"El inusual juego de Nick."

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No entiendo por qué cambiarme frente a Nick a veces me daba vergüenza. Ya lo he hecho antes y desde que mis padres aceptaron que se pueda quedar a dormir en casa, hemos pasado más tiempo juntos como para empezar a acostumbrarnos al otro.

—¿Es necesario tener siempre la puerta abierta?

Nick estaba sentado en mi cama mirando la puerta de mi habitación. Intentaba mantener su vista lejos de mi cuerpo semidesnudo, pero cuando lo miré nuevamente por el espejo noté que sus ojos estaban haciendo un escaneo general en mi parte trasera.

—¿Se te perdió algo? —le pregunté en tono burlón.

—N-No. Nada —contestó con vergüenza. Comenzó a rascar su nuca e inhalar profundamente. Se veía nervioso.

Sentía cómo mi rostro ardía, y era señal de que me estaba poniendo como un tomate.

Noté últimamente que mi novio estaba comportándose algo raro cuando uno de los dos se cambiaba frente al otro. Es súper normal observar mucho a la persona que te gusta, y era algo que de Nick no me molestaba. Lo que se me hacía raro no eran las miradas atontadas con mi cuerpo, o los cumplidos pervertidos que a veces se les escapaban, porque eso ya era algo normal en nuestra relación. A mí me preocupaba que, cuando me acercaba a él luego de cambiarnos, al salir de la ducha, o mientras nos besamos, me daba un leve apretón en el trasero. Y quiero pensar que es solamente un juego suyo, pero si significaba la señal de dar otro paso más en nuestra relación, ojalá no me equivoque cuando me lance a la piscina sin preguntar nada.

—Nick... —llamé su atención. Él seguía luchando en no verme al no sacar su mirada de la puerta —. No me molesta que me mires, ¿sabes? —le dije— Yo también lo hago, y siempre —sonreí.

Me regaló una encantadora sonrisa y no fui capaz de resistirla, así que, a medio vestir, con mis pantalones en la mitad de las piernas, me le tiré encima para darle un enorme beso lleno de amor.

Se sentía hermoso que la persona que quieres te corresponda el cariño. Cada vez que besaba a mi novio siempre era correspondido de inmediato. Incluso a veces él quería revancha, lo que convertía nuestros ataques de besos en un campeonato sobre quién sorprende más al otro con besos inesperados.

Mi cuerpo estaba encima del suyo en la cama, y nuestras risas nerviosas opacaban el silencio de la habitación. Nos besábamos lento, como si ambos quisiésemos disfrutar mucho el momento. Sus manos, paseaban verticalmente por mi espalda en una suave caricia, y las mías, atrapaban su cuello suavemente.

Hasta que en medio de ese apasionado beso lo hizo otra vez.

—¡Espera! —grité, frenando de golpe.

—¡¿Qué?¡ —gritó él también.

Nick puso los ojos como platos del susto y luego posicionó sus manos a la vista a cada lado de sus hombros.

Lo miré fijamente, y sin más preámbulos solté la pregunta que me estuvo atormentando desde hace días.

—¿Qué significa esto?

Agarré una de sus manos, la llevé a mi trasero, hice con ella un leve apretón y luego la solté.

Los ojos de Nick cada vez se abrían más. Su rostro, comenzó a ponerse rojo de a poco, y sus manos se cerraban lentamente.

—Significa que me encanta tu trasero, Char —confesó.

Su voz, Dios, su calmada y tierna voz hacía imposible no quererlo en la manera que en que lo hago.

—¿Nada más?

Mi sonrisa de lado hacía obvia la respuesta si se llegara a preguntar sobre qué hablo.

—Nada más.

Comenzó a pasar uno de sus dedos por mi mejilla y a mirar con tanta admiración mi rostro que hacía que mi autoestima estuviera por los cielos. Yo dejaba que lo hiciese, porque verlo así era un paraíso visual que desearía fuese permanente en mis ojos.

—Haremos eso cuando estemos listos, Char...

—Claro que sí —le dije. Intenté poner su calmado tono de voz pero no pude.

Nick seguía manteniendo su mirada atontada en mi rostro, y yo le copiaba de igual manera.

—Te quiero, chiquito.

Esas tres palabras hicieron que mi corazón se desbocara en el pecho. Amaba escucharlo decir que me quiere. Amaba definitivamente todo de él.

—También te quiero.

Y en un intento de tonteo, besándolo suavemente y llevando una de mis manos hasta su ingle para acariciarla, era a mí a quien frenaron esta vez.

—No juegues con eso, Char.

Su mano detuvo la mía con rapidez y le sonreí pícaro. Nuestros rostros nuevamente se habían puesto rojos de la vergüenza, pero esta vez ambos sabíamos que se trataba de una broma.

—Lo siento, es que me gusta lo marcada que se ve esa zona —aseguré. Dándole otro corto beso antes de apartarme.

Los ojos de Nick se pusieron en blanco y se sentó en la cama.

—Tú empezaste con ese juego... —comenté.

Él solo se dedicó a ayudarme a subir mis pantalones y dejar que termine de vestirme.

Heartstopper - Historias brevesWhere stories live. Discover now