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En el corazón de la Ciudad de la Luz, donde las sombras danzan entre
callejones antiguos, se teje un tapiz de susurros y arpegios. Entre secretos que susurraban las piedras de París, nace nuestra historia, en donde la ceguera es la llave que desbloquea el lienzo oculto de los sentidos, revelando que cada rincón esconde una sinfonía de colores
por descubrir.

Ahí se encuentra él, un violinista de los callejones. Bajo el tenue resplandor de los faroles que pintan el ámbar de las callejas empedradas, su figura se yergue como un poema en movimiento, acariciando las cuerdas de su violín con una pasión que emana de lo más profundo de su ser.

Con el instrumento erguido como una extensión de su alma, él, en la penumbra que se cierne sobre Montmartre, despierta susurros de notas que resuenan como un lamento ancestral. Cada acorde es un pincelazo
de emoción que pinta al aire, mientras que su arco se desliza con gracia
sobre las cuerdas, desterrando melancolías que flotan como hojas
doradas en el viento de la noche.

Su voz, un eco melódico que se entrelaza con la melodia del violín, se
eleva en cánticos que reverberan entre las piedras centenarias. Palabras cargadas de significado danzan con las notas, creando un diálogo entre la lírica y la melodía, como si las letras fueran estrellas que se tejen en el firmamento sonoro de su actuación.

La audiencia invisible, escondida en la oscuridad de los portales y las esquinas, en convierte en testigo de una actuacion que trasciende lo ordinario. Cada rincon de Montmartre se impregna de la atmósfera encantada que Jungkook conjura con cada movimiento de sus dedos y cada suspiro de su voz.

Bajo el cielo que guarda los secretos de la Ciudad de la luz, el violinista entrelaza las notas como hilos de un tapiz, tejiendo la poesia de la noche con la magia de su arte. Y asi, en ese rincon olvidado del mundo, la música se convierte en la lengua universal que conecta las almas, se erige como el poeta que susurra para el corazon de Paris.

En el mismo lugar, bajo el manto de aquella noche, Jimin, quien danza entre
de las sombras, se aventura por las callejuelas con el baston como extension de su percepcion. Cada paso es una sinfonia de sonidos y texturas, de una danza silenciosa guiada por el tacto y el instinto. La cuidad se despliega ante el, un lienzo en el que los colores se desvanecen pero las historias resplandecen.

Entre las piedras que cuentan historias olvidadas, Park avanza con gracia por Montmartre. Sin embargo, el destino, siempre un maestro caprichoso, decide entrelazar los caminos de Jimin y Jungkook en un momento efimero. Un pequeño tropiezo en el pavimento ancestral, un susurro de piedras, y sus pasos se entrelazan en un ballet casual de encuentro.

Jeon, el trovador de las sombras, percibe la danza inesperada del destino y acude veloz como el viento parisino. Su violin, aun vibrando con pasion de las notas recientes, cobra nueva vida en sus manos, pero esta vez, su melodia se convierte en un eco de la necesidad, en el llamado de ayuda que resuena entre las piedras.

- ¿Necesita ayuda? - pregunta Jungkook, su voz una cadencia musical que se derrama al aire.

Jimin, sintiendo la armonía del gesto antes de escuchar las palabras, asiente con gratitud y acepta la mano extendida.

- Gracias, su melodía me ha guiado mejor que mis propios pasos, -responde Jimin, su voz suave como la brisa nocturna.

- Es un honor ser el guia en tu danza por esta noche -Añade Jeon, su sonrisa dibujada en las sombras.

En ese instante efimero, el violín y el baston se entrelazan en un minuto
de encuentro, mientras la Ciudad de la luz observa en silencio. Dos almas, una ciega ante la luz del día y la otra, un trovador que abraza las sombras, descubren que en el tejido de la oscuridad, tambien se forjan los lazos luminosos de la conexion humana.

A medida que Jimin se enderezca con la ayuda de Jungkook, un silencio reverente se cierre sobre la escena, como si la cuidad misma detuviera su aliento para presenciar el nacimiento de una conexion unica. El violín aún entre las manos de Jeon, parece resonar como una melodia suave que acaricia el aire, transformando el encuentro fortuito en un momento coreografiado por las estrellas.

- Es una noche encantadora ¿no crees? - comenta Jungkook, sus ojos
centellando con una chispa de complicidad compartida con la ciudad.

Jimin sonrie, sus ojos cerrados ante el mundo visual, pero abiertos a una realidad que se revela en sus otros sentidos.

- Paris siempre tiene su encanto, pero esta noche parece llevar una melodía especial en el viento.

Jeon, en sintonía con la poesía de la conversación, acaricia las cuerdas del violin con ternura.

- Quizas sea el destino componiendo una serenata para dos almas
errantes.

Las notas del violín se deslizan en el aire, como hilos que conectan las
historias individuales de ambos en un tapiz de armonía compartida. La oscuridad se convierte en un escenario donde los matices del encuentro se pintan con la paleta de comprension mutua.

- Tocas hermosamente. -Expresa Jimin, su sonrisa reflejando la
gratitud en su corazon.

- Te lo agradezco. Y tu, danzas con una elegancia que ilumina la penumbra. Es un privilegio ser parte de tu sinfonia esta noche.

El violín del chico reposa con gracia en sus manos, mientras Park, guiado por la serenidad de su bastón, se prepara para tejer palabras en la danza de la presentación.

Jungkook, con una reverencia elegante que acompaña el lenguaje de las
notas, toma la iniciativa:

- Permite que mi nombre sea una nota en esta sinfonía compartida. Soy
Jungkook, artifice de melodias que buscan descubrir la luz en la
oscuridad.

Jimin, sonriendo con la delicadeza de un danzarin que conoce el pulso de la noche, responde con dulzura de su voz:

- Jungkook, el encanto de tu música ya ha revelado tu nombre con la partitura de esta noche. Yo soy Jimin, un navegador de las sombras y aprendiz de las historias que susurran entre las calles empedradas.

La formalidad de la presentación se convierte en un vals silencioso que
se despliega en el aire, donde los nombres son mas que etiquetas; son
melodias que resuenan en el tejido del encuentro. Entre la poesía de sus palabras, se establece un pacto tácito, una conexion que trasciende las letras y se convierte en la danza de dos almas que descubren la armonia en la adversidad de sus sentidos.

- Jimin ¿te gustaría unirte a mi danza de las sombras? - invita Jeon, extendiendo una invitacion que va mas allá de la musica.

- Con gusto, Jungkook. Que nuestras historias entrelazadas se conviertan en un baile eterno en la partitura de la noche.

Asi, bajo el resplandor de las estrellas, Jimin y Jungkook se presentan
formalmente, pero sus palabras van más allá de la cortesia; son versos
en una cancion que apenas comienza a desplegar sus notas en el programa de sus destinos entrelazados.



Sinfonías Cromáticas » KOOKMIN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora