Epílogo

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Seokmin mordió la cara interna de una de sus mejillas, mientras sus ojos observaban la imagen que el espejo ante él reflejaba completamente. Manos hábiles moviéndose de un lado a otro por sobre su cuerpo y ante otro pinchazo, sus labios se torcieron en una mueca. Escuchando un suspiro.

—Su alteza, realmente necesito que no se mueva.

Mirando hacia el hombre de mediana edad, sus mejillas se calentaron pero mantuvieron el color.

—Lo siento.— musitó por lo bajo, avergonzado de su inquietud incontrolable.

El contrario sacudió una mano queriendo restarle importancia y para tranquilizarlo, le sonrió gentilmente.

—¿Por qué tan nervioso?— preguntó con suavidad, volviendo a centrarse en su tarea interrumpida—. Es la quinta vez que nos
vemos en tres meses. Creí que habíamos superado esa barrera.— agregó pícaro.

Riéndose entre dientes, Seokmin sacudió su cabeza de manera corta.

—Yo sólo..., no lo sé.— murmuró con cierta torpeza—. Creo que la fecha llegó más rápido de lo que anticipé.

Asintiendo en comprensión, el hombre dio un paso atrás, viéndole con detenimiento.

—Es normal estar nervioso, su alteza. Después de todo, mañana será su boda.— le recordó en un tono cordial—. Por eso debemos ajustar los últimos detalles a su traje. Aunque no son muchos, mínimos en realidad.

—Lo sé, siento estar dificultando su trabajo.

—Nada de eso. Su desempeño ha sido fantástico.

—Gracias.

Murmuró en aceptación del reconocimiento recibido. Aunque ambos sabían que eso no era del todo cierto. No tenía que hacer mucho, nada prácticamente pero aún así actuaba torpe.

Cruzaron un par de palabras más pero mayormente, el silencio reinó entre ellos. A aquellos temas que pudieran sacarle más jugo, ya lo habían hecho en las primeras semanas que se conocieron. A veces habían temas de los cuales conversar y otras veces, no. Lo que estaba bien.

Un trato cordialmente profesional, también estaba bien.

Para cuando Seokmin llegó a su casa y se encontró en la intimidad de su habitación, no titubeó al momento de encaminarse hacia la silueta de Joshua. Quien estaba en su escritorio, leyendo aparentemente.

Lloriqueando falsamente, consiguió la atención del hombre. Éste apenas pudo darle una mirada de soslayo cuando Seokmin rodeó su cuello con sus cortos brazos.
Obteniendo del contrario, por su acción y continuos lamentos, una risa baja.

—¿Fue tan malo?— preguntó luego de dejar sus papeles, procediendo a acariciar sus finos cabellos castaños.

—Rasgué la tela.

—¿En el mismo sitio?

—No, en la zona de los brazos.— respondió con pena, intentando ocultar su rostro en la complexión ajena. Aunque la postura fuera incómoda y muy difícilmente, su prometido viera algo más que sus cortos cabellos—. Fui demasiado brusco al momento de estirar uno de mis brazos y la tela simplemente se abrió.
De seguro me odia por estar arruinando su trabajo.

Y como anticipaba, Joshua se rió. Sus lamentos no eran recientes. Desde que la toma de medidas y las pruebas de los primeros trajes, dieron inicio. Las quejas le acompañaron también. Algunas siendo más auténticas que otras.

Al parecer, su mortificación le era divertida de la misma forma que encantadora.

—Cuando los diseños se hacen muy justos, es normal que suceda. No te preocupes.

Real engagement - SeoksooWhere stories live. Discover now