19. Quinta enmienda

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—Esta noche iré a la fiesta, cómo todo el mundo— respondo con el tono más borde posible.

—¿No puedes pasarte por mi casa antes para que hagamos algo?— pregunta con un tonito seductor—. Mis padres no están...

—Abby, ya te lo dije, lo nuestro se acabó— la corto antes de que se siga pintando pajaritos en el aire.

Tengo que tener una plática seria con ella, creí que me la había quitado de encima hace meses, incluso había empezado a denotar cierto odio hacia mí. ¿La prueba? Su comportamiento la noche en la que conocí a Aura, borde e hiriente; no entiendo porque ha cambiado tan de repente y no tengo intensión de averiguarlo.

Me enrollé con ella una noche hace un par de años, fue unos meses después del accidente, estaba drogado en una fiesta en la que no me sentía bienvenido y simplemente ocurrió. No me siento orgulloso de haberla usado de premio de consolación pero al menos puedo decir que le dejé las cosas claras antes y después del incidente, cómo hice con Daniela y todas las chicas con las que me he enrollado desde entonces.

Me despido de Aura para hablar más a gusto con Abby y le aseguro que la llamaré más tarde, algo en su tono de voz me hace creer que se ha molestado conmigo por algo. Quizás escuchó la conversación y está celosa, pero no tiene motivos para estarlo.

Desde que hicimos esa apuesta no me acostado con ninguna otra chica, soy un tipo serio cuando quiero algo. Y en este caso la quiero a ella.

Cojo a Abby del brazo y la encierro en el laboratorio de química a mi derecha. ¿Quiere hablar? Pues hablemos y acabemos con esto cuánto antes.

—¿Que quieres?

—Ya te lo dije, mi dosis de tí— me echa las manos al cuello e intenta besarme, pero me estremezco como si me acabasen de echar encima un balde agua fría y salgo de ahí antes de que intente algo más—. ¿Que pasa, cariño?

—Eso te pregunto yo a tí— suelto—. ¿Por qué volviste a esta actitud?

—No entiendo a que te refieres— intenta salir pero pongo mi mano en la puerta para detenerla.

—Si que lo sabes, hace unos meses no podías ni respirar el mismo aire que yo, y ahora me tratas cómo si fuéramos novios de toda la vida ¿Que te sucede?

—Me gustas, Aren, desde hace años que estoy enamorada de ti y lo sabes, pero parece que no soy lo suficientemente atractiva para tí.

—No se trata de eso— niego levemente con la cabeza—. Eres guapísima, Abby, cualquier chico se fijaría en tí...

—Menos tú— me interrumpe.

—Menos yo— confirmo. Me siento cómo el peor idiota al decirle esto una vez más—. Tu buscas algo serio y yo no, te lo he dejado claro desde el comienzo. No eres una chica que se merezca algo de una sola noche.

—Ya, cállate— escupe—. Me estás diciendo todo esto para limpiar tu conciencia, pretendes que con decirme que soy maravillosa y tu un idiota me voy a quedar tranquila, pero...

—Tienes razón, lo único que intento es limpiar mi conciencia— es mi turno de interrumpirla—. No te voy a seguir soltando chorradas para justificar la verdad. Nunca me has gustado, y dudo poder fijarme en ti en algún momento. Si, nos acostamos en esa fiesta y fue bastante divertido, pero siempre te dejé las cosas claras.

Si por las buenas no entendió, espero que de esta forma si lo haga. Me rebajé al decir que no era el chico que ella buscaba, soy el tipo de todas. Si, soy perfecto en todos los sentidos y no la culpo por estar enamorada de mi.

—Eres una persona despreciable— dice por fin, casi al borde del colapso—; algún día te vas a enamorar y ruego a Dios porque esa persona te rompa el corazón. Espero que sientas en carne propia lo que hemos sentido todas y cada una de las chicas que han tenido la mala suerte de fijarse en tí.

Prohibido Enamorarse Where stories live. Discover now