Capítulo 20

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Cuando cerró la puerta detrás de sí, Dan pataleó y gritó, asustando a bim. Estaba carcajeando de felicidad, tocándose los labios, sintiendo el sabor del vino y del chocolate sobre ellos como un fantasma. Y después terminó desparramado en su cama lamentando todas sus decisiones. Fue un estupido. Por momentos creía que era el mejor beso que había tenido y por otros, quería enterrar la cabeza en su almohada hasta que dejara de pensar. ¿Qué creía Jaekyung? ¿Había sido patético? ¿Le gustó el beso? ¿No está pensando sobre eso? ¿Jaekyung se había ido para coger con alguien más? Eso decepcionó y enfureció a Dan, no lo creía digno a él y había huido por alguien más. No tenía sentido, él le había dicho que esto no podía pasar, que no quería que se convirtiera en un desastroso amorío y tal vez Jaekyung solo lo veía como una aventura pasajera y Dan era demasiado intenso y demasiado dramático y Jaekyung se había avergonzado y había preferido a cualquier otro de sus chicos dispuesto a complacerlo y Dan estaba feliz por él y estaba triste y enojado y tan celoso. Y era demasiado. Demasiado para obligarlo a dormir a las tres de la mañana, con la sensación de unos labios suaves sobre los suyos. Despertó incómodo por la intensa luz de la tarde, una sensación de vergüenza en el pecho y una erección matutina (vespertina, si contaba la hora que vio en su celular).

Había tenido un sueño erótico con Jaekyung. Seguían en el sofá y bim no estaba sobre su regazo, el beso continuaba, húmedo y caliente. Las manos de Jaekyung le apretaban las caderas tan fuerte que el dolor mandaba placer a su ingle. Había gemido cuando la pierna de Jaekyung tocó su erección, dolorosa en su pantalón de mezclilla. Jaekyung lo giró, empujándolo sobre el reposabrazos, bajó sus pantalones y la ropa interior de un tirón, y sin ninguna preparación lo embistió contra el sofá, duro, rápido y certero. Dan se sostenía en el cojín, empujado hacia el suelo con el movimiento de las caderas de Jaekyung. Hubo un momento en el que casi terminaba fuera del sofá, con sus manos sobre el piso sosteniéndose y el pene de Jaekyung enterrado en su trasero. Se despertó antes de poder tener un orgasmo.

Estuvo mirando el techo, contemplando sus posibilidades. Podía ignorarla y abrir los regalos que le esperaban en la sala. Podía encargarse de su erección y arriesgarse a sentir vergüenza y culpa por el resto de sus días. ¿Era normal sentirse así después de un beso? No recordaba tener sueños húmedos después de su primer beso. Pero el primer hombre que beso no era Jaekyung. El único culpable era él y su caliente cara, su caliente cuerpo y sus labios calientes.

Terminó bajando la erección con una ducha helada, demasiado avergonzado para poder ver su doloroso pene sobre su abdomen. Si no lo veía no existía. Estuvo bajo el chorro de agua más de diez minutos, enjuagó su cuerpo y su cabello, envolviéndose en la toalla antes de ponerse un pijama limpia. No pensaba salir de su casa, no quería que nadie viera su cara y supiera que había besado a su jefe para después fantasear con él penetrandolo en su sofá. ¿Qué haría mañana en el gimnasio? ¿Jaekyung se daría cuenta al ver sus ojos? No quería ir, pero faltar a su trabajo no estaba en sus planes.

Iba a sentarse en el sofá de dos plazas frente a la televisión, pero los recuerdos eran persistentes y con las mejillas sonrojadas terminó en la mesa de la cocina abriendo los regalos que él mismo se había comprado. Un par de tenis. Un pantalón de mezclilla. Una cobija afelpada. Y un libro nuevo. Los había envuelto la semana pasada. A bim le extendió el juguete en forma de ratón y lo vio agarrarlo, huyendo al sofá.

Observó la madera y decidió que era suficiente. Terminaría ahogado en sus propios pensamientos. Tomó su teléfono y marcó a la única persona que le podría ayudar en estos momentos.

—¡Dany, Feliz Navidad! —escuchó la alegre voz de su mejor amigo, sonaba un poco cansado.

—Hola, Eun ¡Feliz Navidad! ¿La pasaste con tu mamá? —subió las piernas a la silla y las abrazo, sosteniendo su barbilla en sus rodillas haciendo dibujos inexistentes con su dedo sobre la mesa.

Jinxed JawDonde viven las historias. Descúbrelo ahora