Capítulo 39

4.9K 512 541
                                    

La primera semana de diciembre comienza con un día lluvioso y a Harry le cuesta un poco darse cuenta de cuán rápido ha pasado el tiempo para él. Piensa en ello mientras va en camino a buscar a su hijo al jardín con un paraguas que le cuida de las gotas que están por todas partes. Sus zapatos están comenzando a empaparse y ahora se siente un poco arrepentido de no haber tomado un taxi pese a la corta distancia que tiene que recorrer.

Hoy es un día especial, parece ser. Es el cumpleaños de Alexander y tanto Nimbe como el propio omega le han invitado al hogar de Louis para pasar un rato agradable juntos.

Al principio a Harry no le ha agradado la idea, incluso puede admitir que todavía no está demasiado convencido de ir. Sin embargo, ellos han convivido estas últimas semanas casi a diario, claro que sería una completa grosería de su parte si no se esfuerza un poco en asistir con una buena presencia y un detalle para él.

Nimbe se encuentra completamente bien en casa, con una herida que sanar y un cabestrillo del que se queja demasiado, pero realmente está feliz de poder dormir en su cama, estar con su madre y con Louis en cada momento y recibir las visitas de Harry y Kenai casi todos los días mientras ella cumple su reposo médico al pie de la letra.

Louis también se ha asegurado demasiado de que todo sea tal cuál lo ha especificado el médico. Está todo el día con ella, cocina él mismo y no se distrae ni un solo segundo.

Y, finalmente, Harry extraña mucho pasar tiempo con Louis.

Claro que lo ve casi a diario, pero él ahora mismo no se encuentra en la mejor situación y Harry sería incapaz de exigir una atención que no puede recibir por agentes externos.

El hombre se encarga cada día de recordarle cuán feliz se siente de tenerlo junto a él. Harry no puede negar el enorme esfuerzo que aquel alfa deja para mantenerlo contento y cerca en toda esta situación. Si el omega no va a su casa, entonces Louis espera que Nimbe se duerma y deja a Alexander al cuidado para manejar a casa del menor tan rápido como puede y al menos saludarle, o llevarle la cena, o siquiera estar sentados en la sala de estar mientras se acarician y hablan muy, muy poco.

Harry se siente bien porque puede disfrutar lo poco que Louis puede darle, pero eso no quita que realmente lo extrañe y quiera tenerlo más tiempo junto a él.

Cuando está frente al jardín de su hijo no se da cuenta sino hasta que una de las maestras le pregunta por quién viene. Él le responde casi de manera automática y se alegra de que la lluvia baje para cuando Kenai sale por la puerta con su suéter y un pequeño paraguas cubriéndolo de las gotas pequeñas que caen del cielo.

—¡Hola, mami! Lamento no poder darte un besito pero tengo mucho frío, ¿podemos pasar por chocolate caliente?

Harry ríe ante las palabras de su hijo y toma su mano para luego agacharse un poco y besar la mejilla pálida del chiquillo. Él le regala su mejor sonrisa y, de repente, se olvida de lo que ha estado rondando en su mente todo este rato.

—Recuerda que iremos a casa de Louis hoy, cariño.

El cachorro asiente y le da un beso rápido al omega sin que él lo espere.

—¿Entonces no podemos pasar por chocolate caliente?

Y quizás es la sonrisa del niño lo que termina por convencer a Harry de cumplir con esos caprichos a los que muy raramente puede decir que no. Entonces, con apenas una llovizna suave sobre ellos caminan tomados de la mano un par de calles hasta encontrar esa cafetería que Kenai ama desde la primera vez que fueron a ella.

Una vez allí, el chiquillo se deshace de su pequeño paraguas y el suéter que lo cubre, haciendo exactamente lo que su madre. Escogen una mesa cerca de la terraza pero lo suficientemente apartada para mantenerse secos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 24, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Amateur ꩜ abo! larryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora