~𝒫𝒶𝓈𝓉~¹

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Past

El único sonido que podía escucharse era el de su pie chocar repetidamente contra el piso, impaciente

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El único sonido que podía escucharse era el de su pie chocar repetidamente contra el piso, impaciente.
También el de la radio, era alguien hablando, prestaba suma atención a cada palabra, como esperando escuchar algo en particular.
Estaba sentado en un sillón individual, sus ojos cerrados, con su espalda encorvada, tenía las manos juntas y levantadas frente a su cara, como si de un rezo se tratara.

La sala estaba oscura, iluminada apenas por la débil y escasa luz natural que entraba por la pequeña hendija que se creaba entre las cortinas.

Todo sonido se detuvo de un momento a otro, la radio se quedó en silencio y el pie dejo de golpetear. El aire se sentía tan tenso que podría cortarse con tijeras.

Se levantó veloz, tanto que pareció desesperado por hacerlo. En sus ojos se denotaba un brillo de preocupación, cosa que no solía mostrar a menudo.

Dió unos pasos a otro sillón cercano y tomó algo que descansaba en el respaldo de este, era una gran capa oscura, con capucha, perfecta para pasar desapercibido por la multitud o por lo menos sin ser reconocido. Se la colocó, asegurándose de que por ningún lugar se notara su piel celestina que tanto resaltaba, más aún cuando estaba con humanos.

Caminó por los pasillos de su frío hogar y oscuro hasta llegar a la puerta trasera, con cuidado agarró el picaporte y la abrió, salió y la cerró a su espalda.

Con cuidado caminó hacia un carruaje tirado por dos elegantes y bellos caballos, uno negro y otro manchado como una vaca. Apoyó su mano con delicadeza en la puerta de este, sintiendo la textura suave por atraves de su blanco guante.

- Disculpe - Una voz senil sonó a su espalda - ¿Puedo ayudarlo en algo? -

Se dió vuelta, sonriendo al ver al conductor de aquel carruaje, alguien de avanzada edad a quien conocía de hace tiempo.

- Señor Trioppoti, un gusto verlo - Saludó formal con un sutil asentimiento de cabeza

- Oh, señor Argentina - Devolvió el gesto con una pequeña sonrisa - no lo reconocí con esa cosa puesta - Dijo, refiriéndose a su capa

- Esa es la idea, señor Trioppoti - Explicó

- ¿Necesita mis servicios otra vez? - Adivinó el anciano

Una sonrisa se formó lentamente en la cara del país, mostrando que la respuesta a esa pregunta era positiva.

- Necesitaría ir al puerto, hay un viaje que debo hacer -

Dijo en su tono suave y calmo, ocultando cualquier rastro de preocupación.
El hombre asintió leve como respuesta, se acercó a paso lento al transporte, cada paso que daba desesperaba un poco más al de piel celeste, pero este no lo mostraba. Se subió al carruaje, el otro lo copió.

°•~Key~•°  (NazArg)Where stories live. Discover now