Capítulo 2 ✔️

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—Todo está bien, no tiene la nariz rota afortunadamente. El sangrado fue producto del golpe claramente pero no hubo daños mayores. Solo deberá tomar un desinflamante y estará como nueva— me dice el doctor escribiendo en una receta— Aquí tiene. Este es el medicamento que debe comprar.

—Muchísimas gracias doctor—me levanto de la camilla y salimos de la consulta.

—Ire a comprar el medicamento. Ya regreso—me dice Alaska y asiento sentándome en una silla al lado del chófer.

—¿Cómo está?—pregunta mirando mi nariz.

—Bien, no está rota afortunadamente. Solo tengo dolor e hinchazón. Ya se puede ir y contarle a su jefe, así en su conciencia no quedará el haberle roto la nariz a una chica.

—Es usted muy divertida—se ríe el chófer.

—No era broma.

Me mira y en su labios se dibuja un «Ah»

—¿A usted le gusta el fútbol?— pregunta.

—No

—Es un deporte bonito— me dice y enarco una ceja.

—Simplemente no me gusta, y a partir de hoy prefiero mantenerme lejos de los estadios de fútbol—le comento y comienza a reírse.

—No solo se burla de mi desgracia sino que en mi propia cara. Esto es inaudito—lo miro mal y continua riéndose.

—Lo siento, es que usted es muy divertida.

—No estaba bromeando—repito.

—Aquí están los desinflamatorios- llega mi mejor amiga y nos ponemos de pie.

—Las llevaré a dónde me pidan.

—Ya hizo suficiente, nosotras podemos volver solas— contesto.

—De ninguna manera, el señor Gabriel me ordenó—lo interrumpo.

—Ash, está bien—caminamos hacia la salida del hospital, subimos al coche y el conduce hasta la universidad.

—Gracias por traernos—le dice Alaska y nos despedimos con la mano para luego entrar en el edificio.

Vamos subiendo cuando una compañera me grita como loca que me detenga.

—¿Qué pasa, Evelin?—

—¿Cómo te explico que eres trending topic en todas las redes sociales?—

—¿Qué?—le arrebato el celular de la mano y son varias fotos, en unas aparece justo cuando la pelota impacta contra mi rostro y en otras Gabriel saltando la valla y finalmente una en la que me sostiene.

No sé cómo pero parecemos dos enamorados en la maldita foto.

—No puede ser— niego con la cabeza.

—Será mejor que subamos y descanses,Em. En unos días lo olvidarán como todo—me dice Alaska.

—Si, tienes razón. No hay porqué alterarse—inhalo y exhalo—Gracias por la información Evelin. Ahora iré a descansar, permiso.

Subimos a nuestro cuarto, tomo el medicamento y me acuesto en mi cama.

—Em, enserio lo siento muchísimo—

—No te preocupes, se que no fue tu intención que esto acabara así— le tomo la mano—Somos mejores amigas, estoy destinada a perdonarte todas tus estupideces. Eres rubia.

—¡¿Tu también?! No pensé que tuvieras esos prejuicios.

—Tu no ayudas—me burlo.

—Mi misión en este mundo será desmentir la teoría de que las rubias somos tontas—alega tomando su laptop.

Un gol directo al corazón. (Editando)Where stories live. Discover now