CAPÍTULO 7

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Las alarmas comenzaron a sonar a través de todo el complejo, pronto el Palacio Naitodagā se bañó de una intensa luz roja que parpadeaba intermitentemente anunciando con sus ominosos tonos sangría que el peligro estaba cerca. La tranquilidad con la que había comenzado aquel día se había esfumado por completo, el caos y la agitación volvían a reinar y como si se tratase de una plaga mandada por algún dios cruel, nadie se encontraba a salvo. Parecía como si el recinto fuera el que estuviera bajo ataque, todo el personal del clan corría velozmente a sus estaciones, mientras la tensión incrementaba y se disparaba en todas direcciones, el grupo se apresuró a regresar al laboratorio para descubrir lo que estaba sucediendo. Dentro las cosas no eran diferentes, los científicos y el personal técnico parecían estar en crisis, gritando órdenes y yendo de acá para allá siguiendo las alarmas en los monitores así como también buscando la fuente del caos. Y justo en el centro en aquel holograma del planeta se hallaban la doctora Nakamura y Howard Reed discutiendo fervientemente lo que estaba sucediendo.

—¡Informe de la situación, doctora Nakamura! —imperó el Gran Maestro llegando al lugar. La doctora llegó a prisa y desplegó el mapa de Tokio hasta que se mostró una luz roja parpadeante en una región cercana de la capital.

—Acabamos de recibir una señal de alarma proveniente del sector 17-0 en Chiba —amplió la imagen hasta que se pudo ver la ciudad desde una vista satelital, así como también varias imágenes en tiempo real de noticieros que cubrían el ataque—. Parece que un grupo armado se infiltró en el Complejo Suragami —extendió varias imágenes de un imponente complejo de edificios de aspecto empresarial—. Tomaron el control de todo el sector. La policía trató de intervenir pero sus fuerzas fueron diezmadas rápidamente por los miembros del clan, justo ahora no tenemos información clara de lo que esté sucediendo allá.

—¿Qué quieren ellos con ese edificio? —cuestionó Zoey mientras miraba las imágenes del ataque desde un reportaje en el cual se podían ver los edificios cubiertos de humo.

—El Complejo Suragami es parte de Empresas Suragami, una farmacéutica de renombre acá en Japón, sin embargo no es más que una fachada para ocultar una organización criminal que opera en el bajo mundo de la ciudad, esta organización es conocida como el Loto Negro, un grupo de mercenarios y traficantes que trabajan para un capo criminal muy peligroso cuya identidad es conocida como Ogun —extendió un archivo más en donde se veía un montón de hombres de vestimenta elegante que portaban armas de fuego y ocultaban sus caras bajo amenazantes máscaras de tipo samurái, después mostró la del líder, un sujeto con la máscara de un oni rojo quien llevaba una katana en la mano—. Llevábamos tiempo tras ellos, esperando la oportunidad perfecta para atacar, pero parece que  Oshinage se nos adelantó.

—Que el clan haya atacado directamente a uno de los cuarteles centrales de una de las organizaciones criminales más peligrosas de Japón no puede ser causalidad —siguió Howard Reed—.  Quizás esto tenga que ver con el mensaje que difundió, acerca de purificar el planeta, quizás ahora su intención es acabar con ellos.

—Atacar al Loto Negro tan solo puede ser sinónimo de guerra —aseveró Hiroyuki Hashimoto acariciando su barbilla, mostrándose sumamente consternado con el actuar tan errático de sus enemigos—. Lo que sea que esté planeando hacer no puede ser bueno. Debemos actuar ahora. ¡Takeda!

—¡Señor! —respondió uno de sus diligentes al instante parándose firme frente a su líder y los héroes.

—Movilice nuestras fuerzas en el perímetro del complejo, mantengan a raya a los atacantes y alejen a todos los civiles de allí.

—A la orden, señor —tras eso se colocó un pañuelo en el rostro y salió de allí.

—Ren. —Espetó, y al instante el impasible sensei dio una reverencia.

LOS PROTECTORES: Los Condenadosحيث تعيش القصص. اكتشف الآن