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Bajo la luz del amanecer, Jimin se despierta en el suelo frio de su hogar, las secuelas de la tormenta nocturna aun palpables en su piel y en el eco de los recuerdos. La ausencia de la madre, como un respiro en medio de la opresión, le otorga la libertad para escapar de las sombras que encarcelan su existencia.

Con movimientos cuidadosos, el chico se pone de pie, sus extremidades recordandole cada golpe recibido. La casa, en silencio, parece ser un refugio temporal, y Park, como una sombra que se desprende en las paredes, se desliza hacia la libertad.

La puerta chirría levemente al abrirse, como si las bisagras mismas lamentaran la despedida. Jimin, guiado por la intuición y la memoria táctil, avanza con pasos cautelosos. La ciudad despierta lentamente, pero el amanecer no logra disipar completamente las sombras que lo envuelven.

El Montmartre se presenta como un faro de esperanza por el horizonte. Con determinacion, Jimin se encamina hacia el lugar donde las notas de Jungkook se entrelazaron con las sombras de la noche anterior. Cada paso, aunque marcado por el dolor, es una danza de resistencia contra la adversidad.

La cuesta del Montmartre, antes un desafio, se convierte en un escenario de la redencion. Jimin, como una mariposa que emerge su crisalida, se eleva por las calles empedradas con una gracia renovada. La luz matutina acaricia su rostro, un recordatorio de que incluso en la oscuridad mas profunda, siempre hay espacio para el amanecer.

A medida que se acerca al lugar donde el violin de Jeon tejia sus melodias, el sonido se intensifica como faro auditivo que la guia. La música de Jungkook, aunque distante, es un eco que resuena en su corazón, recordándole la conexión especial que compartieron en la penumbra de la noche.

Finalmente, Jimin llega al rincón donde las notas de Jungkook se alzan como un himno de esperanza. El violín, como una extensión de las emociones del músico, pinta el aire con una paleta de sonidos que abrazan al mañana. Jeon, sin ver a Park, parece estar interpretando la banda sonora de su propia liberación.

- Gracias por regalarme música en un mundo que a veces parece olvidar la armonía - susurra el rubio, sus palabras llevadas por el viento hacía el musico.

Jungkook, como si las sombras fueran suturas que unen sus almas, siente la presencia de Jimin y sonríe con el corazón. La música, esa lengua universal que trasciende las barreras visuales, se convierte en el puente de sus mundos separados.

Bajo el cielo que se ilumina con la promesa de un nuevo dia, Jimin y Jungkook comparten un momento donde las sombras son solo el contraste que resalta la belleza de la luz. La ciudad de la Luz, testigo de sus historias entrelazadas, se convierte en el lienzo donde las notas y los pasos dibujan una nueva sinfonía, más fuerte y resiliente que las sombras que intentan opacarla.

En el escenario de Montmartre, donde las sombras danzan en armonía con la luz del dia, ambos entablan una conversación que se convierte en una danza de palabras, versos que se entrelazan como hilos invisibles.

- ¿Has vuelto para disfrutar de mi serenata matutina, Jimin?- pregunta el mayor, su voz como una melodia que acaricia el aire.

Park, con una sonrisa que apenas deja entrever las sombras que aún lo acompañan, responde:

- El Montmartre tiene una magia especial que simplemente no podía resistir.

Las palabras, como mariposas en un jardín de secretos, flotan entre ellos. Hablan de trivialidades, como el color de las flores que pintan el paisaje o el susurro de la brisa que acaricia sus rostros. La música, que sigue siendo la banda sonora de su encuentro, se convierte en el hilo conductor que teje complicidad entre dos almas que se descubren.

Sinfonías Cromáticas » KOOKMIN.Where stories live. Discover now