𝟎𝟑.

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RHAENYRA TOMÓ POR DECISIÓN QUE JACAERYS Y VISENYA COMPARTIRÍAN EL CASTIGO CON SU HERMANO MENOR TRAS ATACAR A SU MAESTRE AQUELLA MISMA MAÑANA

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RHAENYRA TOMÓ POR DECISIÓN QUE JACAERYS Y VISENYA COMPARTIRÍAN EL CASTIGO CON SU HERMANO MENOR TRAS ATACAR A SU MAESTRE AQUELLA MISMA MAÑANA. A pesar de las protestas, las acusaciones y el recuento de los acontecimientos coreado por tres voces diferentes a la vez durante la merienda, en presencia de Daemon, Joffrey y sus exquisitos hermanos de rasgos valyrios, nada logró decrecer la determinación de su amorosa madre. Su padrastro, aunque no complacido por ello, demostró estar de acuerdo, dictando en su nombre una semana entera limitada a las clases que podían impartirse únicamente dentro del castillo.

Para los Velaryon, quienes disfrutaban de atacarse mutuamente durante los entrenamientos, fue lo más cercano a una flagelación en los huesos con Hermana Oscura.

El menor de los cuatro se mofó como solo él sabía hacerlo, desde su sitio al lado de su benevolente mamá, riéndose a escondidas. Un precio justo por haberlo excluido de sus actividades. Joff no era un chiquillo rencoroso ni sensible, tal vez recordaría el desaire por el resto del día pero eventualmente dejaría el recelo en el pasado para la mañana siguiente.

Ni siquiera Jacaerys, el heredero y vástago más razonable, consiguió una sentencia menos desconsiderada. Trató de objetar, no era un mérito que se le pudiera negar. Descuidar sus entrenamientos continuaba siendo poco práctico–para él y para sus hermanos–, era joven y tenía que afinarse con la espada y engrosarse para el combate pero la princesa Rhaenyra reforzó sus palabras una vez más.

—No vas a perder tu formación por abandonarlo una semana, Jacaerys —dijo ella llevándose un bocado de pastelillo a la boca antes de dar de su postre al bebé Viserys sentado en su regazo, hablándole bajito y dulce.

Por supuesto, Daemon tampoco añadió nada al respecto, probablemente porque no encontraba placer en expresar su discrepancia, ya estaba bastante ocupado riéndose a sus expensas con Aegon el Menor, jugando en los brazos de una de las niñeras presentes.

Lucerys parecía el más beneficiado de los tres, después de todo era su onomástico y escuchar que podía ausentarse a los adiestramientos matutinos por pasar los próximos días metiendo la nariz en los libros de la biblioteca en realidad era el mejor regalo que había recibido hasta entonces. Devoró su plato como si no acabara de atiborrarse de dulces en sus aposentos y canturreó estar dispuesto a cumplir su castigo como un buen hijo.

Y Rhaenyra lo apremió otorgándole una caricia en ese cabello oscuro y ondulado suyo. Luego limpió su mejilla con un pañuelo y lo interrogó como si la mujer no supiera cada detalle del pequeño escándalo, su esposo tampoco fue discreto, ansioso por oír la misma diatriba.

Visenya y Jace compartieron una mirada de soslayo, cada uno de extremo a extremo de la mesa. De pronto, las quejas por su parte cesaron, conviviendo en activo silencio por el resto de la mañana. No se daba con regularidad pero tampoco era extraño, peleaban por tonterías y se contentaban para la cena, rara vez era algo grave.

Aunque no estaban exactamente reñidos.

Se mantuvo al margen de la charla, picando su comida con el cubierto adecuado pues el modesto tentempié había sido más que suficiente para su estómago. El menor de sus hermanos Velaryon robó a escondidas lo mejor de su platillo y regresó cada porción con partes de la comida que no le gustaban; no sin su conocimiento, desde luego. Su padrastro constantemente le recriminaba su indebida complicidad con todos sus compañeros de vientre, como si hacer pasar los vegetales de Joffrey como suyos fuera una especie de crimen.

𝐒𝐀𝐍𝐆𝐑𝐄 𝐘 𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍𝐄𝐒 +21Where stories live. Discover now