hipnoterapia con Ruby

cap 31

¿Quién era realmente el Colmillo Blanco?

Los relatos de esta enigmática figura son bastante abundantes entre los faunos, aunque con distintos niveles de legitimidad según a quién se le pregunte. Nunca se cuentan dos historias iguales, y aunque cada una ha quedado ampliamente embellecida por el paso del tiempo y las voces cargadas de alcohol de los bardos modernos, hay cierta coherencia en la historia del Colmillo Blanco. Es decir, el color que lo compone y la presencia de una mujer Fauno bajo su protección.

El Colmillo Blanco, conocido entonces simplemente como " El Extraño ", apareció un amanecer temprano en un acogedor barrio de chabolas en algún lugar de las amplias llanuras de Vale, ataviado con una brillante armadura nacarada y un lustroso pelaje blanco. Bajo su protección estaba una mujer zorra Fauno, quien, al sobrevivir a la eventual pesadilla que estaba por venir, se convertiría en una figura muy prominente en la comunidad Fauno en general.

A partir de ahí, sin embargo, el resto de los detalles se exageran mucho, se malinterpretan o se alteran por completo en favor de momentos más emocionantes y dignos de una canción. Incluso aquellos que habían presenciado de primera mano el surgimiento del Colmillo Blanco se encuentran idealizando todo el mito que rodea al héroe popular, elevando su ya legendario estatus a alturas absurdas. Este efecto es especialmente pronunciado entre los niños.

Para Blake Belladonna, joven y terriblemente ingenuo en ese momento, el Colmillo Blanco prácticamente saltaba de las gastadas páginas de sus libros de cuentos. Cuando matones, soldados extranjeros y monstruosidades inhumanas descendieron sobre su casa sin previo aviso, aterrorizando a los inocentes ataque tras ataque con su crueldad desenfrenada, el Colmillo Blanco saltó heroicamente a la refriega y aplastó bajo su arma de metal todo lo que amenazaba a la gente del pueblo. con inmenso aborrecimiento.

La furia animal que mostraba en la batalla inspiró a la gente del pueblo, despertando su voluntad de luchar. Granjeros, comerciantes e incluso humildes panaderos tomaron las armas y se unieron detrás de este hombre misterioso, envalentonados por sus rápidas victorias y su poderosa voz. Bajo su tutela, les enseñó los métodos de la guerra de guerrillas, moldeando un pequeño ejército de civiles comunes y corrientes que ni siquiera podían caminar en línea recta hasta convertirlo en una legión aparentemente innumerable de sombras letales.

Teniendo en cuenta todo lo que había hecho por ella y sus parientes, Blake se aferraba a la firme creencia de que el Colmillo Blanco era, sin lugar a dudas, imbatible. Cuchillas, flechas y balas se romperían en su cuerpo y caerían al suelo, inútiles. Los hombres serían consumidos en el rugiente fuego del infierno que surge de su mirada acalorada, incinerándolos en astillas de huesos carbonizados. Nada, ni los dioses ni los demonios, podría derribar a esta bestia...

... Al menos, hasta que casi sucumbió a su propia mortalidad debido a la locura de un niño.

Blake se quedó en un silencio atónito. Tenía las manos fuertemente apretadas sobre la boca mientras luchaba por controlar el grito que amenazaba con escapar de su garganta. Allí estaba en el suelo, aferrándose a la herida abierta y nudosa en el costado de su cuerpo, respirando superficialmente, con las pupilas dilatadas, colgando de un hilo mientras la sangre y los jirones de sus órganos internos se derramaban fuera de él. Se sentía insoportablemente enferma y no podía comprender lo que estaba sucediendo ante sus ojos.

El Extranjero estaba muriendo.

El Desconocido se estaba muriendo y era culpa suya que estuviera así.

¿Por qué ella no lo escuchó? ¿Por qué no podía simplemente seguir su palabra y permanecer en la seguridad del búnker? Los niños no tenían lugar en la guerra, y el Desconocido se aseguró de mantenerlos a salvo y fuera de peligro. Pero siendo la chica testaruda que era, se escabulló cuando estalló la lucha, armada con poco más que un cuchillo improvisado y un poco de coraje, decidida a buscar venganza contra los invasores extranjeros que asaltaban su hogar.