~𝒫𝒶𝓈𝓉~¹⁶

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Past

Las toces hicieron eco en las sucias paredes del baño, con cada temblequeo de su débil cuerpo una nueva arcada ocupaba su garganta como si estuviera a punto de escupir su estómago entero

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Las toces hicieron eco en las sucias paredes del baño, con cada temblequeo de su débil cuerpo una nueva arcada ocupaba su garganta como si estuviera a punto de escupir su estómago entero.
Las respiraciones venían rápidas pero no lograban llenar sus pulmones, como si estuviera secuestrado metros bajo la tierra, el oxígeno escapando desesperado mientras él arañaba la piedra suplicando que alguien lo salvara, sus pulmones estaban de rehenes y trataban de escapar de su cuerpo mientras él luchaba por tan solo un poco de aire.
Lo cortó una nueva arcada, y vació sus interiores dentro del inodoro como si escupiera la poca miserable vida que le quedara.
Aunque, siendo honestos, si la vida fuera un líquido en su estómago, él mismo se forzaría a vomitar.

El espéso carmesí se colaba por las comisuras de sus labios ahora rojos, aunque no sabía distinguir si aquello era producto de su palidez o si se habían teñido como telas en tinte rojizo, igual de deligados y temblorosos, como si los sacudiera el viento.

Levantó la cabeza y apenas pudo distinguir sus manos de la sangre que les rodeaba.
Era como una obra de arte, el infierno nacido en su estómago, su pincel como boca y ahora el baño entero como su lienzo, se prendía de rojo, un rojo profundo, uno que le quería hacer competencia al océano.
Demonios porían crearse a traves de su sangre, creando portales en las paredes solo para burlarse de él.
Como anhelaba el negro de la muerte.
No tenía que concentrarse en el dolor, ni en el color que lastima a sus ojos, todo sería negro, negro y acogedor, lo abrazaría.
Pero no.
Que clase de traición sería esa.

El dolor en su estómago lo hizo chillar nuevamente y arrastrarse hasta la pared, donde cerró los ojos y se dejó empapar por la sangre y las lágrimas.
Uno diría que debería estar acostumbrado, mas ahí estaba, temblando como un perro asustado mientras se lamentaba en la profunda oscuridad de sus párpados, de vez en cuando volvía a tocer y el veneno de sus venas volvía a escaparse, apretándo sus entrañas como un castigo divíno.

Recién salido de una reunión con Fiona se sentía destrozado, habían revuelto sus interiores hasta hacerlo púramente líquido y ahora era una simple carcaza diseñada para lamentarse inútilmente y exulsar todo el mal de su interior.
Claro, el problema fue que nunca hubo algo bueno para mantener.

Ahora su cuerpo daba pequeños espásmos mientras la sangre se acorralaba en el fondo de su boca, gorgoteando mientras se ahogaba.

No podía aguantar otro mes más en esa casa, suplicaba cada noche dejar de estar solo, mirándo a las estrellas como si ellas pudieran bajar del cielo a abrazar su mísera soledad hasta hacerla desaparecer, pero cada vez que estaba acompañado por Fiona u algun otro hombre, las cosas tan solo terminaban mal para él y su pobre cuerpo mortal.
¿Cuantas veces habría sido asesinado por las manos blanquecinos de Fiona?
Ahorcado, moretoneado, cortado.
Vomitando su sangre en un baño, recibiendo nada más que miradas de asco al pasar, como un perro enfermo gimoteando de dolor mientras sus ampollas explotan en público.

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