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-¡Tenochtitlán! ¿Qué te hace falta? ¡Por qué nos haces esto! Eres un maldito, ¡malagradecido!-

La discusión se hacía eterna, como de costumbre México discutía con su padre, Maya, un hombre severo y estricto. A unos cuantos metros se encontraba Azteca y su pareja actual España.

-Chico... ya no sabemos qué hacer contigo, déjanos ayudarte...-

Hablo el español, México solía ponerse muy salvaje, algunas veces su madre ya no podía contenerlo y España tampoco podia hacer mucho, las visitas de Maya eran cada vez más seguidas a este punto.

-Podrían empezar haciendo que este idiota no se meta en mi vida, y si pudieran ¡ustedes menos!-

Comenzó hablando en un tono moderadamente molesto, más mientras más avanzaba su voz aumentaba el volumen y tono.

-¡Yo no soy Tenochtitlan! Hace tanto dejé de serlo, o ¿no te entra en la cabeza?-

Con pasos largos el joven se colocó frente a su padre, su mano poco a poco se alzaba.

-Cariño, no lo hagas, contrólate-

Alcanzo a decir Azteca un segundo antes que Maya recibiera la cachetada.

-Ingrato-

Contesto Maya que en un momento saco su cinturón, lo doblo y soltó un golpe sobre el brazo de su hijo, en un instinto por protegerse México retrocedió y cubrió su pecho, Maya aprovecho estos segundos y soltó un segundo golpe en la mejilla de su hijo, el cuero duro y seco apenas impactaba dejaba una marca rojiza, y muy dolorosa. Sin perder nada de tiempo los golpes comenzaron a llover ahora sobre la espalda del chico quien estaba arrodillado en el suelo resguardando su pecho y cara entre sus brazos, el cinturón estaba rasgándole la espalda, su camisa y su orgullo, entre sus brazos lograba mirar a su madre de un lado sollozando y a su padre del otro lleno de furia y cólera, quien parecía no tener ganas de parar, los minutos pasaban golpe, tras golpe, algunos insultos, hasta que un líquido rojizo cálido comenzó a gotear desde la espalda alta de México, Azteca apenas lo noto grito desgarrada, España sin dudarlo se colocó frente a Maya sujetando sus brazos, comenzaba a salirse de control, había pasado a unos cuantos golpes, pero no a dejar en el suelo sangrando su hijo, Maya luchaba y gritaba pidiendo que le soltara que aún no aprendía su lección el pequeño ingrato que decía ser su hijo...

Azteca se acercó de rodillas a su hijo, tomo su rostro entre sus manos y con su pulgar limpio las lágrimas que caían cuál cascada, por el rabillo del ojo veía a su padre y a la pareja de su madre salir de la habitación, aun recibiendo gritos llenos de odio y desprecio.

-Madre... no puedo levantarme-

Entre quejidos, salían alargadas las palabras, su mirada lograba reflejar todo el dolor que tenía en su cuerpo. Con mucha delicadeza Azteca pasaba su pulgar entre la marca roja en la mejilla de su pequeño.

-Descuida mi pequeño... mami está aquí-

La voz calmada de azteca reducía el lloriqueo del mexicano, más no su dolor.

-Logre sacar a Maya, ¿cómo está él?-

Entro España con algunas gasas en mano, tomo lugar junto a su pareja y con sumo cuidado comenzó a quitar la camisa del menor viendo un mar de sangre en la espalda alta del joven.

-Azteca trae un bold con agua y un cojín-

Ordeno el español arremangando su camisa, y sin perder un segundo más comenzó a retirar la sangre...
El teléfono en la cocina asusto a Azteca que llenaba el bold con agua, cerro la llave y tomo el teléfono colocándolo en su oreja.

-¿Hola? ¿Quién habla?-¨ México está fuera de control, mañana a las 8 de la mañana pasaran a recogerlo, estará un año o dos en un reformatorio en otro estado, y no, no estoy preguntando, ya está todo arreglado.¨

-¿Qué? No podemos hacer eso, Maya, ¡Maya!-

Alzo su voz al escuchar el tintineo al momento que le colgaron, con un suspiro pesado coloco el teléfono en la barra y se dirigió a la habitación donde le esperaban con el traste.

-Perdóname, hijo mío, no puedo hacer más por protegerte...-

Susurro Azteca colocando la cabeza de su hijo en un cojín en el piso...









-Venimos por México-

...

-Adelante, justo ahora está algo herido y no puede ponerse de pie-

Los hombres ignoraron a Azteca y pasaron, asomaban su cabeza en cada habitación hasta que dieron con la habitación del joven, que reposaba boca abajo en su cama, apenas y había dormido una hora o dos, pues el dolor era insoportable, tener algo encima de él le dolía y el ambiente frío no ayudaba en nada.

-Tómenlo y súbanlo a la camioneta, yo iré con su pobre madre-

Ordeno el más grande de estos hombres. Los otros dos sin aviso ni cuidado tomaron a México uno de cada lado casi a rastras, pues el mexicano apenas y estaba saliendo de la ensoñación.

-¿Azteca, cierto? A partir de hoy deben esperar 3 meses para poder ir a visitar a México, pueden llamar y preguntar, no tendrá dispositivos, salidas y visitas, según su conducta después de los 3 meses, en las instalaciones seguirá sus estudios y servicio social, espero y tenga su maleta lista, no hay tiempo que perder-

Azteca apenas y había escuchado la mitad de todo, pues veía la salvajes con la que era llevado su pequeño, sin muchas ganas de decir algo, a punto con la mirada a 2 maletas de gran tamaño, el hombre sin esperar respuesta se acercó a las valijas, las tomo y salió sin decir nada. El auto empezó su camino...Ni un adios habia podido decir, lentamente sus ojos se llenaban de lagrimas llenas de soledad.

-Sabes que es lo mejor... Pronto iremos a verlo cariño-

Los calidos brazos del español rodearon el cuello de la dolida madre por atras, extendiendo un poco de paz y confort, pues justo ahora no habian palabras que la consolaran.

Reformatorio / Mexico/ Ch'sWhere stories live. Discover now