La primera canción

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Cuando Isaza y Villamil llegaron a casa de Simón al día siguiente, Alejandro tenía prácticamente dominados los cambios sugeridos por Martín, por lo que no tardaron mucho en comenzar a ensayar la lista que tenían, incluyendo su propia canción, para ser escuchados por su único espectador del momento, Martín, que por primera vez escuchaba sus ideas en un todo complejo. Los cuatro chicos de la banda estuvieron de acuerdo en que esa era una versión con la que se sentían más cómodos, y un excelente inicio para mostrar al mundo sus canciones. De hecho, ese sería el inicio de esa tendencia tan característica en Morat por utilizar instrumentos poco convencionales en su música y por tratar de diferenciarse al utilizar los más comunes.

Al terminar el ensayo, los chicos decidieron quedarse un tiempo más a pasar el rato; había sido el último día de clases, así que no necesitaban despertar temprano ni tenían pendientes, al menos ninguno, además de Martín.

— Marto, ¿viene a vernos el domingo? —dijo Villamil mientras guardaban los instrumentos

— ¿Se da cuenta que el lugar es un bar? —intervino Alejandro

— Pues de pronto dejamos dicho en la entrada que lo dejen pasar para vernos solamente —sugirió Simón

Isaza notó de nuevo que lo que Martín quería y opinaba estaba volviendo a quedar de lado mientras sus amigos hacían planes, aunque estos fueran para incluirlo, siendo, una vez más, en su opinión algo desconsiderados con él, pues el chico podía elegir no acudir al evento, o quizás consideraba que el arriesgarse a que ni siquiera lo dejaran pasar era demasiado problema, quizás tenía otras cosas que hacer, y a Isaza le molestaba que las personas hicieran suposiciones y dispusieran del tiempo de los otros sin consideración.

— A ver, pero si Martín ni siquiera ha hablado -intervino Isaza para luego mirar al chico —¿Qué opina? ¿Quiere ir?

— Bueno, de querer me gustaría, pero tengo deberes y pensaba comenzar a adelantarlos mañana — respondió este

— Ahí está, quizá la siguiente, ¿No? —habló de nuevo Isaza

— Sí, tiene razón, puede que incluso el siguiente sea en un lugar abierto a donde pueda ir —añadió Simón

— Sí, sí, ya será en otra ocasión, el estudio es más importante, ¿Oyó? —dijo Alejandro dirigiéndose a Martín

— Ya, ya, si no dije que no —dijo Martín con una risa mientras salía del lugar

Los chicos continuaron guardando los instrumentos para luego sentarse a charlar tranquilamente entre ellos. En un momento, como era usual, Alejandro y Simón tenían una plática entre ellos, mientras Isaza y Villamil hablaban por su cuenta.

— ¿Cómo van las cosas? -preguntó Alejandro

— Pues yo creo que bien, aunque igual le digo que es complicado

— ¿Y todavía no me va a explicar por qué?

— Si no fuera complicado se lo diría

— Supongo, ja, ja

Del otro lado de la habitación, los dos Juan Pablos también hablaban de sus propios asuntos.

— Yo creo que no debería demorar mucho en irme —dijo Villamil

— ¿Cómo así?

— Tengo algunas cosas que hacer

— No, Villa, es que solo usted podría estar ocupado en el primer día de vacaciones

— ¿Y qué le hago?

— No necesita ser el hijo modelo todo el tiempo, cada vez nos deja más mal

Pero Isaza ignoraba que, en efecto, tenía que ser ejemplar siempre, que no podía permitirse defraudar las expectativas de sus padres porque habían puesto tanto en él que no podía simplemente no ser lo que esperaban, o suponía que esperaban de él.

Nuestras Canciones (Sobre El Amor Y Sus Efectos Secundarios) || MoratWhere stories live. Discover now