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El constante movimiento logró despertar a México, su espalda dolía, más, ya había disminuido. El camino lleno de árboles de hojas marrones y anaranjadas dejando bien en claro la estación en la que estaban, el auto que aunque iba rápido no lograba despistar la belleza del paisaje. Eso no quitaba las dudas de México. ¿Dónde estaba?, ¿quién eran ellos?, ¿A dónde lo llevaban?

Sumamente metido en sus pensamientos, el joven no noto que el movimiento había acabado, estaban frente a un gran edificio, parecía un colegio inglés, se veían las paredes viejas y la naturaleza totalmente muerta. Daba algo de miedo, más que nada parecía manicomio, la puerta principal mantenía mucha seguridad, de cada lado había un guardia bastante serio quienes eran los encargados de abrir la puerta principal. Al entrar un largo pasillo blanco guiaba a otra puerta sellada, en las ventanas de la gran puerta de madera había algunos barrotes, justo hacia ahí era guiado, al acercarse a la puerta una fuerte vibración se escuchó antes de que pudieran abrir y pasar.

-Aquí será tu hogar durante los próximos meses, te guiaremos a la enfermería, pues tu espalda nota fuertes heridas y es altamente riesgoso-

Hablo seriamente uno de los hombres frente a México, dando vueltas entre pasillos, pasando puertas y más puertas, hasta que estuvieron frente a una puerta de aluminio blanca, al entrar un joven enfermero se acercó.

-Hola, ¿eres nuevo y ya vienes lastimado? Debes ser muy problemático, ven-

Sin esperar una respuesta analizo el cuerpo del mexicano y tomo su mano guiándolo a una camilla donde lo dejo caer exponiendo todas sus heridas, sin hacerse esperar comenzó con las curaciones sin dejarse llevar por los quejidos y lloriqueos del joven.

-Ya estas, termine, haré una orden para que te quedes aquí, vigilaré tu curación hasta mañana. Los... Chicos aquí son muy rudos, ¿sabes?-

No termino la palabra, "¿que clase de chicos habría aquí?" pensó México, pues no sonaban para nada buenos.








...






El tiempo avanzaba lento, solo escuchaba el teclado de la computadora frente al enfermero, fuera de esos solo veía el techo y analizaba lo del interior de la sala, el fuerte olor a fármacos le impedía conciliar correctamente el sueño, y el reloj apenas apuntaban las 11 a.m y para terminar la molestia aún no había escuchado nada sobre comida.

-Soy muy maleducado, perdóname, mi nombre es OMS, doctor, enfermero y curandero de este sitio-

Rompió por fin el hielo el joven enfermero.

-¿Uh? Yo soy México-

Contesto sin interés alguno, apenas dirigiéndole la mirada.

-Si me permites te revisaré, tengo que curarte lo más rápido posible, pues aquí son muy estrictos y duros... Mira, no me corresponde, pero prefiero irte diciendo que aquí los castigos son algo severos, incluso físicos.-

Comenzó a contar mientras preparaba una bandeja con material frente a México, quien solo escuchaba y observaba atento las manos de OMS.

-México ¿cierto? Chico, no sé cual sea tu circunstancia, pero ten cuidado, me corresponde ayudar a todos aquí, más por tu apariencia parecen inocente y aqui abundan los rebeldes y...-

Una vez más no termino la palabra o mejor dicho oración, pues entraron dos chicos de similar tamaño con algunas heridas y sangre en sus uniformes, OMS que ya se encontraba revisando a México, se detuvo dejando la venda colgando, atrás de los chicos iba otro más alto quien parecía ser el que los llevaba ahí.

-Buenos días Rusia, ¿ahora que hicieron estos dos?-

Pregunto como si no fuera nada nuevo analizando de quien y de donde provenía la sangre

-Lo de siempre, peleas, en fin ya me voy, la clase está por empezar y ser delegado de clase no me ayuda tanto-

Salió el chico albino entre risas nerviosas, dejando ahí al par de jóvenes lastimados.

-Sur corea, Japón no sé que me sorprende más... que estén aquí otra vez o la hora-

Comento OMS señalándoles la camilla frente al mexicano para seguir con él.

-Hey, no te había visto, ¿eres nuevo? Yo soy Sur corea y el tarado a mi lado es mi primo Japón-

Con una gran sonrisa se señaló el asiático, el japonés ni siquiera le dirigía la mirada, pues elevaba el rostro, parecía olfatear algo, o más bien alguien.

-Hueles a café con bastante azúcar, me cala en la nariz, detesto lo dulce-

Hablo por fin el japonés con una mirada desafiante, Sur corea que estaba a su lado, solo rodó los ojos, era de esperarse, Japón era de los pocos asiaticos junto a él y que llegara un chico nuevo significaba menos atención a pesar de no ser asiático.

-Perdónalo, Japón es algo especial, ya sabrás tú-

Con la mirada apuntaba a Japón molesto, pues el chico solo se apartaba con la boca notablemente torcida.

-Y a ti, ¿te comió la lengua el ratón?-

Bromeo el coreano antes de recibir una chorreada de alcohol en su brazo que lo hizo soltar un quejido.

-Lo siento, solo sigo algo impresionado por este lugar y honestamente tengo mucho sueño, hambre y el aburrimiento ni hablar-

La situación era algo incómoda por Japón, más eso no evitaba que los otros 2 siguieron hablando acompañados de comentarios ocasionales de OMS, después de todo estaban en un lugar seguro y eran todos omegas. Aunque Japón y Sur corea pronto se irían, no quitaba que México se divirtiera un poco, olvidando el hambre y su dolor. Al final OMS invento una nota para hacer pasar más tiempo a ambos chicos asiáticos, Japón solo se dispuso a dormir mientras su primo y el chico nuevo no paraban de platicar.

Reformatorio / Mexico/ Ch'sWhere stories live. Discover now