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–Adelante. —Despues de escuchar lo ordenado gire la Manilla de la puerta para adentrarme a su despacho, mi mirada pasó de la señora Thompson a un rostro que jamás había visto en mi vida. Era un chico joven  de unos 20 años de tez blanca, mandíbula marcada, cejas gruesas, labios pequeños rosados, cabello medio ondulado y sus hermosos ojos verdes, pero estos no eran de un verde simple si no, uno que intimidaba y daban miedo.

-Buenos Días Bianca, toma asiento. — expreso haciendo un ademán con las mano para que me sentará en el sillón ubicado en el lado izquierdo de su escritorio.

-Buenos Días, madre. —Exclame haciendo reverencia de respeto ante ambos, luego me senté en el sillón esperando a que la señora Thompson me contará la causa de  que estuviera aquí a estás horas de la mañana.

-Bianca, este es el señor Eliot y ha venido a adoptarte. —solto si más revueltos, tomando por sorpresa. ¿Adoptarme? apenas  recién había cumplido 16 años para que me adoptaría un chico tan joven como el.

-para que me adoptará un chico tan joven como usted sería un poco injusto si fuera su hija, ¿no cree señor.... —solte con un poco de enojo mientras lo miraba a los ojos, obviando que estaba más que nerviosa pero aún así no permitiría que nadie me intimidara

-Eliot Dellanova, creo que lo que decida hacer contigo no es decisión suya señorita bianca o ¿me equivoco? —Dijo con voz grabé mientras dejaba de mirarme a los ojos, para fijarse en la señora Thompson. Está cambio de su expresion normal a una de desescanto.

-Bianca ya está desidido empaca tus cosas ahora mismo y no me hagas perder la paciencia niña rebelde. —Enuncio casi gritando mientras me fulminaba con la mirada.

-No iré a ningún lado señora Thompson, si quiere puede irse usted pero yo no iré a ninguna parte con este demente. —Insiste cruzando los pies fijando mi mirada a Eliot quien no dudo en soltar una pequeña risita,  su risa vino acompañada con dos pequeños hoyuelos que le hacían ver más atractivo. Pero duro poco su felicidad cuando escucho como le había llamado, su semblante se torno serio mientras apretaba la mandíbula.

-vas por tus cosas a las buenas o por las malas, chiquilla malcriada. —afirmo, antes de que la sénora Thompson pudiera decir otra palabra, regalandome una mirada que gritaba miedo.

Mi corazón comenzó a latir, y me repiracion se volvió humo de enojo, si algo no va conmigo son las órdenes odio obedecer haci que este tipo perdería la cabeza si me adopta.

-Tu lo decidiste. —anucio levantandose del sillón con grades pasos ya estaba muy Serca de mi, no me dió tiempo al reaccionar por qué quedé perpleja con su altura, este hombre si era alto, me tomo fuertemente de   las caderas apegando me al el, luego paso su brazo izquierdo por debajo de mi espalda elevando me  y cargando me como un bebé, mi nariz se perdió en el llamativo olor de su  perfume mientras forzaba y pataleaba para que me soltará.





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