•|♔| Cuatro |♔| •

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Jungkook cerró la puerta detrás suyo y volteó a ver a uno de los guardias que estaba parado a unos
metros de ésta. Le hizo una seña con la mano para que se acercara, y el guardia lo hizo al instante. —El omega dentro es mi esposo —informó con el rostro impacible—. Vendrán a traerle comida, pero
no quiero que absolutamente nadie más ingrese, tampoco lo dejes salir no importa lo que diga,
¿Entendido?
El guardia hizo una reverencia mientras respondía. —Entendido, su alteza. —Si pide algo, quiero que se lo traigan inmediatamente —agregó antes de comenzar a caminar por el
pasillo. —¡Sí, alteza! —respondió de nuevo el guardia reverenciado una vez más a pesar de que el príncipe le
daba ya la espalda.
El príncipe alfa caminó sin prisa ni preocupación alguna hacia del despacho de los reyes. Ese breve
momento con el omega lo había puesto de buen humor, por lo que una mínima sonrisa adornaba su
perfecto rostro.
Como previó, una de las sirvientas más antiguas del castillo estaba limpiando las ventanas y al verlo
acercarse detuvo sus acciones para saludarno con una reverencia. —Bienvenido de nuevo, alteza. —Gracias, lucy ¿Podrías mandar a que le preparen la comida y se la envíen a mi esposo a la
habitación, por favor? —preguntó como si pedir favores para su esposo fuera habitual.
La mujer de edad avanzada no preguntó ni cuestionó absolutamente nada a pesar de la sorpresa al
escucharlo, y asintió para irse directamente a cumplir con la orden del príncipe. Conocía al alfa desde
que estaba aún en la barriga de su madre, y si algo tenía en claro, era que no cumplir de inmediato con
lo que pedía, era igual a molestarlo.
Y nadie quería que el príncipe se molestara.
Con la seguridad de que su esposo sería alimentado con lo mejor y rápidamente, continuó con el
camino que lo llevaría con sus padres. Levantó su mano y observó el anillo que le correspondía, el que
Taehyung le había puesto con torpesa, y sonrió landino.
Era distinto al del omega, ya que según las costumbres, el omega debe de llevar un anillo que se vea
igual de delicado que él. Y Jungkook mismo fue quien eligió el diseño del anillo que ahora le pertenecía
a Taehyung.
Suspiró satisfecho. No podía creer que lo había conseguido.
Antes de ingresar al despacho de sus padres, le pidió a otro de los sirvientes que por favor le trajeran
un té negro a la habitación. Pedido que fue llevado a cabo de inmediato ya que el beta de edad media se
fue a paso acelerado para preparar el dichoso té.
Sin tocar la puerta o esperar permiso, ingresó a la habitación y caminó tranquilo hacia uno de los
sillones individuales que estaban a un lado del escritorio de su madre, justo a su padre alfa, el cual
estaba sosteniendo un pañuelo con algunas manchas de sangre contra su boca.
Su madre alfa, que había estado parada frente a la gran ventana en un lado de la habitación, se
acercó y tomó asiento al lado de su esposo, con la mirada fija en su único hijo. Conectaron sus miradas,
y la sonrisa burlona del azabache solo aumentó el enojo del par frente a él. —Por esta razón no quisiste que asistieramos a la ceremonia, ¿Acaso planeaste el casarte con un
omega cualquiera? —preguntó la mujer intentando no perder el control.
Jungkook solo sonrió victorioso, luego la miró con fingida inocencia. —¿Por qué crees algo como eso? —llevo una mano a su pecho fingiendo ofensa—. ¿Acaso me acusas
de haber ayudado a la huida del príncipe Park para poder casarme con su dama de compañía?, si que
tienes una imaginación increíble, madre. —¡No te burles de nosotros! —gruñó la mujer dando un golpe a la pequeña mesa frente a ellos—. ¿Te
volviste completamente demente?, ¿Acaso te das cuenta de lo que hiciste?
Jungkook le dio una mirada de reproche, e hizo una señal con su mano derecha para que se calmara. —Qué rápido pierdes la compostura, mujer. No grites, sabes que no me gusta hablar con gente
alterada —dijo manteniendo una tranquilidad impacible—. Déjame responderte a tus acusaciones de
forma sincera, ya que es una falta de educación mentirle a tus propios padres —habló con un claro tono
burlón.
La puerta fue tocada, y tras un "adelante" de parte del alfa, el sirviente anterior ingresó e hizo una
reverencia hacia todos luego de dejar la taza de té cuidadosamente en la mesa pequeña frente al
príncipe. —Muchas gracias. Puedes retirarte —dijo amable. Mientras el hombre abandonaba la habitación, los reyes estaban a nada de comenzar a tirar de sus
cabellos ante la impotencia e irritación que les provocaba la actitud tranquila y segura de su hijo, a la
cual incluso luego de veintidós años no se a acostumbraban.
Jungkook tomó el pequeño plato en el que estaba la taza de porcelana blanca con detalles azules,
tomó la taza por la pequeña manija y sopló un par de veces antes de beber con una elegancia digna dela realeza.
Luego de un buen sorbo, levantó la vista para fijarla en cada uno. Sonrió divertido y orgulloso de si
mismo antes de fijar la vista en su anillo, y responder con tranquilidad. —Todo era parte del plan.
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Para matar el tiempo, Taehyung revisó todo lo que había en la habitación, y lo único interesante que
encontró fueron algunos libros sobre la guerra, tácticas de combate de un ejército y algunos otros sobre
economía y comercio. Se puso a leer uno que hablaba sobre el comercio y producción de joyas, y
también la historia de los reinos que poseen dichos minerales y piedras preciosas, cosa por la que éste
reino era muy famoso y rico.
En la hora que pasó leyendo, aprendió que cada reino llevaba por nombre el de gemas y piedras
preciosas porque en cada uno de los reinos abundaban cada uno de ellos. De ahí que en el que nació se
llamara reino de oro, porque éste era el mineral valioso que poseían sus tierras, y en el que ahora
estaba era una tierra rica en piedras de zafiro.
Hace tres generaciones, una de las princesas alfa Jeon contrajo matrimonio con el príncipe heredero
del reino de diamante que hoy en día no existe porque son uno solo. Luego de esa alianza, como las
tierras del reino zafiro era mucho más extenso y contaban con buena producción de materia prima,
acordaron que ambos reinos serían uno solo y sería llamado como zafiro por la razón anterior
mencionada y porque el zafiro también se encuentra en más colores que el predominante azul; como un
púrpura suave, blanco parecido al diamante popular, un verde claro parecido al color oliva y naranja.
Taehyung quedó maravillado con la cantidad de piedras preciosas que existían y las que poseía cada
reino, que generalmente sus gemas no variaban de color según el reino, como el caso del reino que en
sus tierras solo se encontraban el rubí, granate y espinela.
Debido a la variedad de colores de un mismo mineral, era que el reino de zafiro y el de diamantes de
convirtieron en los reyes del comercio y creación de joyas y accesorios. Con ese gran comercio ya
tenían ganancias billonarias, que solo aumentaron cuando distintas generaciones de los Jeon siguieron
juntando en matrimonio a los reinos poseedores de otros minerales y piedras preciosas, como fue el
caso del reino amatista, que cuenta con piedras con una gama de colores morados como la amatista,
espinela morada y la Alejandría.
La generación de los padres de Jungkook habían contraído matrimonio con el reino de perlas y el de
plata, logrando así que el diseño y calidad de las joyas y accesorios aumentaran junto con las ganancias
del reino zafiro que se quedaba con la parte más grande.
Su unión con el reino de oro solo significaba mucho más dinero, y el dinero era poder. Con más
dinero, obtienes mejores armas y entrenas mejores y más soldados. Y es así como además del comercio
de joyas, el reino de zafiro eran los reyes de la producción y comercio de la materia prima, de las joyas
y poseían el mejor y más grande ejército que incluso hoy en día los reinos restantes si no se unían, no
lograrían ni hacerles frente.
Ahora Taehyung comprendía mejor a lo que Jungkook se refería cuando le dijo que tenía al mundo en
sus manos. Era heredero del poder económico y de la caballería.
Desconocía en que otras cosas tenían completo poder, y el solo imaginarlo hacía que le doliera la
cabeza.
La puerta se abierta y él cerró rápidamente el libro sobre su regazo. Volteó a ver a la puerta y su lobo —que se convertiría en su enemigo si seguía comportándose de esa forma— comenzó a mover su cola
contento de verlo. Taehyung se había sentado en el suelo apoyando su espalda en la cama, y lo
observaba desde abajo.
Jungkook se paró a su lado y luego se puso se cuclillas para estar a su altura. Le sonrió tranquilo y
bajó la mirada hacia el libro sobre su regazo. —Cariño, tienes un precioso y cómodo sillón para sentarte a leer —comentó apuntando con un
movimiento de cabeza al sillón color caqui en un lado de la habitación. —Estoy bien aquí... —respondió algo cohibido por ser encontrado de esa forma. —Entonces está bien —dijo. Le ofreció su mano para ayudarlo a levantarse, y Taehyung no se animó a
rechazarlo. —G-Gracias —dijo una vez de pie, sosteniendo el libro entre sus manos, para luego entregárselo
nervioso—. Lo siento, es que me aburría, y como me dijiste que no saliera...
Jungkook rió leve y negó con la cabeza, tomando sus manos las suyas para dejar un beso en el dorso
de cada una. —Puedes leer todo lo que quieras, cariño. Luego te llevaré a que visites la biblioteca, ahora que eres
mi esposo debes conocer cada lugar de éste castillo. —¿Puedo? —preguntó con ojos brillantes. —Por supuesto, ¿Por qué no podrías? —preguntó el alfa observándolo con ternura al notar su sonrojo. —Soy hijo de una sirvienta de la realeza —le recordó mirándolo con seriedad—. No recibimos
educación porque no podemos pagarla, mucho menos tenemos para comprar libros o se nos permite
ingresar a la biblioteca del castillo —bajó la mirada al libro en manos del alfa, y suspiró—. El príncipe
Park fue quien me enseñó a leer, los números, y a resolver ecuaciones con las cuatro bases
matemáticas.
Jungkook asintió comprendiendo sus palabras, y dejó el libro sobre la cama para acercarlo desde su
cintura, como ya hizo varias veces y parecía ser una forma en la que le gustaba mucho sostenerlo. El
pobre omega solo pudo dejarse hacer, porque en verdad el tacto del alfa no era brusco o desagradable,y su aroma bajaba todas sus defensas. —Las cosas cambiaron, y a partir de ahora podrás aprender todo lo que quieras —aseguró
sonriendole—. La biblioteca será tuya si así lo quieres, y si quieres aprender otras cosas como tocar
instrumentos también puedes hacerlo, solo pidemelos y te lo daré —acercó su rostro hasta juntar sus
frentes, mostrándose un poco más serio para demostrar su sinceridad—. Te daré todo lo que
quieras...Solo pidemelo.
Vaya, Taehyung creía estar a punto de tener un ataque al corazón. —U-Un baño... —dijo apretando la tela del saco costoso del alfa—. Quiero darme un baño, por favor.
Jungkook volvió a sonreirle y le dio un beso pequeño, dulce. —Tendrás el mejor baño cada día, entonces —dijo, y se alejó un poco para tomar su mano—. Vamos.
Taehyung se dejó llevar fuera de la habitación, hasta al final del pasillo de la derecha, donde fuera se
encontraban dos sirvientas. El omega saludó a ambas con una sonrisa amable, y el alfa se encargó de lo
demás. —Por favor, preparen el mejor baño de rosas para mi esposo —dijo de forma tan natural que le causó
un escalofrío agradable al peligris—. Y quiero que tenga la mejor ropa interior y un vestido de la mejor
calidad, quiero que le muestren varios modelos y si el quiere elegir de qué color vestir, le harán caso y
conseguirán uno de los mejores vestidos en tal color, ¿Entendido?
Taehyung iba a decir que estaba bien con cualquier cosa, pero antes de poder decir algo ambas
mujeres hicieron una reverencia y caminaron apresuradas hacia dentro de la habitación a un lado. —Umm...Jungkook —llamó. —Dime, cariño —respondió volteando a verlo. —No es por apurarte, pero... —llevó una mano a su cabello, despeinandolo un poco ante los nervios—. Mis cosas, ¿Aún no llegan? —Deben de llegar en cualquier momento —respondió tranquilizándolo—. No te preocupes por eso. En
cuanto lleguen haré que las lleven a nuestra habitación, y tú puedes acomodar todo como más te guste. —Bien, gracias. —Tú solo relájate y disfruta del baño —volvió a besar su mano—. Yo tengo que hacer algo, pero
seguro que en cuanto salgas habré acabado y te ayudaré.
Taehyung le sonrió leve a modo de agradecimiento, realmente agradecido con él porque a pesar de
todo no lo había tratado mal en ningún momento. Suspiró un poco más tranquilo, obligándose a si
mismo a relajarse y confiar un poco más en el alfa con el que viviría todos los días a partir de hoy.
Debía de acostumbrarse a él si quería soportar las cosas con más facilidad y rapidez. Su salud mental
dependía mucho de qué tanto se adapte a su nueva vida.
Jungkook lo sacó de sus pensamiento cuando se acercó a su cuello para olfatear un poco antes de
dejar un beso en la zona. La puerta de lo que supuso, era el baño, se abrió dejando ver a ambas mujeres
con toallas y una caja de color bordó con lo que parecían ser jabones y pétalos de rosa y otras flores que
olían de maravilla. —Tratenlo incluso mejor que a mí —pidió Jeon a las mujeres—. Les confío a mi esposo, no me
defrauden.
A pesar de decirlo con un tono calmado y casi amable, ambas mujeres tragaron duro y asintieron
varias veces. —Alteza, por favor, acomañenos —pidió una de ellas a Taehyung. —Ah, claro... —le dio una última mirada al alfa antes de ingresar al baño a acompañado de ambas
mujeres.
Iba a tener un baño como los que el príncipe Jimin se daba, y decir que la idea no lo emocionó, sería
mentira.
Bien, si iba a tener que adaptarse a eso, debía de mínimo disfrutarlo, ¿Cierto?
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Jungkook contaba con su propio despacho en el castillo, el cual curiosamente era mucho más grande
que el de sus padres, ya que a veces era allí donde se habían reuniones con otros reyes y se
organizaban las tácticas de combate para invasiones o defensa.
El príncipe alfa aún no era rey, pero se encargaba de lo mismo que él desde que aprendió a hacer
todas esas cosas, y con la enfermedad de su padre alfa, su madre necesitaba de su ayuda aunque le
doliera admitirlo, porque la mujer no contaba con los conocimientos ni la habilidad necesaria para
hacerlo.
Iba a aprovechar el tiempo de baño de su esposo para comenzar con los detalles de los acuerdos
comerciales que hizo con el reino de oro. Ahora que prácticamente también controlaba aquél reino,
debía de organizar una reunión con los jefes de minería de oro y a los diseñadores de accesorios para
que se pusieran a trabajar en más diseños ahora que iban a poder utilizar el oro para hacerlo.
Escribió una carta para enviarla al jefe de minería, y cuando terminó de firmarla y sellarla, se acercó
a la ventana para abrirla y silbó una melodía breve. Un minuto después, un hermoso halcón gerifalte de
color blanco con manchas marrones apareció y se paró en el borde de la ventana de piedra. —¿Me extrañaste, Brook? —preguntó acariciando la cabeza del ave.
Ató la carta con una cinta de color azul en el cuello del animal lo suficientemente ajustado para que
no se saliera mientras volaba, pero no lo suficiente como para dañarlo. —Ten un viaje seguro —dijo, y volvió a silbar para que el animal comenzara a alejarse como llegó.
Regresó a su escritorio, y se dispuso a pensar en una propuesta para reclutar a más soldados
capacitados del reino de oro. Nunca eran suficientes soldados, y debía de seguir asegurando su podertotal en las batallas para impedir una guerra.
Debía de organizar también los gastos y ganancias de las exportaciones de materia prima a otros
reinos y continentes.
Tenía una charla pendiente con la junta de indumentaria, que también eran un gran negocio que le
generaba millones cada año. La moda era algo que, el creía, debía de estar en constante crecimiento y
variar estilos, por lo que cada tres meses se reunía con ellos para aprobar y sugerir ideas para vestidos
y trajes. Ahora también iba a pedir los mejores diseños de vestidos para su esposo, porque solo iba a
darle lo mejor de lo mejor.
Iba a darle los mejores vestidos; las mejores joyas, los mejores postres y comidas, los mejores
zapatos, todo lo mejor iba a ser para su precioso esposo.
Le daría el mundo, para convertirse en el suyo.
De esa forma, jamás iba a poder dejarlo.

Reino Zafiro Where stories live. Discover now