Parte 19

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* Narra 3era persona *

El comienzo de la temporada trajo consigo la emocionante llegada del Gran Premio de Baréin, despertando la euforia de la multitud que vitoreaba y aplaudía a los pilotos listos para iniciar las prácticas libres. Sin embargo, todas las miradas se dirigían al garaje de Mercedes, donde un misterio embriagaba el ambiente. Aunque el nombre de Lewis Hamilton brillaba en el letrero de su propio garaje, el de su compañero permanecía oculto tras un misterioso plástico negro, de esos que se utilizan para crear expectación en una inauguración.

La rueda de prensa del día anterior había sido una auténtica locura. Lewis, siempre seguro y con porte imponente, había respondido a todas las preguntas con maestría, pero su compañero de equipo brillaba por su ausencia. Y esa era precisamente la pregunta que todos se hacían:

¿Quién tendría el privilegio de ocupar el segundo asiento en Mercedes esta temporada?

La incógnita flotaba en el aire. Toto Wolff, tras anunciar la retirada de George Russell de la Fórmula 1, había mantenido en secreto el nombre del nuevo piloto. Por supuesto, esto no era más que una estrategia de marketing para aumentar el fervor entre los millones de aficionados, y a Toto le encantaba jugar al misterio cada vez que se le preguntaba al respecto.

"Pronto lo sabrán", era su única respuesta, negándose a revelar más detalles y añadir emoción a la espera.

Sorprendentemente, la FIA no se opuso a esta estrategia. Aunque nunca antes se había hecho, no era una práctica prohibida. Cada cual promocionaba sus cosas a su manera. Además, sabían que ellos sí poseían la verdadera información sobre el nuevo piloto, razón por la cual no habían impuesto ninguna sanción. Todo lo que Toto buscaba era generar un poco de espectáculo para volver a vivir las emociones en las gradas y en las pantallas de televisión de todo el mundo, y en el fondo, molestar un poco a Christian Horner. La única condición para evitar cualquier tipo de castigo era que el piloto debía presentarse oficialmente el día de las prácticas libres del primer gran premio.

Y finalmente, ese día había llegado.

El día esperado por todos finalmente había llegado. La multitud se agolpaba en las gradas, ansiosa por presenciar el inicio del nuevo gran premio de Baréin. Sin embargo, algo inesperado comenzó a susurrarse entre los presentes. Los rumores empezaron a volverse más fuertes, como si una chispa hubiera encendido la mecha de la expectación.

La emoción se disparó cuando, proveniente del garaje de Mercedes, salió una figura en un impecable y reluciente traje de Mercedes. La multitud se volvió un mar de exclamaciones y susurros, tratando de vislumbrar quién era esa persona que acababa de salir del garaje.

Y entonces, como si la emoción hubiera alcanzado su punto máximo y en un acto digno de una película de suspenso, se reveló la identidad de la misteriosa figura. Era Gabriella Hamilton, la hija adoptiva de Lewis Hamilton. Los corazones de los aficionados se llenaron de asombro y emoción al percatarse de que finalmente, después de décadas, una mujer pisaba el escenario de la Fórmula 1.

El estallido de júbilo fue ensordecedor, con aplausos y vítores resonando en el aire. Por fin, una mujer había roto el molde y desafiado los estereotipos de género en el automovilismo. Además, al ser la hija adoptiva de una leyenda como Lewis Hamilton, la expectativa y la admiración hacia Gabriella se dispararon aún más.

Pero como en toda historia, también hubo voces discordantes. Entre los presentes, algunos murmullos de desaprobación y escepticismo eran audibles. Había quienes cuestionaban la capacidad de Gabriella para competir en una categoría tan exigente y masculinizada. Sin embargo, la mayoría de la multitud silenciaba esas voces negativas con su apoyo inquebrantable.

Gabriella, ajena a la polémica que se había desatado a su alrededor, caminaba con paso firme y confiado, concentrada en el reto que tenía por delante. Su mente estaba enfocada en demostrar su talento y abrir puertas para otras mujeres apasionadas por la velocidad.

Ahora, Gabriella era la encarnación de un sueño hecho realidad para muchos. Con su traje de Mercedes, representando todo lo que esta icónica escudería representaba, ella se convertía en un símbolo de empoderamiento femenino en el mundo de la Fórmula 1.

Mientras avanzaba por el paddock, Gabriella podía sentir las miradas de admiración y los aplausos que la seguían. No tenía dudas de que su camino estaría lleno de desafíos, pero estaba lista para enfrentarlos. Con cada paso, se abría paso hacia la historia como una verdadera pionera, desafiando los límites de lo que se creía posible en el fascinante mundo de la F1.

Mientras tanto, dentro del equipo Mercedes, Lewis Hamilton se sentía orgulloso y emocionado de compartir los circuitos con su hija adoptiva. No solo tendría la oportunidad de competir como compañeros de equipo, sino que además tendría la satisfacción de ver a Gabriella romper barreras y abrir nuevos caminos en la Fórmula 1.

La Protegida de los Pilotos --☞Charles Leclerc☜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora