Capítulo 7

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Dime con quién te juntas y te diré quién eres.

Las siguientes dos semanas transcurrieron en completo caos. Los primeros exámenes del semestre me mantuvieron tan estresada que dividir mis tiempos libres con el cómic resultó en casi una agonía. Aun así, tanto Marlen, Marco y yo hicimos un esfuerzo por reunirnos casi todas las tardes para poder avanzar nuestro proyecto; más específicamente la presentación que debíamos exponer frente al jurado el siguiente fin de semana.

Yo no era muy buena hablando en público, pero agradecía que Marlen pareciera tener un don por naturaleza. Seguro que nos ayudaría bastante a la hora de las preguntas.

Las cosas en clase estuvieron tensas. Le hablaba con total normalidad a Lisa pero cuando llegaban las clases y nos encontrábamos con Darla, simplemente prefería alejarme de ambas. Algunos compañeros de clase incluso nos otorgaron miradas curiosas; ya que sabían que las tres siempre estábamos juntas.

Darla intentó varias acercarse a hablarme, incluso me envió tantos mensajes que simplemente terminé bloqueándola. No quería estar cerca de ella, necesitaba pensar las cosas, aclarar mis sentimientos y entender si quería realmente no volver a saber nada más de ella.

No era una decisión fácil. Incluso si me había apuñalado por la espalda, el cortar cualquier tipo de contacto con ella era casi imposible debido a que compartíamos muchas clases y a que ambas nos llevábamos con Lisa, quien no había parado de insistir en que debíamos hablar y solucionar las cosas.

Pensé que Lisa olvidaría el tema luego de que le dejara en claro que no quería que me presionara con perdonar a Darla, pero apenas llegué a la pista de patinaje me di cuenta de las cosas no iban a ser así.

Era el cumpleaños 22 de Lisa, esa misma mañana había mencionado que quería pasarlo en la pista de patinaje que se encontraba en el centro comercial, enfrente de la universidad. Había prácticamente rogado que la buscara ahí después de clases y aunque al inicio no había estado muy convencida, había terminado aceptando cuando me aseguró que Darla no estaría ahí.

Pero claramente había sido una mentira.

Apenas crucé la pequeña puerta que dividía la zona de los videojuegos con la de la pista de patinaje, me estremecí sobre mi lugar no solo por el frío propio de la pista. Lisa, Darla y Theo. Los tres se encontraban ahí, sentados en la zona de comida, en una pequeña mesa negra, concentrados en leer las cartas del establecimiento.

Lisa fue la primera en verme. Apenas levantó una mano para saludarme con una cálida sonrisa, decidí dar media vuelta para largarme, pero la rubia no tardó mucho en llegar hasta donde estaba y detenerme por un brazo. Sus ojos centellaron con culpa cuando la miré con la mandíbula tan apretada que creí que me haría daño.

—Esto no fue lo que me dijiste que haríamos.

—Lo sé, pero si te decía que Darla vendría sabría que te negarías.

—¿Y no crees que tengo una buena razón para hacerlo?

Observé a Darla, que rápidamente se percató de mi mirada y se puso de pie de un salto para correr hacia mí, como si temiera que huyera de ella de la misma forma en la que lo había estado haciendo los últimos días. Theo también me miró y su rostro palideció al tiempo en el que se ponía de pie a pasos torpes.

—¿Por qué lo llamaste a él?

—Porque creo que la única manera de que resuelvan todo esto es cuando los tres hablen.

—Ya, ¿y después hacemos un trío o qué? —respondí con arrogancia—. No necesito hablar con ellos de nada.

Volví a intentar marcharme, pero Lisa intensificó su agarre al tiempo en el que Darla llegaba a nuestro lado. Ambas me miraron de una forma que me resultaba bastante familiar. Era la misma mirada que me ofrecían cada que querían disculparse conmigo, ya fuese porque se olvidaron de invitarme a algún plan o porque quería excluirme de algún otro. Porque esa era la forma en la que funcionaba nuestra enfermiza amistad. Ellas hacían algo, se disculpaban y yo las perdonaba. La rutina era siempre esa.

Lo que nunca seremos✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora