Margarita

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Habían pasado meses desde aquel día

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Habían pasado meses desde aquel día... De aquel asqueroso día en el que ese pútrido me arrincono y me toco sin mi consentimiento...

No importaba cuantas veces me bañara o arañara la piel con mis uñas aún podía sentir sus manos en mi cuerpo, aunque me tapara mis oídos escuchaba su voz susurrándome, el olor a vino impregnaba en mis fosas nasales y no importaba cuantas veces intentara expiar la culpa flagelándome la pena seguía allí... Seguía allí. 

Me sentía enojada y decepcionada conmigo misma por no haber prevenido dicha situación, por ser tan ingenua al creer que sus acciones no tenían alguna posible doble intención... Fui tan tonta. 

Incluso con mi rabia nada cambiaba, él había cometido su fechoría y yo permanecía en un constante sentimiento agónico que no parecía querer irse pronto. 

Si antes me resultaban cansados los inventarios ahora parecían un regalo caído del cielo, pues era de las pocas oportunidades que tenía para salir un rato... olvidarme de todo. Al menos, me mantenían ocupada. Me recordaba un poco mi vida antes de aquella noche. 

Tratar de hacer los informes fue lo más complicado, parecía empeñado en que hiciera mis labores cerca de él, pues si intentaba llevar los documentos a mi cuarto él me ordenaba hacerlos en su oficina sin poder irme o de lo contrario me expulsaría de la milicia. Era un sin vergüenza, ya ni siquiera le importaba intentar encubrir su repugnancia.  Intentaba solo morderme el labio fuertemente, controlar mis temblores e intentar acabar todo lo más pronto posible, utilizaba mutismos en caso de ser necesario e incluso compré un perfume en un intento desesperado de no oler su asqueroso ser impregnado de vino. 

Era inútil, por mucho que lo intentara todo seguía estático, no quería comer, hablar o incluso acicalarme, pero trataba de obligarme a hacerlo. Cualquiera que se esforzara podría darse cuenta de que no estaba bien, por desgracia o por fortuna, nadie se empeñaba en hacerlo, solo pasaban a mi lado, ignorándome.  

Nuevamente, estaba sentada en el lugar al que ya no quería volver, sujetándome la cabeza con una mano en un afán de intentar comprender la hoja que sin importar cuantas veces releyera, no entendía, me encontraba dispersa. 

—Alicia mi amor, cuando acabes esos documentos avísame, tengo un regalo para ti.  

Me tensé e involuntariamente mordí mi labio superior. 

—S-si señor- Dije sin voltear a verlo, enfocándome en las hojas frente a mí.

Sentí su cuerpo acercándose a mí, como un león casando a su presa... acechándome provocando que me sintiera pequeña con su sola presencia; Tomo mi cara con su mano y me obligó a verlo -Vamos querida, puedes hacerlo mejor que eso, sé que puedes, usa tu boca y dilo sutilmente con esa exquisita voz tuya. 

Trague saliva al sentir un escalofrió recorrer mi columna vertebral, erizándome la piel en el proceso, quería vomitar. 

—M-e agrada la idea señor - Pronuncie tras unos segundos, mis cachetes dolían por la fuerza con la que mis mejillas eran sujetadas, lo vi acercar su rostro al mío y cerré los ojos temerosamente, como si con ese sutil gesto mi mente pudiera evitar que aquel despreciable sujeto tratara de besarme. 

Bajo tu sombraOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz