discover now