Capítulo 4

3.3K 310 203
                                    

Si tres son multitud, ¿no prefieres que nos quedemos solo tú y yo?

—Tú también me gustabas en el colegio.

No sabía si era por la intensidad de su mirada, su cercanía o el siempre hecho de que lo que decía parecía una completa tontería que tuve que esforzarme por no explotar en una carcajada. Era absurdo, lo que estaba diciendo era completamente absurdo.

Pero su rostro, la forma en la que tenía fruncidos los labios. No era una broma, no se trataba de uno de esos tontos escenarios formados dentro de mi cabeza, imaginando las cientos de posibilidades.

No, este escenario era real.

Y en él se encontraba Marco, diciéndome algo que jamás hubiera visto venir ni en un millón de años.

Porque no era algo posible. Se trataba de Marco, el chico apático del colegio, al que nunca parecía interesarle el resto del mundo. El chico que jamás se hubiera interesado en mí.

Nunca. De ninguna manera.

Primero fue incredulidad, o tal vez algo de confusión. Fue como si mi lengua se quedara completamente seca y mis ojos comenzaran a arder. Intenté encontrar alguna pista en su expresión que me revelara que en cualquier momento iba a decirme que había entendido mal y que se refería a alguna otra persona.

Pero no. No hizo nada excepto mirarme en silencio.

Así que después fue enojo, la sangre comenzó a calentarse tan rápidamente dentro de mi sistema que resistí el impulso de golpear su adorable rostro. Lo que decía acababa de provocar algo caótico en mi estómago. En su lugar lo empujé por el pecho para alejarlo de mí, eso hizo que su rostro se convirtiera en confusión mientras el mío se fruncía en una mueca de molestia.

—¿Te has vuelto loco?

Parpadeó descolado y negó con la cabeza. Solté un largo suspiro y me pasé la mano por el cabello, intentando mantener la compostura. Mis manos comenzaron a temblar ante la frustración que sentía.

—¿Por qué me dices esto? ¿Intentas quedar como el bueno ahora?

Quiso volver a acercarse pero yo retrocedí, como si su sola presencia me estuviera quemando la piel. Incluso los latidos de mi corazón comenzaron a aumentar.

—¿Qué? No, yo...

—¡Oye!

Lo apunté con un dedo, sobresaltándolo un segundo por mi repentino tono alto. Estaba segura de que tenía la cara roja y no precisamente de vergüenza. Mi cabeza era un remolino de emociones agresivas. Cerré los ojos un momento, intentando calmarme pero fue en vano.

—Olvídalo... Y yo que te creía distinto.

No le di demasiado tiempo para procesar mis palabras, pues con la mayor rapidez que mi cuerpo me permitió, tomé mi mochila y prácticamente salí corriendo de su habitación. Lo escuché llamarme por mi nombre un par de veces y sentí sus pasos siguiéndome de cerca, pero lo ignoré.

Mientras caminaba hacia la salida, me topé de frente con Everett que ya iba vestido con unos jeans oscuros. Él abrió la boca para decir algo pero también lo ignoré, pasando por su lado. Sentía como si la respiración me faltara y lo único que deseaba con toda mi alma era salir de ese lugar. Alejarme de ahí.

Alejarme de Marco Denjoy.

Solo pude volver a respirar cuando llegué a la puerta y de un portazo salí de ahí, dejando a ambos chicos dentro del apartamento con una expresión de completa confusión. No me importaba, necesitaba recuperar mi estabilidad.

Lo que nunca seremos✔️Where stories live. Discover now