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Apolo

A estas horas uno de los retornados ya debería de estarse encargando de aquel intruso que tanto vino a fastidiar, si la suerte me sonreía, los bastardos de mi medio hermano serian un daño colateral que aceptase con mucho gusto. Claro que, luego tendría que ir con Hefesto y Afrodita para darle mis más ¨sinceras¨ condolencias por sus pérdidas. Pérdidas que serían beneficiosas para acusar a Nix de ser la causante. Haciendo esto que la riña entre el Olimpo y la primordial sea algo inevitable. El problema es que, enviar a uno solo no basta, no, es insuficiente para garantizar la muerte de Alectrión. Carajo, si tan solo yo lo hubiese encontrado antes de que llegue al Olimpo, él ya estaría muerto y me haría con la lanza de Ares. Lástima que el bribón haya podido esconderse tan bien en todo este tiempo.

Aún así, que Cronos, mi abuelo, mejor dicho, en su egocentrismo, crea que enviar solo a un retornado sea suficiente para vencer al temor y el pánico y darle muerte a ese gallo... Me encoleriza, me hierve la sangre. No sabe de lo que son capaces, o mejor dicho, de lo que pueden llegar a ser capaces, si llegasen a tener un aumento en su poder como lo hizo su padre pero en un tercio... traería bastantes problemas. Y yo ni siquiera puedo ir a involucrarme a menos que les diese muerte absoluta, pero nada asegura de que Helios, ese hijo de titan, no se diese cuenta que yo los matase.

En fin, lo mejor es que deje de preocuparme por eso, y confiar en que el retornado de mi abuelo haga el trabajo. Por mi parte, solo queda algo que hacer, y es reunirme con el padre de Helios, Hiperión.

Aquel que todo lo observa, aquel encargado de asegurar que la luz alumbre a la victoria de Cronos, mi estúpido abuelo me lo ha dejado como su vigilante a quien todo debo de informar. Desde que se organiza en la reunión de los doce hasta cuantos kilos de mierda cagan en este monte. Tener que tratar con Hiperión no seria tan detestable para mí si tan solo tuviese la inducción al habla como el abuelo, el problema es que no lo tiene. Hablar con Hiperión es... Ni hay forma de como describirlo.

Ya casi es la hora de verme con él, debo de ponerme en marcha. Hora de empezar para lo que a mi parecer es una larga ruta, solo para estar en un lugar seguro donde hablar con él.

Salí de mis aposentos, viendo al retirarme de mi letargo a un montón de ninfas que me esperaban afuera. Estas al solo verme suspiraron y enternecieron, algunas denotaban en sus ojos la lujuria con la que querían compartir el lecho conmigo, otras más inocentes reflejaban en su mirada la historia de amor que tantos mortales escribían y que ellas querían vivir conmigo. Para mí solo eran un montón de estúpidas a las que recurriría en el máximo de mis estreses para conseguir relajarme. Con la más falsas de mis sonrisas las saludé y en cuanto ellas estuvieron complacidas pasé a retirarme. Caminé y caminé, viendo a su vez en que se ocupaban los otros dioses, en parte para confirmar que ninguno en su curiosidad fuera a seguirme. Al primero que me encontré fue al tristón de Eros, él que una vez fue el encargado de repartir amor con sus flecha surcando los cielos, y que lo único que surcaba ahora eran las forjas de Hefesto para fabricar flechas de amor a su hermano y madre. En otros momentos que no fuesen este, la tristeza de este otro bastardo de Ares me traería jubilo, pero no ahora, no con lo estresante que era esta situación. Seguí andando y a quien vi ahora no fue más que a mi padre con su otra hija, Atenea. Creo que conversaban de que hacer con los supuestos ¨problemas¨ que la diosa Nix estaba ¨causando¨, como fuese, mi padre me vio pasar y con un gesto de afirmación él entendió a donde iba. Atenea creo que casi se daba cuenta de esto, pero padre retuvo su atención con el mapa de Europa que había en una mesa. Continuando con mi me topé con mi tía Hestia, la zorra de fuego que me rechazó hace tiempo, con ella caminaba Iris. Los tres nos vimos a la vez que caminábamos en sentido contrario, las saludé como pude y seguí con mi rumbo. Para más adelante toparme Dionisio, él estaba sentando encima de su propia estatua, bebiendo su vino y emborrachándose a más no poder, preguntando por Hermes, pues quería que este le hiciese un recado. Simplemente lo ignoré, no tenia nada que conversar con él. A continuación, me terminé cruzando con Afrodita, quien era acompañada por su hijo Anteros, ambos revisando una lista, probablemente de las personas a las que tenían que enamorar hoy, estaban tan centrados en esa lista que ni se dieron cuenta que pasé por su lado. Luego, por un pasillo, pude oír el ruido de un martillo golpeando el metal, un ruido que se repetía una y otra vez. Asomándome por el umbral de la puerta noté que se trataba de Hefesto el cojo, que quien sabe que, estaba creando algo. Yo seguí con lo mío. Topándome a Hermes, que hablaba con Deméter y Artemisa, los primeros me saludaron cariño, mi hermana, me saludó con el amor que solo quien ha compartido el vientre de una madre puede dar. Al primero le dije que Dionisio lo estaba buscando, en cuanto oyó esto llevó su palma a la frente y disculpándose, se fue al momento. Deméter por su parte, me preguntó como estaba y a donde iba, le mentí y le dije que iría a un lugar donde pudiese crear nuevas canciones sin tener que oír distracciones. Artemisa, mi dulce y tierna hermana mencionó que quería acompañarme, con la mayor de las delicadezas le comenté que eso era imposible, que tener a mi más querida hermana seria una distracción inevitable. De suerte ella lo entendió y tras intercambiar un par de diálogos, me dejaron ir.

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⏰ Last updated: Jan 06 ⏰

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This is War II (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanficWhere stories live. Discover now