Capítulo 1

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La ansiedad se apoderaba de mi cuerpo y los nervios de mis latidos,solamente podía apretar los ojos y esperar a que el proceso terminara.

–Señora ya puede retirar el brazo—Comentó la enfermera.

–¿Y?—Pregunté preocupada.

–Tienes que esperar a mañana,ven a recoger el resultado mañana.

–Está bien,muchas gracias—Salí de la sala de vacunación.

«Odio sacarme sangre,nada mas de observar cuando la aguja penetra mi piel,pero era por una causa justa»Pensé.

Me precipité velozmente para coger el ascensor, le había asegurado a mi madre que la visitaría. Al alcanzar la planta, me encaminé hacia el cuarto de mi madre.

–¡Hola mamá! —proclamé con un gesto alegre.

–¿¡Cómo te encuentras, mi tesoro!? —inquirió mi madre con una radiante sonrisa que me reconfortaba el corazón.

–Bien, ¿y tú qué tal estás?

–Me encuentro bien, ayer no fue tan grave la pérdida de sangre —declaró mi madre con optimismo.

–Me reconforta oír eso. ¿Has comido algo?

–Sí, ya almorcé —respondió mi madre—. ¿Y cómo se encuentra tu hermano? —preguntó con un dejo de inquietud.

–Es un holgazán que no hace más que pedir comida —repliqué con un toque de irritación.

–Sandra, debes comprender que él regresa exhausto del trabajo; tú, como la dama de la casa, deberías cuidarlo —sugirió mi madre.

–Siempre lo justificas.

–No es así, intenta comprender, por favor —insistió mi madre.

«Lo defiendes solo porque no vives el día a día aquí» pensé.

Asentí, resignada (no quería entristecer a mi madre).

–Mamá, debo irme, volveré otro día. ¿Te parece bien? —Le di un beso en la mejilla y partí.

Mi madre me despidió con un cálido abrazo antes de que me marchara. En el autobús, reflexioné sobre lo que sería de mi vida sin ella, además de la preocupación por pagar la factura del hospital y la cirugía; todo parecía un caos absoluto.

Finalmente llegué al apartamento de mi hermano. Bueno, él se había ido de casa a los 18 años, y aunque eso entristeció a mi madre por un tiempo, yo me sentí aliviada de no tener que ser su sirvienta mientras ella trabajaba. No obstante, cuando mi madre cayó enferma, creí que me había liberado de él...

Pero al parecer no...

Había llegado por fin a el apartamento de mi hermano y escuché unos gritos extraños de su habitación,mientras más me acercaba a su habitación más escuchaba con claridad y no... no eran gritos,eran malditos gemidos.Entré a la habitación de mi hermano y se estaba follando a una chica.

–¡¿En serio Xavier?! —exclamé.

–¿Qué mierda haces aquí? —me preguntó Xaviel.

–Eso no te interesa,dile a esta perra que se largue ya —cerré la puerta del cuarto y me senté en el sofá.

Estaba aburrida así que me puse a ver la televisión.Una hora después Xavier y la chica terminaron,salieron los dos de la habitación,me di la vuelta para ver a la chica y discúlparme.

«Creo que me precipité un poco»Dije en mi cabeza.

Fui a disculparme con ella,hasta que vi que mi hermano le dio dinero,ella lo comenzó a contar y le dijo que faltaba más y mi hermano fue a buscar más dinero a su habitación,se lo entregó y la chica se fue.

«Entonces tenía razón cuando me dije "perra"»

–Última vez que entras a mi habitación sin mi permiso—me advirtió Xaviel.

-¿Por qué metes a putas a nuestra casa? —le pregunté.

–Yo meto a quien yo quiera.Es mi casa,deberías callarte si quieres seguí durmiendo bajo este techo,ponte a preparar la cena—ordenó Xaviel.

–¿Tienes dinero para pagarle a una puta y no para pagar el hospital de mamá?—le interrogué molesta.

–Es mi dinero,yo lo gasto en lo que yo decida —me respondió Xaviel.

–Eres un maldito hijo de puta —grité.
  

Xaviel me sujetó firmemente del cuello. Me invadió el miedo y la falta de aire.

–Si insistes en desafiarme, tendrás que buscar otro lugar donde vivir. Soy tu hermano mayor y tomaré las decisiones que considere necesarias. ¿Hemos entendido bien, pequeña?.

Xaviel me había dicho cosas terribles, pero nunca antes me había puesto una mano encima. Los nervios me dominaron y empecé a llorar descontroladamente; lo único que podía hacer era temblar y permitir que las lágrimas se deslizaran por mi rostro.

–¿Te ha quedado claro? –me preguntó de nuevo.

–Xaviel, suéltame –ordené con la voz temblorosa.

–Como quieras.Deja de llorar pareces una jodida niña—exclamó Xaviel.

Xaviel soltó mi cuello, y yo, agitada, corrí al baño para tomar una ducha. Al mirarme en el espejo, vi la huella de su mano marcada en mi piel, y no pude hacer más que sollozar.

Una vez que terminé de ducharme, regresé a mi habitación para vestirme. Elegí un vestido y me arreglé el cabello; ya eran cerca de las 8:00 p.m. Salí de la habitación y me dirigí a cenar.

Xaviel estaba en silencio,esperaba una disculpa de su parte.Pero absolutamente  nada salió de su boca.

–¿Adónde vas? –inquirió mi hermano con curiosidad.

–A trabajar –respondí con frialdad.

–Como desees –dijo él antes de alejarse de la mesa.

Me dirigí a mi trabajo. Al llegar, me coloqué mi uniforme y mi máscara.

–Déjame tocarte bebé....

A su altura o a sus piesWhere stories live. Discover now