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Todos pensaban que el Gran Señor del Este reprendería a Luisen por su grosería, pero sus expectativas se vieron subvertidas. El Gran Señor preguntó a Luisen con una leve sonrisa en el rostro: "¿Quién eres?".


Luisen frunció las cejas. Su pregunta dejaba entrever que Luisen no era un peregrino cualquiera. Los ojos de este anciano y experimentado poderoso brillaban como estrellas recién nacidas. El joven señor estaba seguro de que el Gran Señor del Este ya se había percatado de su identidad, así lo parecía.


"Ya sabes quién soy, ¿verdad?".


'¿El peregrino de los rumores ya conoce al Gran Señor? ¿Quién demonios es?' Los nobles murmuraban entre ellos mientras intentaban adivinar la identidad de Luisen. Se barajaron muchos nombres, pero el duque de Anies no era uno de ellos.


Ante la respuesta de Luisen, la sonrisa del Gran Señor del Este se acentuó: "Aun así, al menos debería verte la cara".


¿Se refería a que Luisen revelara su identidad delante de toda esa gente? Los rumores de que Luisen, el Gran Señor del Sur, estaba aquí se extenderían al instante.


Sospechaba de las palabras insinuantes del Gran Señor, pero, por más que se estrujaba el cerebro, no lograba descifrar el motivo oculto de aquel hombre. Luisen se vio obligado a quitarse la capucha.


Los rayos del sol del mediodía, que entraban por la ventana de la tienda, se posaron en el pelo de Luisen. Su corta cabellera rubia brillaba como una aureola. Su rostro blanco y sus rasgos delicados -su esplendor inconfesable- quedaron al descubierto.


No necesitó decir su nombre: todos los presentes reconocieron a Luisen Anies. Muchos nobles recordaban su rostro: exactamente como si la nobleza se hubiera destilado en forma humana. El rostro y el estatus de Luisen eran famosos.


"¡Caramba! ¡Qué cara! ¿No es el Duque Anies?"


"Su aura ha cambiado un poco, pero es realmente el Duque Anies, de acuerdo."


""


"¿No dijeron que había desaparecido? ¿Parece estar bien? Aunque, está un poco desordenado..." Los nobles estaban alborotados. Ese era Luisen, alguien que siempre había estado rodeado de objetos lujosos y de alta calidad sin un solo pelo arrugado en la cabeza. Comparado con eso, el pelo del joven señor estaba desordenado y su cara parecía áspera. Sin embargo, sus ojos eran más estables que nunca; su expresión era confiada. Tenía el aplomo y la solidez únicos de una persona que había visto y superado dificultades. Como su carácter interior había cambiado, su aura exterior también parecía diferente.


Como alguien que había estado observando a Luisen desde la infancia, el Gran Señor del Este se dio cuenta del cambio y se sorprendió.


"Ha pasado mucho tiempo, duque Assylus". Luisen asintió con la cabeza. Aunque eran parecidos de nacimiento, debía tratar al otro con el respeto propio de un adulto mayor debido a su gran diferencia de edad.

Las  circunstancias de un señor caídoWhere stories live. Discover now