5. Medio Madrid

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18 de Marzo, 2015

El día esperado, llegó.

Desde temprano pude escuchar en casa de Villamil todo el alboroto que tenían por ser este el último día de Juan Pablo en casa, al menos en los siguientes seis meses.

— ¿Iremos a despedirlos, verdad? — pregunté mientras mamá desayunaba.

— No lo sé... si salgo temprano, por supuesto que sí.

— Mamá — la miré. Hace apenas dos días me prometió otra cosa.

— Lucía, no puedo salirme del trabajo sólo porque los chicos se van a Madrid... ¿A qué hora es?

— Se verán en el aeropuerto a las 6:30.

— Intentaré. Pero si puedes, pregúntale a Juan Pablo si puedes irte con ellos.

— Llevan el coche lleno de maletas.

— Inténtalo.

Dejé mi taza de café en la mesa y salí a buscar al chico en cuestión.

Toqué su puerta y su mamá fue quien abrió.

— Hola — saludé apenada. Evidentemente estaba ocupada — ¿Está Juan Pablo? — pregunté sintiéndome una chiquilla que busca a su amigo para salir a jugar.

— En su recámara... Todavía terminando de preparar una maleta — se escuchaba cansada, y la entiendo. Juan Pablo a veces resulta dejar cosas importantes para el último momento.

Me dejó entrar. Fui directo a la habitación del de ojos verdes y este ni siquiera se percató de que lo observaba desde la puerta. Se dio cuenta hasta que decidí sentarme en la orilla de la cama.

— Me asustaste, Lucía — se tocó el pecho entre risas — ¿Qué hace aquí? ¿Me va a ayudar? — su mirada se iluminó tras la idea.

— Quisieras — reí sarcástica — venía a preguntar si crees que pueda irme con ustedes al aeropuerto. Mi mamá no sabe si saldrá a tiempo del trabajo.

— Sí, claro... No, espera — esa sonrisa solo significaba una cosa. Chantaje a la vista. — Sólo si me ayudas a terminar mi maleta.

— Ok, pero sólo porqué en serio quiero despedirme de los demás.

— No, entonces suelte, suelte ... dígale a los demás que la lleven al aeropuerto.

Frunció el ceño fingiendo molestia y me arrebató los abrigos que recién había tomado de su armario.
No me dejó hacer nada para ayudarlo y con supuesta tristeza, me fui de su casa.

• • •


El día se me fue básicamente en terminar un par de tareas pendientes, y además, en arreglarme para ir a despedir a mis amigos.
Me tomé el día libre de escuela, aunque seguro mañana me arrepentiré de tal cosa.

5:45pm

El timbre de casa sonó.

— ¿Nos vamos, Luly? — preguntó el de ojos verdes en cuanto abrí.

— De hecho, los Vargas vendrán por mi — mentí.

— ¿Qué? No hizo eso.

— Sí, llamé a Simón en cuanto regresé a mi casa después de lo que dijiste.

— Exagerada, sólo bromeaba.

— Ya lo sé — reí — voy por mi bolsa.

Se quedó ahí... o bueno, eso creí.
El hombre aprovechó que fui a mi habitación para husmear en mi cocina y salió con un paquete de galletas que ni siquiera yo sabía que tenía.

Escondida en canciones Where stories live. Discover now