Argentina, un país muy conocido y curioso.
Sus amigos saben todo de él... bueno... exepto por algo...
nadie sabe la utilidad de esa pequeña llave que siempre lleva en el cuello.
¿Que cerradura desbloquea? Nadie sabe ¿Que tan vieja es? Nadie sabe ¿Po...
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- Te quiero... -
Las palabras hicieron eco contra las delgadas paredes. Vestidas falsamente de sentimiento, pero fríamente vacías en su interior, al no ser dirigidas hacia nadie en especial.
"Te quiero" Normalmente, dos palabras honestas, infladas hasta las pestañas de calidez y amor, listas y perfectas para acariciar al receptor en un abrazo confortante, capaz de hacerte sentir que estás protegido de todo, aunque realmente estés más débil que nunca.
Mas, cuando son palabras que vienen del pasado, palabras que te dijeron tiempo atrás y hoy en día serían imposibles de oír salir de la misma boca que antes, todo cambia. Son frías. Dolorosas. Filosas. Un sinsentido sin sentimientos ni emociones. Solo un recuerdo.
Así, un abrazo que pasa a ser una apuñalada.
Tan solo depende de quien de esas palabras. Y cuando.
Argentina se había vuelto un experto en ese tipo de palabras, necesitó un tiempo para ello. Era un profesional en emociones, lograba comprenderlas y expresarlas como si aquello no fuera algo que había estado tratando de ocultar desde el día en el que nació.
No siempre fue así. Claro. Cuando era una colonia solía ser confiado y juguetón, extrovertido como solo él podía ser... Conocido entre otras colonias, mayormente a aquellas parte del Imperio Español. Tenía prohibido hablar con colonias de otros imperios, pero eso nunca lo detuvo. No era el único en romper la reglas realmente.
Al momento de su independencia, ese periodo en el que las Provincias Unidas del Río de la Plata se separaron en cuatro, de los cuales tres buscaron libertad, y el restante viéndose obligado a tener como único cambio el a quien pertenecía. Uruguay, su hermano... Su independencia no llegó hasta casi treinta años después de que la suya hubiera comenzado.
Esas fueron quizá las primeras relaciones que perdió. Cuatro. Hermanos para él, aunque solo uno afuera por sangre. Antes parte de un mismo territorio, pero querían ser autónomos.
Paraguay y Bolivia no querían estar con él. Uruguay no pensaba en independizarse. Él quedó solo por un momento.
Pero luego vinieron Chile... Perú también. Filipinas y Cuba igualmente aparecieron en su vista.
Hizo amigos nuevamente. Pero mientras comenzaba como un país oficialmente independiente, un sabor amargo llegó a su boca a la vez que descubría por su propia experiencia algo que lo haría cambiar por completo.
Nadie podía ser confiado.
El golpe de un desconocido podía dañarte.
Pero era la traición de un amigo la que realmente podía quebrarte.
Otros países podrían haberse impresionado cuando al momento en el que vieron nuevamente a Argentina, este los ignoraba y trataba como completos extraños. O quizá no. Argentina no lo sabía, nunca se había detenido a preguntar.
