Capitulo 13

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—Soy malditamente mala conduciendo— me estreso saliendo del coche.

—No eres tan mala, solo has tenido poca práctica. Estoy seguro de que con la ayuda de tu padre en Wisconsin mejorarás muchísimo. Me encantaría ser yo el que te enseñe pero tengo que regresarme—

—¿Me estás jodiendo? Qué persona buena conduciendo estrella un coche en su primera práctica. Tu mismo quisiste bajarte— bufo.

—Tú— comienza a burlarse—. Solo no logras entender que el auto es un medio de transporte terrestre y no aéreo. Hace rato casi volamos— estalla en risa.

— Gabriel, estoy desesperada y te burlas de mí—  me halo los cabellos.

—¿Qué te parece si salimos?—

— ¿A dónde?— me relajo sentándome en la acera.

—A la playa— propone sonriente.

— Me encantaría pero me apena dejar a Alaska sola—

—Por eso ni te preocupes .Tengo un primo que está en la ciudad, lo puedo invitar y ya somos cuatro— saca su celular y hace una llamada—Listo

—Ahora solo me falta el traje de baño— comento y se pone de pie.

—Sube, vamos al centro comercial— toma las llaves y entra en el coche.

Llegamos al centro comercial y Gabriel le pidió a la dependienta que  seleccionara unos cuantos trajes de baño para yo elegir.

Entré en el vestidor y él se quedó fuera en la sala de espera esperando a que le modele los trajes.

Estoy nerviosa.

Estoy depilada  pero no es eso, sino la cicatriz que tengo cerca de mi pelvis. Respiro profundamente y me repito varias veces frente al espejo que me veo guapísima y una cicatriz no me va a hacer menos.

Salgo despacio y no sé si es cosa mía o si lo hace intencional, pero la manera en la que me mira, hace que olvide todo y que me relaje porque me siento especial

—Te ves demasiado sexi— dice colocándose un cojín entre las piernas—Son las testosteronas— se sonroja y me río.

Me siento confiada así que doy una lenta y sensual vuelta para luego dirigirme al vestidor y cambiarme.

Me pongo otro de color rojo y salgo.

—¿Qué tal?—  doy una vuelta.

—Emma, estoy...— se rasca la cabeza y mira hacia su entrepierna— Creo que...

—Entonces este o alguno de los otros cinco— pregunto.

—Si me preguntas así, te compro la tienda— sonríe y llama a la dependienta que lo observa descaradamente pero él solo me mira a mi— Empaque todo lo que mi novia haya tocado.

¿Qué?

—Gabriel no—

—Todo— determina y se pone de pie—Eres hermosa, escritora.

—Necesito un short o algo para el camino— miro a mi alrededor.

—Talla m— le indica Gabriel a la dependienta que sonríe falsamente y se retira.

La mujer me trae un short y me lo coloco.

Gabriel paga todo y salimos de la tienda con muchísimas bolsas.

—No era necesario todo esto— reviso las bolsas y algo me llama la atención—¿Esto que es?— me arrebata la bolsa de las manos.

—No es para ti, es para la señora Rosa, tu hermano y tu papá— dice con una seriedad impresionante.

Un gol directo al corazónWhere stories live. Discover now