8 | Yoongi

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Yoongi está colgando afiches en las paredes del estudio cuando escucha la puerta principal abrirse seguida de una una voz, alta y molesta, llamándolo por su nombre real.

Cerrando los ojos, orienta a la cabeza al cielo, reuniendo la paciencia que necesita para lidiar con el mismísimo Jeon Jungkook.

Jungkook trabaja en el estudio fotográfico que está justo debajo de Ink-Inc. Desde la inauguración de Snapshot, hace cosa de dos años, pensaba que tener un estudio de fotografía tan cerca sería beneficioso para su trabajo.

Y lo es, en realidad, puesto que ellos son a los que recurren cuando realizan sesiones para promocionar sus obras. Yoongi se encuentra en una odisea eterna de hacer entender al público general que los tatuajes son tan respetables como forma de arte como cualquier otra.

En parte, esta es la razón por la que Jungkook lo saca de sus casillas. El chico puede llegar a ser exasperante, sugiriendo tatuajes más y más ridículos cada vez que lo visita, que Yoongi sospecha que ya es solo costumbre en lugar de un deseo real de hacerse un tatuaje. Aunque, y esto es algo que Yoongi jamás admitiría en voz alta, ha comenzado a tenerle cariño.

Como siempre, Jungkook se dirige directo a él, y se queda parado observándolo. Yoongi se toma el tiempo de terminar de colocar el póster antes de dar la vuelta.

Hoy Jungkook ha cambiado su usual atuendo, un combo de sudadera y jeans desgastados, por unos jeans oscuros impecables y una camisa negra. Carece de su característica gorra, por lo que sus perforaciones en ambas orejas son bastante visibles.

—¿Qué se te ofrece, Jungkook? Si vienes a pedirme un tatuaje, la respuesta sigue siendo la misma: no hasta que cumplas veinte, son las reglas.

Jungkook bufa, ajustando las correas de su mochila.

—Nah, no vengo a molestarte por eso hoy. Solo que voy de camino a Taeyang, y mi amigo Jimin... ¿lo conoces, no? El pelirrojo de la galería de arte. Bueno, él me pidió que te preguntara qué días tienes menos clientes para hacerte algunas consultas.

Yoongi parpadea, intentando hacer memoria. Los demás locales y tiendas que están en ese complejo suelen pasar desapercibidos para él. Él tiene un turno durante las últimas horas de atención, por lo que no tiende a explorar el complejo comercial, a excepción de Resonance, Motion y Paenji, donde trabajan Namjoon, Hoseok y Seokjin, respectivamente.

Solo pensar en Seokjin hace que sienta calor en las mejillas, ahora. Aunque no hablan desde el día anterior, quedaron en tomárselo con calma y ver cómo se desarrollan las cosas, se llena de emoción por las posibilidades.

Así que se siente un poco exaltado cuando el menor chasquea los dedos frente a él, sacándolo de su trance. Jungkook entrecierra los ojos, escudriñándolo.

—Creo recordar que en estos meses has estado haciendo viajes al otro bloque a pesar de que estás en el primer nivel... ¿encontrase algo de inspiración en Paenji, hm?

—Ese no es tu problema—suelta, intentando no sonrojarse y dando la vuelta para llegar detrás del mostrador para tomar un volante—Puedes darle esto a tu amigo, allí se detallan los precios dependiendo del tamaño y la complejidad, no hacemos tatuajes demasiado complejos en una sola sesión.

Jungkook baja la mirada. Lee el volante por unos segundos y luego sonríe con aire misterioso.

—Oh, aquí está lo de los combos, ¿hay promociones para parejas?

Yoongi pone los ojos en blanco.

—No te haré un tatuaje, ni siquiera si tu pareja es mayor de veinte-

—Nah—dice, doblando el papel a la mitad y guardándoselo en el bolsillo—El tatuaje es para Jimin y su pareja, cumplen seis años de novios. En fin. Gracias, nos vemos luego.

Jungkook sale de la tienda, dejando a Yoongi solo con sus pensamientos. La mención de los dos otros empleados de las tiendas siendo pareja por tanto tiempo lo deja sintiendo un cosquilleo en los dedos....

Trabajar tan cerca de la persona que más quieres, ¿cómo se sentiría? Es decir, él y Seokjin, obviamente, sienten algo por el otro. Pero supone que es diferente llevar años de relación, construir una vida alrededor de otra persona, fundir las rutinas en una sola, verse desde el primer momento en que el sol asciende por el horizonte hasta que la primera estrella es visible en el cielo nocturno.

Yoongi, entonces, encarga a Yeonjun que atienda la entrada. Se retira al estudio en sí, a la sala donde se realizan los tatuajes. Toma un cuaderno de bocetos en que ha estado trabajando desde el inicio del año y busca una página nueva.

El primer trazo del grafito sale fluido, como si su mano tuviese vida propia. Todo lo que hay en la mente de Yoongi es una flor que le recuerda a Seokjin.

La voz bajo todos los silencios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora