16.

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Esa incómoda situación era la excusa perfecta para acabar en esos momentos con la llamada, o más bien, ya no hablar hasta el día siguiente. Pero ambos hombres estaban acostados, viéndose con la leve luz de luna que entraba por la ventana de ambos y hablaban, con una tonalidad más baja y casi susurrando con calma.

Aquel incidente había desaparecido en esos momentos de la mente de ambos, y se fundían en una relajante conversación mientras platicaban.

Zoro no podía recordar cuando fue la última vez que platico con alguien antes de dormir, y la voz baja de Sanji le transmitía una estúpida tranquilidad que no quería dejar de oírle.

— Tsh encima el infeliz comenzó a reclamar diciendo que mi salsa era la mejor sólo porque utilizé pimientos del norte; le pateé el trasero de una manera en el concurso que no te imaginas; vaya perdedor. — Comentaba uno de los tantos concurso de cocina que participó, y en todos, siempre salia como ganador. Zoro, por más poco que sabía de cocina y no podía aún entender cómo un sólo ingrediente puede cambiar tanto una comida, aún así escuchaba atento a ese rubio que cada que se hablaba de cocinar, siempre se escuchaba lleno de pasión y amor; hablaba con el alma y todo su corazón.

— Hey cejitas... ¿Por qué elegiste cocinar? — Susurro en la soledad de su habitación, siendo solamente escuchado por ese hombre que quedó en silencio, al parecer tocó un tema algo profundo. Segundos de silencio permanecieron, realmente lucía como si verdaderamente estuviera buscando las palabras para hablarle, y fue ver como ese rubio coloco uno de esos cigarros sobre sus labios y el sonido del encendedor prendiendolo fue lo primero que corto esa larga espera hasta que hablo.

— Cuando era niño, el único lugar en que podía sentirme seguro y lograr algo,... así sea deplorable a mi corta edad,.. era la cocina... Yo... — Corto sus propias palabras, quizás era por las dudas o lo duró que era de mencionar. — Mi madre enfermo cuando nací, y un día decidí hacerle un... Muy patético platillo... — Dijo esas últimas palabras apretando sus dientes contra esa colilla de cigarro, ese rubio observaba el techo, como si se lo estuviera comentando al mismo aire, aún cuando había un musgo escuchándolo. — Me gustaba cocinar... Ella lo notó y me dijo que siguiera haciéndolo, dejando una promesa al aire de que seguiria comiendo lo que hiciera; poco después, falleció... Y al recordar esas palabras, continúe haciendo lo que amaba. — Zoro vio una gran bocanada de humo salir de esos labios y un Sanji cerrando los ojos con calma.

"Así que perdió a su madre a temprana edad..." Fue lo que pudo pensar, y también, procesando lo que ya sabía de ese chico. Por los primeros comentarios, pudo sentir que había algo más ahí que le costaba decir, y no se abstuvo de preguntarle. — ¿Sentirte seguro en una cocina? Creí que ese viejo que sufrió hoy, era tú padre y por eso te inspiraste...

Sanji sonrió con ese cigarrillo sobre sus labios y negó con la cabeza. — No es así... Yo... Es más difícil de lo que parece. — Respiró profundo nuevamente, no le gustaba comentar su pasado, y la oscuridad de la noche le generaba mas melancolía, colocandolo en un estado mas vulnerable; y ya ese idiota de pelo verde sabía más de él que todas su amistades, nunca se había abierto ante nadie antes. Iba a quedarse callado, pero recordó que también quería saber más de Zoro y era injusto de su parte quedarse callado... Entonces hablo. — Zeff fue la persona que me adopto cuando escape de mi familia. Vivía en un legado de personas millonarias he interesados sin sentimientos, y el peor de todos era el hombre que fue mi progenitor. Solamente nacimos para seguir un papel, así sea político o con un gran renombré; como dueños de empresas o reconocidos abogados. Ya sabrás la vergüenza de mi padre cuando no lograba memorizar esas agobiantes frases para volverme abogado, y si no era eso, era economía o finanzas, tsh... Todas esas mierdas no me interesaban. Y si no era la basura de ese hombre que me molestaba, eran mis hermanos que estaban más desarrollados y ellos si eran el orgullo de mi familia, quienes venían a burlarse y agredirme sin compasión. Inclusive llegué a pedirle ayuda al viejo ese... — Sanji no lo notaba, pero la voz le comenzó a temblar en un punto de la conversación y ese cigarrillo que aun seguía aspirando, aún cuando lo había acabado momentos atrás. El labio inferior le tembló y Zoro casi salta de la cama, como si pudiera abrazarlo rápidamente antes de verlo llorar. — Luego de que mi madre falleció, soporte muy poco tiempo más ahí y logré huir... No sin antes oír a esa escoria diciendo que nunca diga que era mi progenitor y mucho menos que lo conozco; al parecer la decepción y asco que me tenía como su hijo por no comprender cosas tan desarrolladas como una carrera profesiónal, eran mucho más fuerte de lo que podría creer. —Zoro apretaba fuertemente sus puños y la ira le recorria toda la sangre, con una vena hinchada en la cabeza.

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