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"Dado que Carlton tiene actualmente la jurisdicción completa, necesitamos conseguir su ayuda", dijo Luisen.

"Ese hombre conocía la situación de la aldea. Una orden de sus labios podría volver a llenar los almacenes o traer el trigo cosechado de los campos. Sin embargo, eligió quedarse quieto y no hacer nada. Mi señor, ¿qué cree que significa eso?"


"¿Que la ayuda de Carlton resolverá todos nuestros problemas?"


"Eso no es lo que quise decir."


"Lo sé. Querías decir que es poco probable que nos eche una mano. Sin embargo, eso no significa que pueda simplemente echarme atrás".


"Eso es cierto, pero...."


"Yo me encargaré de Sir Carlton, así que todos ustedes deben reunir a la gente. Hagan un plan para rescatar a la gente de la aldea inferior inmediatamente una vez que se conceda el permiso."


"¿Nos permitirá Sir Carlton reunir a los aldeanos?"


"Si alguno de sus hombres os detiene, decid mi nombre. He recibido su permiso".


"¿Estará realmente bien?" El general parecía ansioso. ¿Podrían realmente hacer lo que Luisen decía? ¿Qué recurso tendrían si sus acciones traían más problemas?


"Yo personalmente convencí a Sir Carlton para prepararse para las langostas. Encontraré la forma, de alguna manera. No se preocupen". Tal vez eso era estirar la verdad, pero Luisen furtivamente barrió la realidad bajo la alfombra. En ese momento, era más importante mostrar confianza a su pueblo y tranquilizar a su general y a los demás criados. "Es por nuestra gente inocente. Aunque me guardes rencor, por favor, piensa en ellos". Luisen inclinó profundamente la cabeza. La escena sacudió la compostura del general.


Luisen, a los seis años, perdió a sus padres a causa de una epidemia infecciosa que asoló el territorio. La pareja luchó día y noche por su pueblo y acabó sucumbiendo a la misma enfermedad que tan desesperadamente habían combatido. Al final, la plaga fue rápidamente sofocada por los cimientos que sus padres habían establecido; fue una muerte noble y honorable, digna de los gobernantes del ducado.


Como resultado, Luisen se había convertido en señor a tan temprana edad. El día del funeral de sus duques, el general abrazó al joven señor y juró protegerlo de por vida. Había criado a Luisen con todo su corazón sobreprotector, preocupado de que el joven lord se hiciera daño o se enloqueciera si no contaba con supervisión. Sin embargo, tal protección convirtió a Luisen en un mocoso incorregible. El general no pudo evitar sentirse decepcionado y abatido por su comportamiento.


Aun así, Luisen era su querido señor.


La persona a la que había cultivado con todo el afecto y devoción de su juventud. Sólo había una respuesta posible para el general cuando un señor así le pedía ayuda.


"Obedeceré sus órdenes, mi señor". El general hizo una profunda reverencia a Luisen.


Las  circunstancias de un señor caídoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن