INTRODUCCIÓN

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La lluvia es intensa, un diluvio que envuelve con ayuda del viento el cuerpo herido de aquella mujer que intenta mantenerse con vida un poco más, sólo unos minutos.

Es su última oportunidad para salvar a su familia. Sus queridos hijos que están atrapados en el palacio, o eso espera, eso ruega a todos los cielos.

A su paso deja atrás los cadáveres de aquellos que pelearon valientemente junto a ella en esta guerra injusta y cruel, lamenta las pérdidas y les promete que buscará justicia para todos y cada uno, cuando recupere su trono, su corona y el poder que le arrebataron. Sin embargo, en esos momentos le preocupan más sus hijos, su omega, que quedaron desprotegidos en medio del ataque. Quiere confiar en que todo está bien, que alguien los escondió.

Desafortunadamente, cuando llega la verdad la golpea con la misma crueldad que una espada, pues sus esperanzas fueron tontas: no hay nada en aquella ruinas de lo que alguna vez fue su hogar.

Nada ni nadie.

Siente la desesperación y el dolor llenar su pecho, pero no le dan el tiempo de lamentarse cuando siente una presencia.

—Majestad —llama una voz fuerte a sus espaldas.

Se gira para mirar al recién llegado y siente que su cuerpo se paraliza cuando reconoce a quien la ha llamado. El otro alfa la mira desde su lugar, está igual de herido, su armadura rota y llena de sangre, pero los golpes en su piel parecen no afectarle, porque se ve feliz.

—Seo-wook —murmura ella con un hilo de voz.

El hombre sonríe con burla y se cruza de brazos.

—Gané —se jacta—, ahora soy el rey.

—¿Dónde está mi familia? —solicita, no le preocupa el trono en esos momentos—. ¡¿Qué hiciste con ellos?!

—Oh, Min-hye, ¿qué crees que les pasó? —Avanzó unos pasos hacia ella y la miró a los ojos—. Están todos muertos.

Por unos segundos no hay ningún ruido, ni siquiera una reacción. Min-hye le sostiene la mirada mientras unas pequeñas lágrimas resbalan por sus mejillas, murmura su negación y se gira para observar el palacio destrozado, sin atreverse a creer lo que le dicen.

Pero la verdad la asalta cuando sus ojos le confirman que ahí ya no queda ni un rastro de lo alguna vez hubo, no hay personas.

Sus queridos hijos, su amado esposo... ya no están.

—No podía arriesgarme a tenerlos con vida y que volvieran a traicionarnos —dice Seo-wook sin el más mínimo remordimiento.

Los ojos de la reina se iluminan en granate, muestra de que su lobo ha decidido hacer acto de presencia por el dolor que esa noticia le provoca. Las pocas fuerzas que le quedan se acumulan y sin pensarlo dos veces alza su espada para atacar al hombre.

Pero su golpe es débil, apenas si afecta al otro alfa, que no tiene ningún inconveniente para evadir la espada ensangrentada que se levanta en su dirección. Incluso se burla de su intento inútil, la sujeta de la nuca y la tira con fuerza al piso.

—La más poderosa de todas las alfas, derribada y destronada, por mí, un Lee.

—¿Cómo pudiste hacer todo esto? —cuestiona Min-hye desde abajo—. ¿Por qué nos hiciste esto?

—Yo no hice nada, ustedes cavaron su propia tumba.

—Sabes que eso es mentira, nosotros no traicionamos a nadie, inventaste eso para que todos los clanes se levantaran en nuestra contra.

—Planeabas unificar el reino de nuevo para tenernos a todos bajo tu poder.

—¿De dónde sacaste eso? Lo que se planeaba era una asamblea absoluta para mantener el orden y la unión...

THE SILENT TREE (KTH&JJK)Where stories live. Discover now