"Lo malo de Nick Nelson"

134 10 1
                                    

Siempre tuve la duda de la perfección de mi novio, es que increíblemente el chico parecía no tener ningún defecto, como yo, o como todo el resto de la humanidad. He sido cómplice de su humana definición de perfección desde que lo conocí, y jamás, ni por un segundo, dejó de representarla.

Ambos estábamos sentados en la cama de mi habitación, leyendo libros de una nueva saga que nos atrapó al instante en uno de nuestros paseos por el centro comercial. Habíamos acordado de no hacerle spoiler al otro en caso de ir más adelantados, y el que tenía más miedo al respecto era yo, ya que iba atrasado unas trecientas páginas del mismo libro que él leía. Su manera de leer, me impresionaba, comenzábamos el rato de lectura al mismo tiempo, y en muy poco tiempo se había adelantado demasiado.

Lo miré con los ojos entornados, sin que él se percatara de ello.

—¿Has hecho algo malo alguna vez? —pregunté, al mismo tiempo que la pregunta se formaba en mi mente.

Nick me miró extrañado, dejando de prestar atención al libro.

—He querido golpear a Ben, ¿eso cuenta?

Reí, por el hecho de recordarlo, y porque el contexto de esas ganas de golpear no respondía bien mi pregunta.

—Fue justificable...

—Amm... —susurró, dejando una pausa luego.

Mi expectante mirada mostraba la real intriga que me generaba el averiguar sobre el tema.

—Una vez le dediqué el dedo medio a un señor —confesó mi novio, dejando caer sus hombros mientras hacía una línea recta con sus labios.

—¿Por qué has hecho eso? —cuestioné de inmediato, acomodando mi cuerpo de manera que quede frente a él sentado en la cama.

—Insultó a una mujer que iba caminando lento en la vereda de la calle...

Reí otra vez, negando con mi cabeza y mordiendo mi labio inferior. Mis ojos lo miraban con decepción, me estaba dando por vencido.

—¿Por qué quieres saber si alguna vez hice algo malo? —dijo, dejando el libro a un lado de su cuerpo e imitando mi posición corporal.

—Porque eres perfecto, Nick, es increíble que no tengas nada malo —respondí, elevando el tono de voz un poco.

Me miró otra vez confundido, claramente no entendía el repentino interés.

El silencio reinó unos minutos, de parte de ambos, y mientras mi mente seguía intentando encontrar alguna respuesta, mi novio se encontraba en la misma posición, con casi todo su cuerpo estático, excepto sus ojos, que poco a poco iban cambiando la expresión de su mirada de confusión, a una triste.

—Ojalá lo fuera, Charlie, pero no lo soy —dijo en voz baja. Seguía mirándome, como si mi cuerpo soportara tanto contacto visual.

—Lo eres, definitivamente lo eres.

Me acerqué a él, sin contener las ganas de abrazarlo y posar mi cabeza en uno de sus hombros.

—¿Acaso quieres que haga algo malo? ¿Eso te gustaría? —volvió a comenzar con preguntas, la confusión no se había ido de su habla.

Nuevamente reí, esta vez sin entender el porqué.

—No... Nick, es solo una duda, realmente es extraño que, desde que te conozco, no haya notado nada malo en ti. Eres increíble —contesté mientras mis brazos apretaban más su torso.

Otros segundos cortaron la extraña charla que había provocado.

Nick me apretó con más fuerza de la que yo ejercía, y un suspiro brotó de su boca.

—Hay algo de lo que no me siento orgulloso, y es algo que no creo perdonármelo nunca —confesó, alarmándome al instante.

Me separé de él, un poco, y conecté nuestras miradas. La suya, cada vez parecían demostrar que su tristeza aumentaba. 

—¿Por qué dices eso?

—Porque realmente es algo doloroso... —comenzó a hablar. —Se trata del bullying que te han hecho en la secundaria, de todas las veces que te has sentido triste al respecto, de todo lo que te pudieron haber provocado después de algo tan feo...

—Nick, no —le corté, frenando ese sinfín de cosas que ambos sabíamos que pensaba.

—Debí defenderte, no dejar que te hagan daño —siguió hablando, con lágrimas aumentando el brillo en sus ojos.

Lo volví a abrazar, con toda la fuerza que mis brazos permitían.

—No puedes hacerte cargo de la mente insana del resto, Nick. No tenías por qué defenderme, y en el caso de que te sientas decepcionado de eso, quiero que sepas que sí me has defendido.

Mi voz se distorsionaba con la angustia que comencé a sentir, dejando que una presión en mi garganta se sintiera.

—El hecho de haber aparecido en mi vida, fue el acto más hermoso que pudiste hacer por mí —dije.

Limpiaba mis lágrimas, habían comenzado a marcar caminos húmedos por mis mejillas, e inesperadamente Nick dijo:

—Lo único que no amo de ti, Charlie, es que hayas tenido que sufrir mucho. Y eso es algo malo de mi, algo que no tendría que ser así. Debería amarte por completo, así como tú me amas a mí. Pero es algo que no puedo soportar ni siquiera al pensarlo.

Chasqueé mi lengua, demostrando disgusto. Luego volví a separarme de él, y le dediqué la mejor expresión de calma que pude haber hecho en el momento, intentado contagiársela al instante.

—Eso que me ha pasado, forma parte de mí. Ahora soy más fuerte. Ahora aprendí cosas como el no culparme por no tener el control de cada mente de este mundo para enseñarles qué cosas están bien, y cuáles no. Incluso muchas de ellas las aprendemos a base de experiencias. Y tú —apunté con mi dedo índice, fijándolo en su pecho—, deberías aprender lo mismo. 

Una sonrisa ladeada apareció en su rostro, y la preocupación fue destronada de mí por la felicidad.

Nick, definitivamente no tenía algo malo, ni siquiera él queriendo buscar algo malo en si mismo era posible.

—Eres la persona más increíble, hermosa y perfecta de este mundo. Esto lo repetiré hasta el último día de mi vida —comenté. Apretando sus mejillas con las palmas de mis manos.

—¿Incluso si dejo de amarte?

Mi mente, mi cuerpo, y hasta el tiempo, sentí que se detuvieron al oír eso.

—Sabes que jamás dejarás de amarme...

—Lo sé, solo bromeaba —dijo luego de largar una carcajada. —Ni en mis más irremediable locura dejaría de amarte.

E imitando la velocidad de la luz, mis labios se pegaron a los suyos, dándole otro de los muchos besos apasionados que merece.

Heartstopper - Historias brevesOù les histoires vivent. Découvrez maintenant