Parte 2

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*Narra Gabriella*

La gracia de la luz de la tarde se reflejaba en el paddock del circuito, y en ese escenario de ensueño, levanté la cabeza y me encontré con la figura imponente de Lewis Hamilton.

- ¿Qué desea de mí, Sir Hamilton? - pregunté con nerviosismo, intentando contener la emoción que burbujeaba en mi interior.

- Solamente llegué a ver la bandera que levantaste cuando pasé en el Driver Parade, y supuse que serías fan mía o de Russell - me confió con una serenidad que contrastaba con la velocidad vertiginosa de la pista.

- Claro que soy su fan, Sir Hamilton. ¿Cómo no serlo? Usted es el 7 veces campeón del mundo, un piloto excepcional y mi ídolo - susurré las últimas palabras con timidez, aunque creía que habían llegado a sus oídos atentos.

- Es un placer conocer a una fan. Y dime Hamilton o Lewis, por favor - solicitó con una sonrisa afable.

Con una naturalidad que rompió el hielo, entramos en una charla que se prolongó durante una hora y media. Compartimos anécdotas, risas y la pasión desenfrenada por las carreras. La elegancia de Hamilton se mezclaba con la calidez del momento, creando un encuentro que sería inolvidable.

- Creo que ya me tengo que ir - anuncié con un deje de melancolía, consciente de que el tiempo con el ícono de la F1 era fugaz - Fue un placer conocerlo, Lewis.

Justo cuando estaba a punto de despedirme, Hamilton me detuvo con una propuesta que reverberó en el aire como una melodía cautivadora.

- Espere - me solicitó con una mirada llena de expectativas - Me gustaría que me acompañaras a las siguientes carreras de la temporada, como mi protegida, ¿se podría?

- Claro - respondí, asombrada y emocionada por la perspectiva de un vínculo más estrecho con el universo de la F1.

- Entonces acompáñame - me invitó, y sin dudarlo, emprendimos juntos un nuevo camino hacia el área de los pilotos.

- ¿A dónde vamos? - inquirí mientras Hamilton tomaba mi mano con suavidad, guiándome fuera del garaje de Mercedes hacia un nuevo capítulo de nuestra inesperada conexión.

Caminábamos con elegancia por el paddock, disfrutando de la tranquilidad, cuando la multitud se convirtió en una marea imparable. La energía de los aficionados alcanzó su punto máximo, y de repente, me encontré separada de Hamilton, cayendo al suelo ante la fuerza incontrolable de la multitud.

Intenté levantarme, pero cada esfuerzo resultó en vano. Fui empujada repetidamente, hasta que finalmente, una mano firme y amable se posó en mi brazo. Volteé y me encontré con la mirada compasiva de Checo Pérez.

- ¿Está bien, señorita? - preguntó con preocupación.

- No lo puedo creer, eres Checo Pérez - exclamé, mezclando la admiración con la incredulidad.

- Sí, soy yo - confirmó con una sonrisa humilde.

Nos presentamos formalmente en un intercambio de cortesías y elogios mutuos. La presencia de Checo, un ícono del automovilismo mexicano, añadió un matiz especial a la experiencia. Mi sinceridad afloró cuando le confesé mi lealtad más fuerte hacia Hamilton que hacia él.

- Soy una gran fan de usted - admití con honestidad, esperando que no tomara a mal mi confesión.

Antes de que pudiera profundizar en la conversación, fuimos interrumpidos por la voz inconfundible de Hamilton.

- ¿Gabs, estás bien? - preguntó, añadiendo un toque personal al llamarme por un apodo, gesto que yo había replicado al ponerle uno a él - Es que en un momento estabas agarrada de mi mano y al otro ya no estabas.

- Sí, estoy bien, Lew - le aseguré, agradecida por su preocupación - Y no me encontraste porque tus fans me empujaron, pero el señor acá al lado me ayudó a levantarme.

- Gracias, Checo - expresó Lewis con gratitud hacia el piloto mexicano.

- No fue un problema - respondió Checo, demostrando una humildad que contrastaba con su éxito en la pista.

- Justo íbamos a ver a los demás pilotos para presentarles a mi protegida - anunció Lewis, abriendo un capítulo de incertidumbre y emociones por explorar.

La Protegida de los Pilotos --☞Charles Leclerc☜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora