Capítulo 24✔️

104 30 0
                                    

—Quiero subir a la rueda— pedí emocionada mientras Gabriel compraba los tickets.

—Subamos— me toma la mano y subimos a la rueda de la fortuna.

—Estoy malditamente loca— reí nerviosa. Entrelazó nuestras manos cuando la rueda comenzó a girar.

Reímos emocionados.

—No miraré hacia abajo— dijo temeroso y procedí a burlarme deliberadamente.

—Eres un miedoso, esto no es nada—  le dije emocionada cuando dimos otra vuelta.
   
                              ⚽

—¡Mira!— señalé una tribuna donde habían personas cantando y arrastré a Gabriel hasta allí.

—Yo no subiré a allí— negó rotundamente pero ya yo estaba encima de la tribuna con el micrófono en mano mientras cantaba + de Aitana, Cali y el Dandee.

—Hoy no me voy a dormir, para que al reloj no le pasen las horas, sonrisas por fuera aunque por dentro lloras, yo voy a quedarme y tú te vas a ir. ¿Qué más te puedo decir?, si el primer amor durará para siempre, sobrarán recuerdos faltará tenerte, dejas una historia en mi por escribir. Si yo te quiero, te quiero, y te quiero y por tu culpa febrero me duele de más, donde guardaré este amor si tú te vas— bajo la tribuna y lo abrazo.

Él no sabe español, pero lo importante es lo que le transmito mediante esta melodía. Algunas personas en el público comenzaron a aplaudir y otras cantaron mientras yo me sentía en las nubes. La canción finalizó y Gabriel me besó apasionadamente. Salimos corriendo de allí hasta un puesto de algodón de azúcar.

—Dos, por favor— pagó y me ofreció uno.

—Está muy rico— me llevé otro trozo a la boca.

Alcé la vista para ver otro juego cuando pude distinguir una figura  a pocos metros de nosotros. Era John, mirándome con una sonrisa macabra.

—Vámonos— agarré a Gabriel de la mano y solté el algodón de azúcar.

—¿Qué pasa?— preguntó perdido.

—Que me quiero ir, no quiero estar aquí. Por favor, vámonos— le suplico.

—Dime que pasa— se detiene.

—Tenemos que irnos. Por favor— camino hacia el coche. El sube y conduce a toda velocidad bajo presión.

—¿Qué pasó?— vuelve a preguntar.

—De pronto no me sentí bien— miento

—No te creo nada. Estabas perfecta y de pronto comenzaste a gritar. ¡ Era él cierto!—

—Si, y lo mejor es que esto se acabe  aquí y ahora— expresé alterada.

—¡No!— negó

—No lo decides tú, se acabó. Terminamos, Gabriel— dije con frialdad.

No puedo hacerte esto... Te amo demasiado para arriesgarte.

—No le temo— refutó alterado mientras estacionaba el coche a mitad de calle.

—¡Yo sí! ¡Le temo a lo que pueda hacerte!— llevé mis manos a su rostro—. Se acabó, y lo mejor es que te vayas, lejos de mí.

—Si crees que dejaré que nuestra historia acabe aquí, estás mal. Te amo, maldita sea— golpea el volante—. Como nunca he amado a nadie, te amo más que a mí propia vida, esto que siento es mayor que cualquier sentimiento en el mundo. Veo por tus ojos y siento por tus latidos, he llegado al punto donde vivo para verte, respiro para besarte. Te apoderaste de mi vida, de mis sueños, ¡de mi! En ti encuentro la paz y la guerra al mismo tiempo porque nosotros somos sentimientos, somos amor, jamás miedo— me besa en los labios.

Un gol directo al corazónМесто, где живут истории. Откройте их для себя