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Once años atrás, Minki jamás pensó que Jaebyu iba a enamorarse de él. Por eso, mientras las delicadas manos del residente de enfermería acariciaban su hombro y le alzaba el brazo tras analizar sus gestos de dolor, Minki no pudo hacer más que mirarlo con abatimiento. Ese día sería la última vez que lo vería; él odiaba y evitaba los hospitales y Jaebyu vivía en uno, las instancias para reencontrarse eran escasas.

¿Pero por qué eso le daba tanta tristeza?

—¿Sabes? —dijo Minki jugando con sus pies que colgaban de la camilla. Jaebyu hizo un sonido de garganta para indicarle que escuchaba—. Yo podría ser el amor de tu vida.

Eso sorprendió al estudiante lo suficiente como para alejarse.

—Nunca me he enamorado —admitió este.

—Siempre hay una primera vez para todo —dijo Minki con bastante seguridad, a pesar de que su voz empezaba a flaquear—. Seré gentil si me aceptas en tu vida.

El enfermero lo observó como si le hubieran salido unos cuernos en la cabeza. Sintiéndose ridículo, Minki movió su barbilla hacia un lado para evitar el escrutinio.

—Finge que no dije nada —pidió.

Jaebyu alzó las cejas.

—Está bien —acató—. Llamaré a Traumatología.
Salió del box dejándolo avergonzado y humillado.

Reapareció a los minutos con una mascarilla y guantes. Minki guardó su teléfono celular. Con el ambiente incómodo, Jaebyu acercó una silla sin respaldo. Tomó asiento entre las piernas abiertas de Minki.

—Vaya, yo esperaba que fuera al revés —bromeó para aligerar la situación.

—¿Qué cosa? —cuestionó el chico solicitándole el brazo.

—Nada —canturreó Minki—, aunque me siento increíble e impresionantemente decepcionado.

—¿Quieres que llame a seguridad una vez más?

Al notar una expresión amena y nada molesta, relajó el cuerpo.

—Que sepas que me leí el protocolo de la academia —anunció siguiendo la broma— y no me pueden expulsar por pedir tu número de teléfono.

—Pero sí por acoso.

—No te atreverías.

La boca de Jaebyu se estiró en una sonrisa, luego dejó ir el brazo de Minki con cuidado y tomó una ficha que colgaba de la cama. Hizo unas anotaciones rápidas mientras se colocaba de pie
e iba hacia las cortinas.

—Traumatología vendrá en unos minutos —informó.

¿Ya se iba?

—Espera —pidió Minki a la desesperada.

Sujetando las cortinas con una mano, Jaebyu se detuvo. La sala de emergencias se veía saturada, por lo que no había mucho tiempo. Tomando una larga inspiración Minki se acobardó a último instante.

—¿Qué son esas fichas que cuelgan de tu uniforme?

Jaebyu pareció desorientado, como si no entendiera a qué se refería. Después, sujetó el prendedor con hojas plastificadas de variados colores.

—Ayudamemoria —resumió y comenzó a mostrarle algunas—. Este ya lo aprendí, indica lo que tiene cada cajón en el carro de reanimación. Este es del tipo de vías, sus usos y su calibre. Este son las dosis de los medicamentos que principalmente utilizamos —dejó caer el prendedor contra su pecho—. Hice este
fichero porque tenía pánico de equivocarme por haber memorizado algo mal. Eso es todo. ¿Algo más en lo que pueda ayudar?

Se le acabó la excusa para retenerlo. El pánico estalló en su cabeza al verlo sujetar la cortina para marcharse. Estiró la mano.

—Espera —soltó sin meditarlo.

El estudiante pareció contar hacia atrás buscando paciencia.

—¿Sí?

Antes de darle más vueltas, lo soltó:

—No bromeaba cuando pedí tu número —su voz era tan baja que rogó que Jaebyu alcanzara a oírla. Por la forma en la que frunció su boca, imaginó que sí. Descendiendo la barbilla al no soportar su mirada, continuó—. En serio me gustaría que me lo dieras.

Como Jaebyu no respondió, Minki lo comprobó de soslayo. Tenía la ficha sujeta al pecho y sus cejas confundidas.

—¿Por qué? —preguntó de la nada. Sin entender, Minki se quedó desconcertado—. ¿Por qué te interesa tanto?

—Me gustas, pensé que era obvio.

—No puedo gustarte —debatió Jaebyu con la misma expresión extraña.

Minki se sintió dolido.

—Por favor, no digas que no puedes gustarme porque ambos somos hombres.

Eso le sacó una risa seca a Jaebyu, como si la hubiera intentado contener.

—No lo decía en ese sentido.

—¿Entonces?

Empezaba a descubrir que, cuando Yoon Jaebyu estaba disgustado por algo, la comisura de sus labios se estiraba.

—Apenas me conoces, me has visto... ¿cuánto? Dos veces. No puedo gustarte.

Movió sus pies en el aire para hacer algo.

—Ojalá fuera así de sencillo. El corazón no escucha razonamientos lógicos.

Jaebyu dejó ir la cortina para encerrarlos en aquel box. Lo peor de todo no fueron sus manos temblorosas, ni su boca seca, fue la idiota ilusión que lo embargó. Así que no supo cómo reaccionar cuando el enfermero le tocó la cabeza. El gesto no era romántico, ni mucho menos coqueto. Se podría decir que hasta de lástima.

—Lo siento mucho —sus palabras empezaban a sonar como el final de un ciclo—. Nunca me han gustado los hombres.

—Siempre hay una primera vez para todo —fue su desesperada respuesta; aunque más que palabras, sonaba a lamento.

—Lo siento, Minki.

Tras una última palmada en su cabeza, Yoon Jaebyu salió del box. Y con ello anunció el fin de aquella historia que supo a nada, como también a todo.

 Y con ello anunció el fin de aquella historia que supo a nada, como también a todo

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Feliz Navidad 💖

Still with us (Still with #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora