Y habría dado lo que fuera porque un dragón defendiera su sangre como los de sus hermanos hacían por ellos.

Retomó la lectura, incapaz de caer en esa espiral de pensamientos de manera voluntaria, y dos párrafos más tarde, las puertas de sus aposentos fueron abiertas de par en par. Baela extendió sus brazos como un ave, apestando el salón de cuero, azufre y sudor, aún vestida en su traje para montar. Detrás suyo, con las mejillas encendidas por la adrenalina, entraron Luke y Jace en las mismas condiciones.

Su corazón se hinchó de gusto y se aceleró ante el brillo en su mirada. Les sonrió a todos por igual, rodando los ojos cuando Baela corrió hacia su hermana para envolverla entre sus brazos a pesar de las protestas, seguro para molestarla.

—¿Dónde está Joff? —Su primer instinto al recorrer a los recién llegados fue preguntar, echando un vistazo rápido detrás de sus hermanos para confirmar la ausencia del menor. Sus ojos cayeron sobre el mayor, quien ni siquiera había intentado dejar de mirarla desde su llegada—. ¿Jace? —insistió.

—Oh, sí. Él... —Giró el rostro sobre su hombro, todavía caminando hacia ella. Luego regresó y se encogió, luciendo bastante despreocupado al respecto—. Estaba detrás de nosotros. Debe haber ido a... debe estar en algún lado.

Enarcó una ceja, confundida y escéptica, pero después de buscar una segunda respuesta en Lucerys, dedujo de inmediato que ambos todavía se encontraban encima de su bruma de excitación tras una hora o dos de volar lo más lejos de sus tierras que se les permitía. La compañía de Baela surtía ese efecto en ellos, una carrera todos los días, algo retador para ponerse a prueba, lanzándose en picadas y volteretas que desde la playa lucían peligrosas y, desde los lomos de un dragón, Visenya probablemente preferiría morir.

Hizo a un lado su libro con la página marcada por un listón de oro y lo colocó junto a su cadera, poniéndose de pie para recibir con un abrazo a su exaltada prima-hermanastra antes de que se le abalanzara encima. No se quejó por el olor, en su lugar inhaló hondo y arrugó el puente de la nariz.

—Apestas —rio en serio y en broma.

—Así huelen los vencedores cuando patean traseros reales. —Uno de sus brazos descansó sobre sus hombros antes de volverse al resto de sus hermanos con la voz orgullosa—. Díganselo.

—¿Le pateaste el trasero a mis hermanos y ni siquiera tuviste la cortesía de extenderme una invitación para presenciarlo, prima?

—Lo haré de nuevo mañana, las dos tienen que estar ahí.

Cuando por fin pudo librarse de su agarre, Visenya dio un par de pasos y volvió a su lugar, demasiado cómoda en su pequeño rincón de paz. Jace la miró desde el fondo y comenzó a caminar en su dirección una vez más, inclinando su cabeza al saludar a la menor de las gemelas. Rhaena le correspondió con la misma educación.

Jacaerys se unió a la conversación. —Fue suerte —gruñó divertido.

Una vez de pie a su lado, él se sentó junto a ella. No tomó un sitio en el sofá como había anticipado, sino uno en el suelo, apoyando la espalda contra la columna de piedra. Estaba tan cerca que podía palpar el calor corporal emanando en cantidades absurdas a través del traje de cuero, adhiriéndose a su piel como el sol.

—Estrategia —lo corrigió Baela.

Visenya bufó— ¿Y vinieron hasta mis aposentos en lugar de asearse primero...?

Su atención recayó en un silencioso Lucerys de pie a la izquierda de Rhaena, escuchando atentamente sus palabras acerca del bordado que estaba elaborando, mostrándole justo dónde planeaba darle más colores al trabajo y explicándole cómo intrincaba los hilos. La ternura volvió a crecer en su interior y murió cuando Luke la miró de reojo, haciéndole una mueca fugaz y pueril como un niño tonto.

𝐒𝐀𝐍𝐆𝐑𝐄 𝐘 𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍𝐄𝐒 +21Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz