Reformatorio / Mexico/ Ch's

3

—Gracias por todo OMS, espero verte pronto—

México sacudía su mano de un lado a otro, dio media vuelta y se comenzó a alejar de la enfermería. Unos minutos antes de su asignación, OMS le dio a conocer que se le había asignado una habitación que se encontraba en la sección 2 de la habitación 201.

Según le había contado, existían 3 secciones. La sección 1 era para jóvenes con problemas menores como rebeldía, emociones fuera de control, descontrol e internado. La sección 2 es donde están los chicos como México con problemas graves de conducta, pandillas, drogas y algunas afecciones mentales como bipolaridad, depresión, personalidades múltiples y por último la tercera sección se encontraban jóvenes con adicciones, afecciones mentales graves, crimenales juveniles y redirigidos por la correccional de menores.  Cada sección tenía un piso a su disposición junto con sus regaderas, baños y áreas especiales.

Todo sonaba bastante bien, demasiado bueno, más sabia que no podía tener la expectativa tan alta, después de todo estaban en un reformatorio, no en un hotel para chicos mal portados, ¿verdad?

El recorrido era largo, pues su sección quedaba en el tercer piso y por alguna razón el elevador no estaba en funcionamiento, minutos antes había pasado a recepción por sus llaves y tarjeta de conducta. Las escaleras parecían eternas, agotado México subió su mirada una vez más cuando justo en ese momento un chico a toda prisa le hizo caerse, al notar esto el extraño regreso apresurado.

—Disculpa, hey. Eres el nuevo—

Sin pensarlo tomo al mexicano por debajo de sus brazos y lo levanto en un segundo, México era una hormiga a comparación del chico extraño.

—Ahora sí, venía a buscarte, pero se me hizo tarde. Mi nombre es Canadá y es un gusto...—

Su cara demostraba curiosidad, era un chico enérgico, se notaba en su forma rápida de hablar y en todos los movimientos que hacía, en cierto modo le causa gracia al menor.

-—México, llámame México—

Ambos se miraron unos segundos analizándose, una vez más sin dudar. Canadá tomó a México de la mano para que ambos corrieran juntos.

—Es la única forma de avanzar—

Grito entre risas en canadiense, pues por el extremo de su ojo notaba como cada tanto México perdía el ritmo a nada de caer, de no ser por los contantes estirones hacia arriba que le daba el más alto.

Parecía que iba volando y cuando menos esperaban ya estaban en el tercer piso.

—Bien, esta es tu sección y tu habitación es esta—

Apunto a la primera puerta de una larga hilera, todas puertas iguales

—Mira para abrir, solo usa tu tarjeta, según tu conducta, te dejará entrar y salir cuando quieras o en ciertos momentos, en el pasillo hay cámaras, ten cuidado con lo que haces, los baños están del lado derecho y las salas múltiples a la izquierda... ah y no salgas en las noches, si sucede algo puedes meterte en muchos problemas. Eso es todo, creo, como recomendación personal no hagas caso a todos aquí, algunos no están aquí solo porque sus papas quisieron. Por tu semblante presiento que eres debil y por eso te advierto—

Todo había empezado bien, más lo último llamo la atención del mexicano, ¿cuidado? ¿A qué se quería referir? ¿A quién?

—En fin tengo que irme, mi horario de salida casi acaba, espero verte mañana México—

La mirada extrañada de México ponía nervioso al canadiense, que sin esperar respuesta se dio media vuelta y se echó a correr por las escaleras, con que a esto se refería con conducta y salir cada tanto, entre pensamientos, México entro, observo la habitación notando un escritorio con algunos materiales, la cama y un closet. La alfombra en el piso se veía suave, México saco sus zapatos y se permitió sentir el piso. Arrastrando uno tras otros sus pies llego a la cama y se dejó caer, le habían contado que había horarios y hoy debía empezar algunas actividades a las 3 p.m, por lo que había tiempo.

Poco a poco los ojos del mexicano fueron cayendo, soltó un bostezo lento, cerro ambos ojos y jalo la manta a los pies de la cama antes de caer profundamente dormido.