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—¡Mierda!— Rusia se quejó al ver su brazo cubierto de sangre.

Mucha sangre chorreaba del albiceleste, estaba perdiendo demasiada. A ese paso llegaría muerto cuando cruzaran la frontera de Ucrania. Rusia no tuvo otra opción que pedirle al conductor que viajara hasta el pueblo más cercano, así podría tratar correctamente las heridas del argentino.

Este estaba pálido, su bandera ni se notaba entre el blanco de su piel. Estaba hecho un fantasma, y eso aterró al ruso. Si no lo llevaba con vida, no tendría el dinero que necesitaba. Desesperado, Rusia tomó el cuerpo más pequeño y llevó su mano a la herida de la cabeza. Apoyó su mano por unos minutos en esa zona, haciendo fuerza para que no perdiera más sangre, y funcionó hasta que llegaron al pueblo.

 Apoyó su mano por unos minutos en esa zona, haciendo fuerza para que no perdiera más sangre, y funcionó hasta que llegaron al pueblo

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Rusia no encontró lugar que atenderlo que en un bar. Un bar que ya conocía, y sabía que la que atendía la barra sabía de primeros auxilios. Entró de golpe, dando un fuerte portazo, llevándose la mirada atenta de todos los presentes. Se acercó a una mesa y tiró todos los vasos de vidrio a un costado. Ante la conmoción, el dueño del lugar se acercó a ver qué ocurría, pero al pisar el suelo, ya el hombre pálido como la pluma de una paloma blanca estaba tirado en la mesa.

—Atiendanlo. Yo mientras beberé vodka.— dijo Rusia mientras se acercaba a la barra.

La mujer salió rápidamente y fue a atender al joven, mientras que el dueño del bar atendía al ruso con sus pedidos.


-𝙴𝙻 𝙲𝙰𝚉𝙰𝚁𝚁𝙴𝙲𝙾𝙼𝙿𝙴𝙽𝚂𝙰𝚂- 𝐑𝐔𝐒𝐀𝐑𝐆Where stories live. Discover now