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Derek me dejó sola una vez más luego de ordenarme que revisara y descifrara el libro que encontré en el bosque. Inmediatamente cerré la ventana con molestia. Era muy turbio cuando el idiota se aparecía como un acosador a la distancia y definitivamente había llegado a su límite cuando ingresó en mi habitación durante la noche. 

El tipo estaba guapo, pero incluso para mí, era extraño su comportamiento.

Prefería que cualquiera me estampara contra contenedores de basura o contra lo que sea durante la madrugada, que alguien apareciéndose en mi casa de la nada y peor aún, en mi habitación.

Luego de asegurar toda la casa cerré el libro y lo guardé muy lejos de mi, porque me molestaba el hecho de que un random me dijera qué hacer. Es por eso que lo escondí en el sótano en medio de unas cajas con basura de mudanza.

Les curas un brazo y ya se creen con el poder de ordenarte. Nonono.

Siendo sincera, me daba más miedo la idea de quedarme sola en casa que cualquier otra cosa en el mundo

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Siendo sincera, me daba más miedo la idea de quedarme sola en casa que cualquier otra cosa en el mundo. Ni siquiera me sentí tan insegura en el bosque ni en el lugar en el que encontré el libro porque sé que nadie sabría que estaría ahí para hacerme daño físico. Pero... ¿en mi casa?
Mi programa de supervivencia de latam me decía que dejara luces encendidas en caso de que alguien estuviera vigilándome a la distancia. Me asustaba la idea de tener algún intruso o a cualquiera haciéndome daño. ¿Cómo me defendería? Apenas iba descubriendo lo que realmente era. Si bien lo más lógico es que era una bruja... aún no sabía usar esos poderes ni dones; así que prácticamente era una persona indefensa que sólo manejaba un cuchillo.

Luego de dos semanas aproximadamente, pensando en los peligros a los que estaba expuesta viviendo sola, escuché un ruido en la parte de abajo de la habitación como si todo aquello lo hubiera manifestado y comencé a entrar en pánico; entonces me encerré en mi habitación y me metí en el clóset junto con el cuchillo que llevé al bosque.

En ese momento me sentí parte de una película de terror, porque poco a poco escuchaba los pasos y cómo se acercaban a mi habitación para intentar abrirla y luego golpearla para forzar la entrada. Demás está decir que me largué a llorar.

Luego de unos minutos el ruido cesó, estaba lista para salir y cuando me acerqué a la puerta de mi habitación para averiguar de qué se trataba, alguien me tomó de los hombros y me largué a gritar soltando el cuchillo por el susto mientras me retorcía como gusano para que me soltara.

— ¡Gabrielle, cállate! Soy Scott. — Insistía él mientras hacía que volteara para verlo e intentar tranquilizarme.

Inmediatamente comencé a golpearlo y a reclamar. — ¡Maldito idiota! ¡¿No sabes que hay una puerta!?

— Estaba asegurada y entré por la ventana.

— ¿Y no sabes tocar el puto timbre de la entrada? ¡Esta no es tu casa!

— Vi las luces apagadas y solo estás tú, por eso entré. Somos amigos, ¿no?

— ¡Exactamente por eso debes llamar!

Manada (Shifting)Where stories live. Discover now