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Ya había pasado un día desde que Nirvana y Tiamat habían llegado a Asgard, tal y como se había dicho, ambos se quedaron en el palacio de los dioses Aesir. Habían aprovechado al 100% el tiempo libre que tenían, habían recorrido toda la ciudad de Asgard y ahora estaban nuevamente caminando por las calles de Asgard en dirección a la tienda de Göndul

Mientras Nirvana y Tiamat caminaban por las calles de Asgard en dirección a la tienda de Göndul, podían sentir la energía vibrante y dinámica de la ciudad celestial a su alrededor. El sol brillaba alto en el cielo, bañando las calles empedradas con su cálido resplandor, mientras los habitantes de Asgard iban y venían en sus quehaceres diarios.

A su paso, Nirvana y Tiamat saludaban a los transeúntes con cortesía y amabilidad, disfrutando de la sensación de camaradería y comunidad que se respiraba en el aire. La ciudad estaba viva con el bullicio de la actividad, con los mercados llenos de comerciantes ofreciendo sus mercancías y los talleres de artesanos emanando el zumbido de la creatividad y la habilidad.

Finalmente, llegaron a la tienda de Göndul, una pequeña y encantadora boutique situada en una esquina pintoresca de la ciudad. La fachada de la tienda estaba adornada con guirnaldas de flores y colgaduras de tela, y el aroma dulce de las hierbas y especias llenaba el aire a su alrededor.

Con una sonrisa en los labios, Nirvana y Tiamat entraron en la tienda, listos para explorar las maravillas que Göndul tenía para ofrecer. Sabían que encontrarían una amplia variedad de objetos mágicos y encantados, desde pociones y amuletos hasta artefactos y reliquias de tiempos antiguos.

Con cada paso que daban, se sumergían más profundamente en el mundo mágico y misterioso de la tienda de Göndul, emocionados por las aventuras que les esperaban en su interior.

Al entrar en la tienda de Göndul, Nirvana y Tiamat fueron recibidos por una visión inesperada: la propia Göndul descansaba sobre el mostrador, con una expresión serena y una taza de té entre sus manos. Sus ojos centelleaban con una mezcla de sabiduría y bienvenida mientras observaba a los recién llegados con una sonrisa amable.

Nirvana y Tiamat se detuvieron en la entrada, sorprendidos por la presencia de Göndul en su propia tienda. Era raro encontrar al dueño de un establecimiento tan icónico atendiendo personalmente a sus clientes, pero para ellos, era una señal de la hospitalidad y el cuidado que caracterizaban a Asgard.

Con una inclinación respetuosa de la cabeza, Nirvana y Tiamat se acercaron al mostrador, listos para iniciar una conversación con la enigmática propietaria de la tienda. Estaban ansiosos por explorar los tesoros que la tienda tenía para ofrecer y por sumergirse en el conocimiento y la magia que Göndul podía compartir con ellos.

Göndul: ¿Qué los trae a mi tienda?¿no deberían estar preparándose para el banquete de Odin?

- Göndul se levantó del mostrador con gracia, dejando su taza de té a un lado mientras se dirigía hacia Nirvana y Tiamat con una expresión de curiosidad en su rostro.

Nirvana: Quería conocer tú tienda antes que nos vayamos. Realmente te haz hecho una anciana.

Göndul: Cállate, no es tan malo ser viejo. Por cierto, espero que trates bien a mi nieta, no quiero ser bisabuela tan rápido.

- Nirvana mirada con confusión a Göndul, no entendía a qué se refería exactamente, sin embargo, una Tiamat tomaría la palabra con una pequeña sonrisa en su rostro.

Tiamat: Vieja, la valkiria debe pedirnos permiso a mi y a Serafall si quiere algo con mi amo. Hay reglas en nuestro hogar.

Göndul: Veo que los dragones son muy territoriales. No te preocupes, mi niña es inteligente, ella sabrá qué tiene que hacer.

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