Rencuentro Mortal

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En el oscuro abismo de la noche, donde las sombras danzan al compás de secretos susurrados, nace una hermandad tan antigua como el tiempo mismo. Los hilos invisibles entrelazan destinos y las promesas se esbozan con la tinta de la sangre. En esta telaraña de lealtades y traiciones, se forjan los emperadores del crimen, como flores silenciosas en un jardín prohibido. Sus miradas, frías como el acero, ocultan el brillo del deseo y la amarga dulzura del poder. En cada esquina, cada callejón sombrío, la sinfonía del peligro se entrelaza con el perfume de las rosas negras. Pero recuerda, en este mundo de aristas filosas y promesas quebradas, en el corazón de la mafia, el destino se despliega entre balas y rosas, donde la vida y la muerte se funden en un único compás mortal.

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La espera había terminado. Llegó el día tan anhelado durante seis años, cuando su padre lo envió al extranjero junto a sus tres guardaespaldas de confianza: Kim Nam-joon, Min Yoon-gi y Kim Seok-jin. No sabía cómo encontraría las cosas cuando regresara a Corea, lo que sí tenía seguro es que jamás se volvería a marchar. Entusiasmado y con una determinación inquebrantable, emprendió el viaje hacia su destino sin conocer con certeza los misterios que este le tenía preparados. Lo tenía claro: jamás se permitiría abandonar su camino sin luchar, dispuesto a enfrentar cualquier desafío que se presentara ante él.

***
Las seis am, el ruido del motor envolvía a Jungkook, mientras el avión descendía en el aeropuerto de Incheon.

Después de seis largos años en Japón, finalmente estaba de vuelta en su país natal, Corea del Sur. No podía evitar sentir una mezcla de emoción y nerviosismo al pisar nuevamente estas tierras que una vez llamó hogar, sentía un nudo en el estómago al contemplar el horizonte conocido.

Durante su tiempo en Japón, se sumergió en un mundo sombrío. Cada día fue una lucha constante por la supervivencia y la lealtad. A medida que el tiempo pasaba, su corazón se volvía más frío y resistente, protegiéndose de los peligros y las traiciones de aquel oscuro submundo. Había aprendido a confiar solo en sí mismo y a mantener su guardia alta en todo momento. La vida en la mafia no dejaba espacio para la debilidad, y Jungkook se había convertido en un maestro en el arte de la supervivencia.

En el último año se había comprometido con una misteriosa mujer llamada Lisa Monobal, la creadora de la marca de maquillaje Vivid Vixens, con reconocimiento mundial, e hija de la familia Monobal, una familia que comparte con los Jeon el liderazgo de la mafia. Su personalidad exudaba una arrogancia y soberbia insuperables, manteniendo en todo momento la convicción de que su presencia era superior al resto. Su obsesión desmedida por comprar siempre las cosas con mayor valor económico generaba en Jungkook una frustración inmutable. Nadie sabía de aquel compromiso, solo su padre, que fue quien influenció al chico para que uniera las dos familias.

Había regresado a Corea del Sur con una determinación renovada, ansioso por volver a ver a Jimin y a Tae, los dos pilares de su vida. Cada día que pasó sin ellos fue un tormento, recordándole lo insustituibles que eran en su vida. En su corazón, los recuerdos se mantuvieron vivos, y aunque estuvieron separados mucho tiempo, sabía que su amistad se mantenía firme, porque los verdaderos lazos perduran más allá de la distancia.

Jungkook había planeado su salida del aeropuerto con sumo cuidado. A su lado se encontraba su prometida, con una elegancia que la caracterizaba. Su llegada era un secreto, la discreción fue crucial para evitar los ojos curiosos de la prensa. Había coordinado todo meticulosamente para asegurar que su presencia pasara desapercibida.

Tan pronto como salieron del avión, fueron recibidos por su leal séquito de guardaespaldas y miembros de confianza. Se dirigieron hacia la salida trasera del aeropuerto, donde un lujoso auto negro los esperaba en silencio.

Betwen bullets and rosesWhere stories live. Discover now