CAPÍTULO 3

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Las imágenes que se mostraban a través de las pantallas y los monitores eran sumamente aterradoras. Todos extractos en tiempo real del terror y el caos que habían dejado tras de sí los ataques orquestados por el Clan de la Sangre. Lo que en un principio se pensó como un evento aislado, resultó siendo un ataque a gran escala a través de todo el globo, siendo las principales ciudades y capitales de cada país las más afectadas. Naciones enteras envueltas en fuego y caos, pánico reinando en las calles, gente sumida por completo en el temor y la desesperanza al no entender lo que estaba sucediendo y quien lo había provocado.

De pie, con los brazos firmes y cruzados y con la mirada bien puesta en aquellas pantallas, Alex analizaba el pánico y toda la incertidumbre que dominaba en todo el mundo como si se tratase del comienzo del apocalipsis, pronto sintió un nudo en la garganta, aquello era insoportable, lo aterraba y de igual forma alimentaba su ira y esta se diseminaba a través de todo su cuerpo a una velocidad abismal, cual si se tratase de un virus que rápidamente amenazaba con fulminarlo en cualquier instante. Apartó la mirada y centró su atención en aquel siniestro mensaje que aquella enigmática mujer había dejado para todo el mundo. Aquella que se hacía llamar Oshinage.

—Pensé que el Clan había pasado a la historia —dijo en un tono sombrío.

—Yo también lo pensé, Alex —respondió Howard—. Yo eh... sé lo que esto significa para ti, ¿sí? Solo quiero que no te precipites.

—No lo haré. —Zanjó tajante, aunque a ciencia cierta no estaba seguro si le decía la verdad o no, su odio hacia el Clan era indiscutible, y aunque deseaba con toda su alma ir directamente tras ellos y exterminarlos por completo, era imposible, estaban a la deriva, sin un plan o estrategia contra un enemigo que creían conocer y que había tomado la delantera sin que siquiera se percataran—. ¿Alguna novedad?

—Nada, todos dicen lo mismo fue un ataque coordinado en algunas de las principales ciudades del mundo, nadie sabe con exactitud qué lo causó.

—¿Y qué hay de nuestra mujer misteriosa?

—Con ella es aún más complicado —tecleó en su tableta y una de las pantallas más grandes mostró su imagen, y como decenas de programas de escaneo y reconocimiento facial buscaban identificarla—. No hay registros, tampoco hay una señal de origen o algún sitio por el cual podamos empezar a buscar y ella... —negó—... no tengo ni idea de quien se pueda tratar, su rostro no coincide, tampoco su voz, no hay registro de ella en ningún lado, es... como si no existiera.

—Entonces ahora nos enfrentamos a una terrorista fantasma —dijo Zoey apareciéndose en el lugar—. Lo que faltaba.

—¿Cómo está Javi? —preguntó Alex acariciando su brazo.

—Está bien, está con ella. Parece que la está cuidando.

—Se preocupa por ella. Igual que todos.

—Lo sé —llegó con él y le dio un corto abrazo para calmar sus nervios—. Solamente me pregunto qué estuvo haciendo todo este tiempo. ¿segura que nunca te dijo nada? —le preguntó a Roxane, ella se puso de pie y negó.

—Ya sabes cómo es, lidiaba conmigo tan solo lo necesario, a veces ni siquiera sabía dónde estaba, hubo un tiempo en que se desapareció casi un mes entero, no sé en que líos se habrá metido en ese entonces.

—Lo importante es que está aquí y está a salvo, como nosotros —aseguró Howard.

—Sí... —Alex miró a su mamá en un rincón, veía las noticias. Tomó aire y se acercó con ella—. ¿Cómo estás?

—Hola —le dedicó una ligera sonrisa—. Estoy bien, ¿qué tal tú?

—Ya sabes, tratando de asimilarlo. En su rostro se podía ver que estaba severamente afectado por todo. Y que viejas heridas que aun intentaban sanar, amenazaban con abrirse de nuevo.

LOS PROTECTORES: Los CondenadosWhere stories live. Discover now