VANAHEIM: DESTINO

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Desde la caída de su padre cronos, Zeus, era ahora Rey de los dioses, dios del cielo y del trueno. Vio a su alrededor y miro tan solo destrucción ante sus ojos, ya nada quedaba de lo que un día había sido un paraíso. Ahora solo había muerte hasta donde su vista alcanzaba a ver, un suelo árido donde antes estaban enormes y vastos océanos.

Zeus junto con sus hermanos cruzaron el Bifrost, hasta la tierra, Midgard. Un nuevo mundo con nuevas oportunidades. Donde al sur de Macedonia, en el límite de Tesalia, encima del monte olimpo se encontraba el palacio de los dioses, y su acceso se hacia por medio de las nubes, ahí había una puerta vigilada por las goras. Dentro del palacio había un gran salón bellamente decorado por las artes de Hefestos, que era un artesano magnifico y donde realizaban los banquetes los dioses y había otro, donde quedaba la asamblea. El monte olimpo era lugar donde se establecieron y no dudaron en imponer a los seres humanos su voluntad. Zeus conforme los años pasaron y las eras fueron cambiando, se fue dando cuenta que aún conservaba gran parte de su poder, pero estos iban disminuyendo, así que fue a consultar a las moiras, mujeres que eran personificaciones del destino mismo. Así que Zeus bajo hasta el Hades, donde en una pequeña cueva estaba las tres hermanas hilanderas, alrededor de un pequeño pozo donde veían el destino de cada mortal e inmortal sobre la tierra. Era un trabajo meticuloso, cada hilo era una historia, cada tejido una epopeya de destinos entrelazados. Ya que una vez determinado por las moiras, el destino de un individuo no podía ser cambiado ni siquiera por los mismos dioses.

La mas joven de las moiras, Cloto, era una artista de singular talento, a ella le correspondía tejer el hilo de la vida, ella no solo era la tejedora sino la propia fuente de todas las vidas, con dedos delicados y hábiles introducía cada nuevo hilo en el telar, determinando el momento exacto del nacimiento de cada criatura. Ella era la joven del comienzo, el primer aliento, el primer latido del corazón.

Mientras Laquesis media con su vara la longitud del hilo de la vida, ella era una mujer madura, tez blanca y cabello castaño, era hermosa, pero también peligrosa y de carácter estricto, ya que su tarea exigía discernimiento y sabiduría, ya que ella era la responsable de atribuir el papel que el individuo tendría en el mundo, definiendo sus cuotas de felicidad y de desgracias.

Y finalmente estaba Átropos, la más anciana y más temida de la moiras, con una expresión sobria y ojos profundos, llevaba la más aterradora de las responsabilidades, en sus delgadas y arrugadas manos sostenían unas tijeras que determinaba el punto donde el hilo seria cortado. Ella no conocía la piedad o la vacilación, sin embargo, no era figura de terror si no de equilibrio.

Los dioses del olimpo por más poderosos e inmortales que fueran, respetaban a las moiras y al telar del destino, Zeus, señor del cielo y rey de los dioses, no se atrevía a intervenir en el trabajo de las tejedoras, después de todo él sabía que el destino era inalterable. Pero también sabía que podían darle las respuestas que el tanto buscaba.

— Vamos, hay que tensar este hilo de vida mortal— decía Átropos sosteniendo el hilo en sus manos— si eso es

En las aguas cristalinas de aquel pozo se veía a una mujer madura morir sobre su cama, en el momento que había hecho el corte. Zeus vio como el alma de aquella mujer bajaba y caminaba lentamente a la fuente del olvido, donde bebía sedienta y olvidaba por completo su vida pasada.

— Habla señor de los cielos— dijo Laquesis sin apartar la mirada de los hilos

— Señoras— haciendo una pequeña reverencia— una disculpa por mi interrupción, quiero saber la razón del porque nuestros poderes se debilitan cada vez más.

Laquesis hizo un ligero movimiento con su mano y el pozo que estaba frente de ellas empezó a brillar, iluminando toda la cueva, cegando a Zeus momentáneamente. Un enorme árbol, con enormes y diversas ramas se presentó ante él. Zeus sabía que era el árbol cósmico.

— En cada mundo se rige por sus propias reglas, para dar equilibrio así al universo— dijo Cloto, moviendo ligeramente su mano— este mundo no es la excepción.

— Al cruzar a este mundo, fueron sometidos a sus reglas, no puede existir un ser con inmenso poder e inmortalidad— continuo Laquesis—eso rompería con su equilibrio

— Por eso ahora puedes morir, este mundo creara el arma con la que podrás hacerlo. Nacerá una criatura, que no tendrá ningún poder y te derrotará— termino Átropos

— Eso no tiene sentido...entonces solo lo matare

— El equilibrio siempre encuentra su camino rey de los dioses y ni tu estas exento a la muerte— dijeron las Moiras al mismo tiempo — la maldición de la sucesión no terminara contigo.

Las palabras de las moiras oscurecieron la mente del señor de los cielos, volviéndolo más cruel y paranoico. El nuevo monarca sabía que, aunque los hilos eran tejidos por las hermanas hilanderas, estos no eran simples hilos de lana, había vida en cada uno de ellos, un elemento que incluso las mismas moiras respetaban, la elección de cada individuo. Mientras Laquesis se encargaba de medir la longitud del hilo que era tejido, cada uno de nosotros tenía la capacidad de influir como ese hilo se entrelazaba en el telar del tiempo, en cada momento y con cada decisión tomada los humanos coloreaban sus hilos con colores de valentía, amor, miedo y esperanza. Cuando Zeus regreso a su trono, en el monte olimpo, no pudo evitar sonreír ¿Quién se atrevería a desafiar al rey de los dioses y señor de los cielos? ¿una criatura sin poder alguno?¡que tontería! Al final Zeus sabía que él tenía la última palabra.

Sin embargo, no todas las criaturas de la tierra pensaban así, las brujas no solo opinaban que los dioses eran crueles, vengativos y egocéntricos. Pensaban que eran la encarnación misma, de los peores defectos de los seres humanos, no tenían control, habían transformado a seres humanos en monstruos por sus meros caprichos, exterminado o maldecido a aquelarres enteros de brujas que osaban retarlos. Pero sabían que no estaban solas, los vampiros y hombres lobos también habían sufrido a causa de ellos. Criaturas que no dudarían en destruirlos.

Así cansadas de las continuas destrucciones. Agatha, la líder del Aquelarre creo a partir de magia negra a un golem, malivore, un ser capaz de consumir seres sobrenaturales, excepto a las tres especies que fueron fundamentales en su creación. El tenia como objetivo limpiar a la tierra de los monstruos, borrándolos de la conciencia colectiva. Así lentamente fue eliminando a cada criatura sobrenatural de la tierra, hasta que le llego el turno a los dioses.

— Señor— dijo Atenea inclinándose ante su padre— hay un monstruo que se alimenta de seres sobrenaturales y nuestra magia no funciona ante el

Zeus se levantó de su trono recordando las palabras de las moiras" El equilibrio siempre encuentra su camino rey de los dioses y ni tú, estas exento a la muerte". Zeus había hecho todo en su poder para eliminar cualquier amenaza, volviéndose en el camino despiadado. Con el tiempo había llegado a creer que había vencido al mismo destino, pero ahora el mismo dios Tanatos estaba tocando a su puerta. Y las criaturas que él había dado poder, lo estaban derrocando.

Las brujas malditasKde žijí příběhy. Začni objevovat