MILO MANHEIM

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"Discos y besos"

—entrégamelo— gritó la castaña corriendo por toda la casa para atrapar a tal pelinegro que se había robado uno de los discos favoritos de esta.

—No lo haré hasta que me des un beso—exclamó Milo, atrapando a la chica entre sus fuertes brazos.

—¡Suéltame!, y ten cuidado con mi disco, es de colección—dijo la chica zafándose de su agarre.

—Solo dame una razón, que sea coherente, por la cual no me besarías, ¿porfavor?— dijo el pelinegro mirando detalladamente los ojos de la chica.

—Porque somos amigos Milo, conozco a varias personas que han arruinado su amistad por un simple "beso"— dijo la castaña con un poco de tristeza.

—¿Y eso que tiene?, no dañaremos una amistad que no funciona, sabes que te quiero Elle, no quiero que digas "amistad" al referirte hacia mí.—confesó el chico un tanto temeroso por la respuesta de su "amiga".

—¿Estás diciendo que te gusto?— preguntó la castaña.

—Es mucho más que eso, si solo me gustases no hubiese hecho nada al respecto, pero es diferente, contigo es diferente, lo que siento cuando estoy a tu lado, la forma en la que sonrío inconscientemente al mirarte, como puedo ponerme nervioso y tembloroso, cuando estás muy cerca de mí, y a pesar de eso, te quiero más cerca, que no haya ninguna distancia entre nosotros, ¿eso es solo "gustar"?—

La castaña se quedó paralizada tratando de procesar lo que su amigo le acababa de confesar, se asustó cuando sintió sus mejillas arder y un revoloteo en su estómago, aquello a lo que llamaban mariposas, quería matarlas, no sentirlas, pero le era imposible, se sentía completamente débil, como si no pudiese si quiera moverse, tenía unas irremediables ganas de besarlo, pero estaba ahí, completamente paralizada.

—Mierda Elle, me estás matando, porfavor dí algo— suplicó el pelinegro con los ojos cristalizados.

Requería mucha fuerza por parte de Elle para que pueda pronunciar si quiera una palabra, fuerza que no tenía, pero algo en su interior hizo que ella se acercase hacia el, tan cerca estaban que pensó que se volvería loca, pudo sentir el dulce aroma del perfume del joven enfrente de ella, se acercó aún más, poniéndose de puntillas por la altura del joven y dejar un pequeño beso en sus labios.

El joven la miró después de la acción que la castaña realizó y agarró con firmeza la cara de la chica y la besó, un beso en el que se dijeron todo sin palabras, un beso tan necesitado, tan esperado que no querían separarse nunca más, querían estar allí, morir allí, que sus almas juntas se dirigieran hacia el paraíso y sus cuerpos florecieran en la tierra.

Como si fuese una daga en el corazón, se tuvieron que separar por falta de aire, las manos del joven seguían en la cara de de la castaña acunando sus sonrojadas mejillas.

—También te quiero Milo— dijo la chica aún agitada por el reciente beso.

—Si, eso es música para mis oídos, más que tu querido disco—dijo entregándole el disco.

La chica río y volvió a besarlo, otra beso con el mismo sentimiento, aquel sentimiento que ambos sabían que se quedaría plasmado en sus almas hasta el día que sus corazones dejen de latir.

—Elizabeth

𝙊𝙉𝙀 𝙎𝙃𝙊𝙏𝙎; 𝙢𝙪𝙡𝙩𝙞𝙛𝙖𝙣𝙙𝙤𝙢Where stories live. Discover now